Abandonada

by Kia

Era la enésima vez que discutía con mi novio, y por enésima vez, por la misma razón. Era ya muy noche, una muy helada noche, pero los ánimos estaban bastante encendidos entre él y yo.

Jorge y yo teníamos como año y medio de novios, no recuerdo exactamente. Lo conocí en el segundo año de la carrera, en una fiesta. Él va un año adelantado de mí. Desde entonces, hemos tenido bastantes altibajos en nuestra relación... más bajos que altos, para ser honesta.

Mi vida ha sido lo que puede considerarse privilegiada. Tuve la fortuna (o disfortuna) de nacer en el seno de una familia muy adinerada. Ropa, viajes, autos, formaban parte de mi vida cotidiana. Hace poco mi familia se fue a vivir a la capital, pero yo decidí quedarme en ésta ciudad pues mi círculo social era de aquí.

Siempre fuí a las mejores (y más caras) escuelas, con mi auto de lujo propio, y tras la mudanza de mis padres, con una casa de 600 metros cuadrados para mí sola.

Podría creerse que lo tenía todo (y así era hasta cierto punto) pero estaba lejos de sentirme feliz. No me ubicaba en mi propio medio, a pesar de haber nacido en él. Desde la secundaria, muchos chicos comenzaban a seguirme. No los culpo. Siempre fui muy atractiva: tez clara, cabello largo negro como la noche, ojos verdes, labios carnosos, alta, con un cuerpo envidiable producto de mis horas en el gimnasio, pero también por bendición genética. Mis senos eran firmes, redonditos, copa DD, mi cintura de avispa, mis caderas voluptuosas, sin celulitis, terminando en unas largas y torneadas piernas.

Como decía, era producto de miradas, envidias y deseos. Sin embargo, nunca me emocionó mucho la idea de tener novio. De cuando en cuando me metía en una relación con el chico más popular del momento, pero más para ser el producto de elogios y comentarios, que porque realmente lo deseara. Mis relaciones usualmente duraban menos de 3 meses. La más larga fue de 6, y eso porque hize un viaje a Japón de 3 meses.

Podía decirse que, a pesar de estar siempre rodeada de gente que me adulaba y complacía, siempre tuve una constante sensación de soledad en mi interior.

Jorge era bastante acaudalado. Hijo de políticos, muy allegados a mi padre. Lo conocí en la universidad. Unas "amigas" me lo presentaron. Él era bastante popular, y atractivo, he de admitirlo. Pero no sentí la chispa que me hubiera gustado sentir al conocer a alguien así. Comenzé a salir con él más que nada porque mis padres así me lo recomendaron, y para ser la envidia de mis compañeras. Sólo mi única verdadera amiga, Sandra, siempre me decía que si no lo quería, debía dejarlo.

Sandra ha sido mi amiga desde la primaria. Ella iba a mi escuela, con una beca especial que proporcionaba el colegio. Ella no era como yo. Ella era de clase trabajadora, hija de un carpintero y una maestra de preescolar. Me identifiqué mucho con ella desde el principio. Podía ser auténtica con ella y quitarme la máscara de mujer de sociedad. A veces íbamos al cine y a lugares menos opulentos a pasear. Ella siempre fue una hermana para mí (a pesar de que tengo otras dos hermanas mayores).

Hace unos meses, Sandra me dijo que se casaría. Yo me emocioné. Fue antes de andar con Jorge. La ayudé a planear la boda y fui madrina de ramo. Luego, empezé a andar con Jorge, y cuando se acercaba la boda, tuvimos nuestro primer gran pleito, precisamente por eso: él no quería ir a una boda de la prole. Tragándome mi coraje, fui sola. Luego jorge se disculpó y me dió algún regalo caro que ya ni conservo.

Pero los pleitos fueron más y más frecuentes, pero por otra causa, y siempre la misma. Sexo. De hecho, ésta era la principal razón de mis rompimientos en relaciones previas. No porque fuera malo, sino porque estaba ausente. Yo me negaba a tener sexo con mis novios. Es más, de hecho, mis relaciones eran más bien de "manita sudada": manos tomadas, abrazos, uno que otro besito. Y nada más. No hubo fajes, ni frotes, ni masturbación, ni sexo oral, ni nada.

No me explicaba el porqué de ésto. Mis novios se veían sumamente excitados cuando estaban conmigo. Yo estaba seca y fría. No suelo ser una chica muy sexual. Rara vez me excito, y cuando lo hago, curiosamente, es cuando me maquillo, o me pongo alguna ropa sexy. Me arreglo y me visto sexy, sí, pero para mí, y para que me vean, no para tener acción en la cama esa noche.

Me las arreglé para convencer a Jorge que quería llegar virgen al matrimonio. Y así estuvimos, no sin algunas peleas porque me negaba a darle ni siquiera un faje. Realmente no creo haberlo querido en serio, pero estaba con él, y la gente que me rodeaba parecía feliz por ello, así que me dejé llevar por la corriente.

Tras un año de relación (aunque fue menos si contamos los meses que o él o yo estábamos de viaje), me invita a un viaje en globo, y allí, cual cliché hollywoodense, saca una botella de champagne y un anillo de diamantes y me pide matrimonio. Al decirle que sí, lo hice pensando en mi familia y amigos más que en mí misma.

Y ya comprometidos, creo que se sintió con más derecho sobre mí, y me presionaba más y más para tener sexo. "espérate a la luna de miel", le decía. Pero él seguía muy molesto, y cada vez, más por esa situación.

Esa noche, pasó lo mismo. - Siempre es lo mismo contigo Ari!- me decía él. -Siempre sacas eso de llegar virgen, carajo, ya nos vamos a casar, qué más quieres!-

- Y qué quieres?, que finja?- le dije, llorando de coraje: - Que me entregue a tí con remordimiento y culpa y no lo disfrute?- El coraje en sus ojos era más que evidente. Los tenía rojos, en parte debido al enojo, y en parte debido a su frecuente hábito de beber para pasarla bien: "soy bebedor social", decía siempre.

Discutimos, fuertemente. Fue nuestra peor pelea, y a tan sólo un mes de la boda. Dejé salir todo. Le dije que no me gustaba su manera de beber, su estilo de vida fiestero y parrandero, que no me gustaban las fiestas de "la alta", que no quería acostarme con él sólo porque él me lo exigiera... en fin.

Al final de la pelea, mientras los dos nos gritábamos cosas, tomo el anillo de más de medio millón de pesos, y lo arrojo al piso. Salgo de su casa. Él no vino tras de mí, pero se quedó gritándome groserías. Subo a mi Volvo S60 rojo y salgo de ahí, a toda velocidad.

Recorrí varias calles un rato, iba muy rápido, y lo peor de todo, enojada y... distraíada. Me pasé no sé cuantos rojos, brinqué no sé cuantos topes... afortunadamente ya eran las 3 de la mañana y las calles estaban desiertas. Terminé sin darme cuenta en calles del oriente de la ciudad, en un barrio popular. Yo seguía a todo lo que daba, en eso, veo a lo lejos una figura humana que se atraviesa. Freno a fondo dejando escapar un sonido aterrador. Con todo y eso, y a pesar del sistema del auto para evitar este tipo de circunstancias, golpeo a esa figura.

Me quedé paralizada. La sangre se me fue a los pies. Estaba temblando del miedo. Que podía hacer? Escapar? Quedarme ahí como tonta? Bajarme a ayudar a esa persona?

La tentación de escapar era mucha, pero mi conciencia me hace bajar del vehículo. Me acerco al cuerpo de la persona que golpee. Oigo algunos quejidos.

- está bien?- pregunto, con mi boca seca y amarga.

La persona voltea a verme. En eso veo que se trata de una niña, de unos diez años. Sucia de la cara y el cabello, con su ropa sucia y deshecha. Descalza, y con un fuerte olor a mugre.

- sí, señorita, sólo algo raspada...- responde ella – y me duele la cabeza-

- segura? Mejor te llevo al hospital a que te revisen, de acuerdo?- Estaba muy nerviosa por ello, no quería meter en ésto al seguro o a la policía, así que pensé que lo mejor sería llevarla yo misma a que la revisaran. - y tus padres?- le pregunté. Necesitaba el permiso de ellos, y quizá tendría que darles algo de dinero para no involucrar a la policía.

- eh...- titubeó ella. En eso, caí en la cuenta de que seguramente la habrían abandonado. Es decir, era más que claro que ella era una niña de la calle.

Así, opto por cargarla, y la recuesto en el asiento de atrás. Me llamó la atención la ligereza de su delgado cuerpo. Por algún motivo, no me importó su fétido olor o que fuera a ensuciar el asiento del auto. Lo importante era que estuviera bien. Arranco el auto y me dirijo a la clínica donde laboraba Sandra.

En el camino la niña me sigue diciendo: - estoy bien señorita, de veras, no se preocupe... bájeme aquí-. - No, tenemos que asegurarnos que estés bien- le dije. Obviamente mi miedo era meterme en problemas legales, pero también me sentía genuinamente preocupada por esa frágil niña.

En el trayecto, la niña seguía diciendo que no era necesario que me tomara todas esas molestias. Su manera de expresarse era muy peculiar. No parecía niña de la calle. Empleaba palabras muy sofisticadas y las pronunciaba correctamente. La miro por el retrovisor. Estaba sentada, con la cara con algo de sangre en el rostro. Sus rubios cabellos sucios, enmarañados, pegajosos. Su carita era finita. Su nariz respingada y sus ojos grandes y verdes. Me llamó la atención su dentadura: perfecta completamente. Eso me hizo pensar aún más que no se trataba de una niña de la calle como otras. Su blusa estaba sumamente sucia y con algunas rasgaduras, cubriendo su esbelto torso. Un pantalón de mezclilla viejo y manchado cubría sus largas piernas. Sus piez, descalzos por completo. Pero, insisto, no tenían ni hongos ni nada anormal. La pobre niña despedía un desagradable aroma, a suciedad, a basura o comida descompuesta.

Llegamos al hospital, a urgencias, y pregunto por la Dra. Ramírez. Llega Sandra tras unos minutos, y le comento la situación, omitiendo el pequeño detalle de la pelea con Jorge (de hecho, en ese momento ni me acordaba ya).

-Ya veo- Me dijo. -La mantendremos en observación por la noche. Hoy tengo guardia así que no te apures, yo la vigilaré personalmente y te reportaré cualquier cosa ¿de acuerdo?-

Acordó en no reportar nada a la policía, y que daría aviso a trabajo social hasta que yo me tranquilizara y decidiera qué acción tomar.

- Ésta noche te quedarás aquí... eh... cómo te llamas mija?- le pregunto. - Alicia- responde ella. -Muy bien Alicia, no te vayas a escapar ni nada de acuerdo? Por la mañana vendré a recogerte y te dejaré en donde me pidas OK?-. - Está bien señorita, pero estaré bien, no se apure. Para mañana todo éste episodio quedará en el pasado-.

Así, me dirigí a la salida de la sala de urgencias, pero Alicia me dice: -Señorita, lo siento mucho! Estaba distraída y me atravesé sin fijarme!- Volteo y sonrío, y le digo adiós con la mano.

Subo al auto, y casi en automático, conduzco a casa. Al llegar, me siento, me recargo en la puerta y rompo a llorar. Lloré como nunca, gritando, moqueando. No lloraba por lo de Jorge ni porque estaba por cancelar la boda. Lloraba por las palabras de Alicia. Yo fui la irresponsable que casi la mata, y ella fue la que pidió perdón. Esa pobre niña, desamparada, frágil, delicada, con un incierto futuro por delante, con todas las de perder en la vida, fue quien me pidió perdón. Sentí el impulso por regresar al hospital a verla, pero me detuve. Estaba cansada, triste, asustada. No quería causar otro accidente. Así, tomé un baño y fuí a dormir.

Por la mañana, en lugar de ir a la escuela a perder el tiempo, me dirigí al hospital. Aún encontré a Sandra. Su turno había finalizado hace una hora, pero me esperó. Esa era la clase de persona que era. Ella finalizó su carrera antes que yo, pues mis padres me enviaron por año y medio a viajar por el mundo. Por eso, ella ya estaba trabajando mientras yo seguía estudiando.

- Todos los exámenes están bien, no te apures- Me dijo. Suspiré de alivio. -Únicamente tiene algo de desnutrición, pero eso no es culpa tuya-

- Puedo verla?- pregunto, con un rastro de emoción en mi voz que incluso yo misma noté para mi sorpresa. Sonriendo, Sandra me indica el cuarto donde está internada la niña, y me dirijo hacia él.

Llego frente a la puerta, y toco. Escucho una vocecilla, la cual responde "adelante". Abro la puerta y la veo, acostada en la cama, cubierta con su batita color rosa. Casi no la reconozco al verla, tanto así que tuve que ver su ficha de identificación de la pared para ver que su nombre coincidiera. "Alicia" reza el papel, con letras grandes color negro, seguido de la leyenda: "12 años". "12 años!?" Pensé. Se veía más chica en realidad.

Al irme acercando, vi que la niña estaba totalmente irreconocible, con su cabello dorado, lavado, su carita limpia, y sin ese olorcito desagradable.

Me paro junto a la cama donde está sentada. Observé que en realidad era una niña bastante bonita. Sus ojos grandes con unas largas pestañas, su nariz finita, con unos labios carnosos. La batita cubría su desnudo cuerpo, pero se notaba su pecho en desarrollo, con sus erectos pezones resaltando a través de la tela.

- Hola señorita!- Me saludó. Al momento, sentí que mi rostro se encendía, sonrojándome. Quizá fue el escuchar su voz, o quizá el ver su belleza inesperada, o quizá el hecho de que estaba observando sus senos cuando me saludó. Sonrojarme no era algo que me pasara muy a menudo, ni siquiera cuando estaba con alguno de mis ex novios dándonos un beso o tomándonos de las manos.

- Hola Alicia- Respondo el saludo. -Cómo te sientes?-. - Muy bien señorita, sólo fueron algunos golpes. Usted fue quien se veía más asustado que yo?, se encuentra bien?-

Sonrío tiernamente ante su genuina preocupación. Extiendo mi mano y para mi sopresa, comenzé a acariciarle su cabecita. Ella cerró los ojos, sonriendo, divertida. - Me da gusto que estés bien Alicia-.

Yo seguía sorprendida por su radical cambio. Ésta hermosa niña no se parecía nada a la pequeña que atropellé ayer. En realidad, más que por el cambio que ví en ella, seguía impresionada por su belleza. Realmente era hermosa.

En eso oigo que entra Sandra. - Alicia está muy bien, le curamos sus heridas y la bañamos, de hecho puede irse ya si así lo desea, pero...- me dice con la cara en expresión de preocupación, mientras señalaba con la mirada una bolsa en un rincón de la habitación. Me acerco a la bolsa, y al percibir un aroma a suciedad, me doy cuenta de que era la ropita de Alicia. En ese momento me doy cuenta de que no sería agradable salir de un hospital con ropa sucia. Sandra me toma el brazo y me lleva hacia afuera de la habitación. - Creo que no tiene padres o se escapó de su casa- me dice. - Le preguntamos al respecto y ella no dice nada, sólo que no tiene casa ni padres. Pensé en llamar a trabajo social, pero quise preguntarte primero sobre qué podíamos hacer-. Cerré mis ojos, pensando. Ella no quería que localizaran a sus padres, o bien no tenía padres en realidad. Me imagino que tendría sus motivos, y eso lo respetaría. Pero la ropa para sacarla de ahí... definitivamente no dejaría que saliera con esas prendas tan sucias. - Si ella no quiere decir nada, déjala- Le dije a Sandra. - En cuanto a la ropa... iré a comprarle algo para que pueda salir del hospital, no creo que sea muy cómodo el salir con ropa sucia-. Sandra sonríe. Le doy las gracias y tras abrazarnos, se retira a casa a descansar. Antes de irme, me asomo a la habitación y le digo a Alicia que espere ahí, que regreso en un ratito para sacarla ya del hospital.

Así, me dirijo a una tienda departamental cercana al hospital. Me encantaba comprar ropa, pero era la primera vez que lo hacía para alguien más. Comenzé por comprarle algunas blusitas. Algo no tan infantil, no creo que las que tenían figuritas de Disney fueran las más apropiadas, es decir, la niña ya tenía 12 años. Así que busqué algo más coqueto. Tomé algunas camisetas, unas blusas lisas y otras con estampado. Una linda blusa formal que pensé que se vería muy bien en ella. Como hacía algo de frío, compré algunas blusas de manga larga también. Y un par de suéteres, un par de sacos, y una encantadora chamarra. Compré también algunos pantalones, unos de vestir, y obvio, los infaltables jeans. Le compré unos de lycra, pues insisto, ya no era una niña. También tomé unos yogapants y una falda escosesa. Claro, era obvio que necesitaría algo de calzado, así que compré un par de tenis y unas sandalias muy coquetas, así como unas zapatillas de vestir. Sus pies no eran tan grandes, era como de mi talla, así que me las probé antes de comprarlos. Realmente estaba muy metida en todo ésto. Mientras estaba comprando la ropa para Alicia, cruzo frente a un espejo, y me doy cuenta de algo raro: estoy sonriendo. Una sonrisa auténtica. No una sonrisa falsa como cuando me pidieron matrimonio o me dijeron que había ganado el concurso de belleza de la prepa. No, era una sonrisa de verdadera felicidad. Me sonrojo como nunca, y siento un nudo en la garganta. Estoy a punto de llorar. No queriendo hacer una escena, respiro profundo y sigo en mi frenesí de compras.

Voy a la caja, pero reparo en que me hace falta algo crucial: ropa interior. Tragué saliva por alguna razón. Y me dirijo al departamento de lencería y corsetería. Me sentía nerviosa sin saber bien por qué. Tomo algunos sostenes entrenadores muy tiernos y delicados. Vino a mi mente la imagen de Alicia, sentada, semidesnuda, con sus pequeños senos protruyendo a través de la bata. De nuevo me sonrojo. Tomo algunas medias y calcetines, y finalmente, lo que había estado evitando hasta el momento: las pantaletas. Titubée. No sabía que llevarle: ¿algo infantil? ¿Algo sexy? ¿Algo tierno? Opté por llevar algunos bikinis convencionales, muy coloridos. En eso, veo una tanga. Una de algodón, color rosa intenso. Como un rayo, cruza por mi cabeza la imagen de la niña usando ésta tanga. Sacudo mi cabeza, y me dispongo a irme, pero de último momento, decido tomar la prenda y comprarla.

¿Cuánto gaste? Ni idea. Quizá diez o veinte mil pesos. No lo sé. Satisfecha, me dirigo de vuelta al hospital hacia la habitación de Alicia.

- Hola Alicia, ¿lista para cambiarte e irte?- Le digo mientras entro. La niña estaba almorzando. Eso me recordó que yo no había ni desayunado, por lo que tendría que pasar a algún lado a comer. Alicia comía algo acelerada. Parecía que no había comido en días, y probablemente así habría sido. Me mira, sonríe, y al acabar de comer, se incorpora a ver la ropa.

- ¿dónde está mi ropa señorita?- Señalo la bolsa con su ropa sucia.

-Es ésa la ropa que traías, pero como ya estába muy gastada, te compré más – Alicia observa el montón de bolsas y cajas que traje. Comenzé a mostrarle una y otra prenda. -¿Y cuál de todas es la mía?- me pregunta. Levantándo la mirada para verla, le digo que toda ésta es su ropa. - Pero es demasiada señorita, no tengo dinero para pagarla-. Sonrío y le digo: - no es necesario que lo hagas, yo las compré como regalo para tí-. Alicia se sienta, se cubre la cara con las manos y comienza a llorar. Sorprendida, la observo. En eso, se descubre su rostro dejando ver la más hermosa de las sonrisas que halla visto en mi vida, tanto que me hizo sonrojar (de nuevo y por enésima vez en menos de un día). Y me dice: - gracias señorita...- y completando su frase, le digo mi nombre: - Ariana, me llamo Ariana, mija-

Espero mientras Alicia se cambia en el vestidor. Optó por unos jeans y una blusa de manga larga. Y no, no escogió la tanga (creo que ni la vió). Sale del vestidor y al tiempo que da una vuelta me pregunta

-¿cómo me veo?-. Se veía realmente linda. - Te vez muy bien Alicia-. Le doy una chamarra que compré para ella, pues hacía frío afuera. Íbamos saliendo, cuando la detengo. - Espera- Le digo, me coloco detrás de ella. Me quito del cabello uno de mis broches, y peinándola con una colita, se lo pongo a ella. -Ahora sí, ya estás lista!- Alicia voltea a verme, sonriendo, y muy sonrojada.

Mientras nos dirigíamos al auto pensaba en qué rayos haría a continuación. Lo más prudente sería llevarla a su casa, pero algo dentro de mí no quería hacerlo. Trataba de convencerme a mí misma de que sentía eso porque tenía miedo de que me denunciaran, pero en realidad no era eso. Le abro la puerta, y subo al auto. Enciendo el motor y le pregunto: -y, ¿a dónde quieres ir?- Ella sólo encogío los hombros. No quería preguntar más, sobre todo teniendo en cuenta que tampoco le quiso decir nada a Sandra, pero aún así lo hice.

Apago el auto, y le pregunto: - ¿tienes a dónde llegar?-. Con los ojos con lágrimas, me dice que no. Siento mis propios ojos al borde del llanto. Pero me logro contener y le pregunto nuevamente: - ¿y tu familia?-. - No tengo familia. Ni siquiera los niños de la vecindad me quieren. Estoy sola, totalmente abandonada -.

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Mientras sirvo algo de limonada en unos vasos, veo desde la cocina a la esbelta figura sentada en mi sala. Decidí traerla a mi casa, al menos mientras decidiera bien qué hacer. Estaba por escuchar la historia de Alicia, quien, luego de llorar todo el camino, finalmente se tranquilizó.

Me contó algunos detalles de su vida. Luego de la muerte de sus padres en un accidente, cuando ella tenía 6 años, sus abuelos la acogieron. Su vida era tranquila y normal, pero luego de algún tiempo, sus abuelos también fallecen, primero su abuelo, y luego de unos meses, su abuela. Una tía lejana la acogió. Ella ya tenía un par de hijas y un hijo. Allí comenzó el infierno. El hijo y el padre bebían mucho alcohol, y golpeaban a su tía y a sus hijas. Éstas a su vez desquitaban su coraje con Alicia, la humillaban, la encerraban en la casa, la hacían trabajar mucho, y la golpeaban si no obedecía. Su tío y su primo también llegaron a golpearla y a hacerle insinuaciones sexuales. Trataban de espiarla mientras dormía o se duchaba. Su único escape era la escuela, donde era una excelente alumna. Ésta situación llegó al límite cuando el primo, de unos 19 años, llegó tomado y gritando a la casa. Alicia estaba sola en ese momento, haciendo quehacer. El primo la golpeó, la arrojó a la cama e intentó violarla. Alicia gritaba, y en su desesperación, logró quitarle a su primo la botella que aún sujetaba, y se la rompió en la cara. El desgraciado cae inconsciente. Alicia afirma que respiraba muy raro, y sangraba demasiado. Así que, asustada, tomó su mochila de la escuela, un paquete de galletas y salió corriendo de la casa, aprovechando que la puerta había quedado abierta.

Anduvo por las calles un tiempo, hasta que unos chicos y chicas que lavaban parabrisas la hallaron y la invitaron a su "casa", o sea, un cuarto en una vecindad. Ahí estuvo un tiempo, hasta que algunas de las chicas, envidiosas por la belleza y educación de Alicia, le robaron su mochila, en la cual tenía sus preciados libros. Además le inventaban chismes, y finalmente la agredieron físicamente. Algunos de los chicos también la agredieron, por lo que decide escapar. Estuvo así como dos semanas, sola, deambulando por las calles de la ciudad, comiendo de los contenedores, y si algún ciudadano se apiadaba, comprando algo en la tienda.

- Ese día estaba muy contenta porque una señora me regaló veinte pesos, fui al minisuper y me compré mis galletas favoritas. Éstaba tan emocionada que atravesé la calle sin fijarme y...-

Me sentía a punto de llorar. Al oírla decir ésto, supe que se refería a la noche que la atropellé. Sin decir nada, me acerco a ella y la abrazo. Ella recarga su cabeza en mi pecho y comienza a llorar. Yo misma estaba ya derramando algunas lágrimas. En eso, oigo que la niña me dice, con el rostro aún hundido en mí, mientras lloraba – creo que el ser atropellada fue lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo... -

Pasaron algunos minutos, y al notar la tranquila respiración de Alicia, me percato de que está dormida. Tratando de no despertarla, la cargo y la llevo a acostar a la habitación de huéspedes. La recuesto, le quito el calzado y la tapo con una sábana. Está profundamente dormida. Me siento junto a ella, y comienzo a acariciarle el cabello. Es cuando mi estómago ruge, y decido que voy a ir a comer algo. Antes de salir de la habitación, me acerco a ella y le doy un suave beso en la mejilla.

Preparé algo rápido para comer, a pesar de ser ya las 6 de la tarde, me preparo unos huevos con tocino (mi debilidad es el tocino). Tras comer, me asomo a la habitación de Alicia. Aún duerme. Me voy a la sala a descansar un rato, en eso suena mi celular. Era Jorge. En ese momento él era la menor de mis preocupaciones, así que decido finalizar todo de una vez. Contesto. Él me pidió perdón, me dijo que iba a cambiar, etc. No era la primera vez que oía éstas palabras. Pero ya estaba harta de él. En ese momento, me sentía llena de una nueva fuerza en mi interior, por lo que pude decirle la verdad: ya no me interesaba nada. Le dije que le pagaría lo que había gastado, pero que ya no tenía interés en casarme, y que todo estaba cancelado. Le hable tranquilamente, en plan de amigos, con un tono de voz soprendentemente relajado. Sin embargo, él no lo tomó tan bién. Comenzó a elevar el tono de voz y a insultarme, decirme mojigata, que era una hipócrita por vestirme como una zorra y no acceder a tener sexo. En fin. Tras un rato de escucharlo, sin inmutarme demasiado (la verdad ya no me importaba lo que él u otros opinaran de mí), dice que me vaya al diablo, que él conseguirá a otra mujer de "de verdad", y cuelga. Cuando lo hace, me siento extrañamente relajada, como si me hubiese quitado un peso de encima. Tras unos minutos, reparé en que muy seguramente iba a recibir llamadas de mis amistades o de mis padres. Vendrían tiempos difíciles seguramente. Pero nada se comparaba con lo que había vivido Alicia. Si ella ha sido de capaz de sobrevivir a todo eso, y aún así ser capaz de sonreír como lo hace, yo podría enfrentar esto.

No pasaron ni 10 minutos cuando sonó de nuevo mi celular. Creí que sería mi padre o mi madre. Pero no. Era Sandra. - Cómo estás, qué pasó siempre con la niña?- Me preguntó. - Terminé por traerla conmigo a casa- Le dije y añadí – creo que ella esta sola por completo y no tiene a dónde llegar- . - En serio? Vaya! Y qué harás después?-. Lo mismo me he preguntado desde que comenzó todo ésto. Le respondo: - No lo sé. Creo que dejarla conmigo unos días, luego... simplemente no sé- suspiré. - Si ocupas ayuda u otra cosa me llamas sale? Oye y que onda con Jorge? Ya cambió su estatus a soltero!- Eso me recordó que yo misma tendría que cambiar el estatus tan pronto como fuera posible. - Cancelé la boda- le dije, y procedo a platicarle la historia. Sandra se escuchaba feliz. No por mi rompimiento, sino porque finalmente tuve el valor de hacer lo que yo quería, y no lo que otros me decían que debía hacer.

Tras finalizar la llamada, procedo a entrar a mi perfil. Cambio el estatus a "soltera". Doy una revisada a mi perfil. Ví mis cientos de fotos de fiestas, viajes, reuniones... ví mis más de mil "amigos"... vi mis sugerencias de amigos. Suspiré. Decidí borrar mi perfil. Tras hacerlo, doy otro largo y profundo suspiro de alivio.

En eso, escucho unos pasos y una vocecita. - Está bien señorita?- Volteo a ver a Alicia. Aún amodorrada, despeinada, con una carita de preocupacíón. - Hola mija, sí estoy bien, no te preocupes, ah! Y no me digas señorita, llamame Ariana o Ari, y háblame de tú, no de usted, pues me haces sentir viejita! - Con eso, nos reímos juntas.

Platicamos un momento en la sala. De ésto y de lo otro. No dejaba de sorprenderme de su inteligencia y de su fortaleza. Comenzó a oscurecer. Me pongo de pie y le invito a cenar fuera. Ella acepta encantada, y entusiasmada, se pone su chamarra.

Decido ir a un restaurante en una plaza comercial. Pensé que sería lo mejor pues aparte de cenar podríamos distraernos un rato. Alicia se veía un tanto tímida en la calle, incluso asustada. Íbamos caminando cuando en eso, siento que me toma del brazo. Por alguna razón, mi corazón se aceleró cuando hizo eso.

Cenamos y conversamos buen rato. Alicia se veía fascinada con todo. Parecía que todo era nuevo para ella. El panini que se comío y la soda italiana que bebió parecieron fascinarle. Ya eran las 11 cuando salimos. El tiempo realmente voló. Pasamos frente a un cine, el cual ella miraba fijamente. Casi bobamente. - Otro día te traigo al cine ¿sale?- le dije. Ella volteó conmigo y sonriendo, asiente encantada.

"Otro día te traigo al cine". Me sorprendió la naturalidad con que dije esas palabras. ¿Qué esperaba realmente de todo ésto? Pareciera como sí diera por sentado que Alicia iba a estar conmigo varios días más. Y ella parecía no tener intenciones de irse. Llegamos a casa. Alicia estaba exhausta, por lo que se retira a dormir. Le doy una pijama (que también compré en mi frenesí) y le dije que mañana acomodaríamos todo en el clóset. De nuevo, me sorprendí al decir eso: ¿acaso eso significaba que quería que Alicia se quedara conmigo indefinidamente? Le doy las buenas noches, y me retiro a mi cuarto. Mientras me dirigía a mi habitación, paso por la puerta principal. Casi nunca la cierro con llave, pues hay vigilancia en el coto y nunca pasa nada. Pero esa vez, cerré con llave, la cual guardé conmigo. No supe bien por qué lo hice. Creo que no quería que Alicia se escapara mientras dormía. Me dirigí de nuevo a mi cuarto, pero me detuve de pronto, recordando el cómo sus tíos la encerraban a ella. De inmediato, quité la llave a la puerta y así, me retiro a dormir.

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Amanece nuevamente. Es fin de semana, pero me levanté muy temprano para ducharme y vestirme. Son apenas las ocho, y supuse que Alicia seguiría dormida. Pero mi corazón se estremece al pensar que quizá se escapó durante la noche. Me dirijo a su cuarto, y abro la puerta lentamente. La cama estaba tendida, pero no había nadie. Mi corazón se estemeció aún más, sobre todo porque todo estaba en absoluto silencio. Comienzo a llorar. En eso, se abre la puerta del baño del cuarto y sale Alicia, vestida ya, secándose el cabello. Se sorprende al verme, sobre todo porque estaba llorando. - Hola Ariana, buenos días... ¿te ocurre algo? -. Sonriendo y suspirando de alivio al verla, aún con la voz entrecortada por el llanto, le contesto: - estoy bien, es sólo que... creí que te habías ido -. Alicia sonríe, y me abraza un momento, luego, se separa de mí y me da las gracias. La dejo en el cuarto mientras termina de arreglarse, y voy a la sala a esperarla para el desayuno.

¿Qué rayos fue lo que me pasó? ¿Por qué lloré cuando creí que se había ido? Algo me estaba pasando. Esa niña me estaba haciendo sentir cosas que a mis 27 años nunca había sentido. No sabía qué hacer. Todas esas emociones eran nuevas para mí. Para cualquier otra persona resultaría obvio lo que me estaba sucediendo, menos para mí. Mi forma de vivir todos estos años nunca me había permitido experimentar esa misteriosa emocion que estaba sintiendo ahora.

Tras desayunar, vamos a su cuarto a acomodar toda la ropa. Ella se veía muy emocionada de ver toda la ropa que le compré y que ya tenía dónde guardarla. Yo estaba guardando sus blusas, y ella su ropa interior. En eso, de reojo, veo que saca la tanga que compré y se queda observándola. Siento mi piel erizarse, y mi corazón agitarse, pero hice como si no viera nada y continúo haciendo lo que estaba haciendo. Alicia observó un momento la prenda, sonrojada intensamente. En eso, veo que la abraza suavemente, y procede a guardarla. Ese acto me sorprendió un poco, pero no quise abordar el tema.

Es sábado, y casi siempre suelo salir con mis amigas a desayunar o al café. Casi siempre mi teléfono está sonando toda la mañana con invitaciones. Pero hoy no. Con mi perfil borrado, y con todos los números de mi agenda bloqueados (excepto el de Sandra), mi celular permaneció en calma. Como era de esperarse, tenía alrededor de 300 llamadas perdidas. Al menos 100 de ellas eran de diferentes números.

- ¿Qué quieres hacer hoy? - Le pregunto a mi joven invitada. Titubeando, y sonrojadísima, me dice, tímidamente – n...no sé... ¿ir.. al... cine?- . Sonrío ante la encantadora imagen que tengo enfrente. Le contesto: - Eso me parece muy bien, pero mejor déjalo para la noche, yo digo ¿ahorita a dónde quieres ir?

Y así, fuimos al parque. Al parecer, a ella le gustaba mucho ir cuando vivían sus padres y sus abuelos, y nunca había tenido oportunidad de ir desde entonces. Preparamos un lonche para comer allí. Jugamos un buen rato, corrimos, nos perseguimos, nos revolcamos como niñas. Creo que no me había divertido así desde... nunca. Era realmente increíble el estar con ella. Me divertía mucho y me encantaba convivir con esa frágil pequeña. Exhaustas, nos sentamos a comer el lonche. Mientras devorábamos las salchichas, veo que de pronto su semblante se pone serio. - ¿Te pasa algo mija?- le pregunto. Con la mirada baja, responde: - No, es sólo que... me siento muy contenta... me siento muy feliz contigo Ariana...-. Su rostro se enciende como carbón al rojo vivo, y siento que el mío hace lo mismo. Me acerco a ella, me siento a su lado, la abrazo y le doy un beso en la cabeza. Ella sonríe y reanudamos nuestro lonche. Más tarde, llegamos a casa y Alicia se mete a bañar para alistarse para el cine, y lo mismo hago yo. Al salir, de bañarme, suena mi teléfono. Como todos los números están bloqueados menos el de Sandra, era evidente que era ella.

- Hola Ari, ¿cómo estas?-. - Bien, bien Sandra, y tú?-. - Excelentemente, pero oye, qué onda con tu vida, tus papás me hablaron para preguntarme de tu rompimiento!-. Mis padres (sobre todo mi madre) nunca aceptaron por completo mi amistad con Sandra, decían (de nuevo, sobre todo mi madre) que no era de nuestro nivel. Por eso era muy extraño que le hubieran hablado. - Lamento eso, es que bloquee todos los números para que no me molestaran con eso- . - Lo entiendo, pero estás bien ¿verdad?-. - Claro, Sandrita, nunca me he sentido mejor -.

Me dijo que mis padres estaban decepcionados (sí, sobre todo mi madre) y que era una pena y que más valía que buscara una reconciliación y rápido. También me dijo que el face estaba loco por el chisme. Y que al parecer Jorge ya andaba con otra chava (creo que resulta obvio el pensar que ya andaba con ella desde antes). Tras conversar un rato más, me pregunta: - oye, ¿y qué pasó con Alicia?-. Me sonrojé, y le contesto: - Nada, sigue aquí conmigo, le acondicioné un cuarto, ya guardamos su ropa allí. En la mañana fuimos al parque y se está bañando porque vamos a ir al cine al rato-. Sandra responde: - Me da gusto por ustedes dos, en serio. Creo que ambas se sentían muy solas por diferentes razones, ¡y ahora están acompañándose una a la otra! -

Era cierto, ambas estábamos muy necesitadas de compañía, y ésta situación nos cayó del cielo. Esa niña realmente me hacía sentir feliz. Tras vestirme con unos ajustados y sexys jeans, y una escotada blusa, me perfumo, me maquillo ligeramente y voy a la sala, donde ya está Alicia, jugando con mi pequeña Katy (mi pequeña gatita blanca y peluda). La veo, vestida con una falda de mezclilla y una blusa formal, y un saquito que le combinaba. Se da la vuelta y me pregunta cómo se ve. - Hermosa- respondo. Ella sonríe. En eso le digo que me espere. Voy a mi tocador por un perfume que me encanta. Regreso, le coloco en el cuello, manos y pecho. - Ahora sí estamos listas!- le digo.

No había mucho de dónde escoger en el cine. Una comedia romática hollywoodense, una película de unos superhéroes que nunca había escuchado en mi vida, una pretenciosa película de arte, y una película infantil de animación digital. Optamos por ésta última, ya que queríamos divertirnos, no aburrirnos o llorar.

Compré unas palomitas y unas sodas. Era una película que tenía de todo: comedia, algo de drama, y muy emotiva y dulce. En eso, Alicia me dice que le acompañe al baño pues había tomado mucha soda. Salimos de la sala, usamos el baño (yo también bebí mucho refresco) y regresamos. Al entrar, nos dirigimos lentamente a nuestros asientos. La escena en la pantalla era oscura, por lo que no se veía muy bien la sala. En eso, siento que Alicia me toma de la mano. Mi corazón comienza a latir fuertemente. Mientras caminamos, entrelazo mis dedos con los de ella, y finalmente nos sentamos, aún tomadas de la mano, y con su cabecita recargada en mi hombro. Duramos así el resto de la película. Realmente no presté mucha atención al resto del filme. Estaba concentrada en la sensación de su mano en la mía, y también estaba embelesada mirando sus largas y esbeltas piernas, pues su falda le cubria sólo como medio muslo, supuse que la posición en que estaba le había levantado un poco la falda.

Sus piernas eran realmente lindas. Su carita infantil sumamente hermosa. El aroma del perfume que le puse se combinó con su propio olor dando por resultado una embriagante fragancia que me estaba enloqueciendo. No me había sentido así nunca. Creo que me estaba excitando. Al salir de la sala, aún tomadas de la mano, le digo que voy al baño nuevamente. Ella me esperó afuera. No quería ir al baño en realidad, sólo tenía que verificar algo. Así, me encierro en uno de los retretes, me bajo la pantaleta y me reviso. Sí, en efecto, mis sospechas se confirmaron. Estaba sumamente mojada. Me limpio mientras pienso en el porqué de ésto. El mentirme a mí misma siempre me ha resultado fácil, pero últimamente ya no lo era. Era obvio lo que estaba pasando. Alicia me excitó.

Al salir, estaba allí mi joven compañera, la cual me toma de la mano, mientras caminamos hacia la salida. En eso, me encuentro con Sandra y su novio. Al parecer, a Sandra se le antojó ir al cine cuando le dije que Alicia y yo saldríamos también.

Nos saludamos, nos presentamos y conversamos un poco. Ya nos despedíamos cuando llega Ana, una conocida en común, también del jet set. Me interrogó sobre mi rompimiento, y al ver que estaba con Alicia, aún tomadas de la mano, me pregunta: - ¿Y quién es ésta niña?- Sandra intentó salir al paso, pero yo, con una señal, le hice ver que todo estaba bien. Pude haber dicho que era mi prima, mi sobrina, una amiga. Pero lo que dije fue : -¿Oh, ella? Ella es mi compañera-. Ana se veía confundida, pero por fortuna se despidió y se fue. Sandra sonrió, y también se despidió y se fue. Alicia y yo nos dirigimos entonces al auto.

Todo el camino nos fuimos tomadas de la mano. Platicamos sobre la película y las palomitas. Al llegar a casa nos sentamos en la sala a descansar. Es cuando Alicia me pregunta: - ¿Qué quisiste decir con "compañera?-. No supe qué responder en el momento. Pero tras unos segundos, y tras tomarle de las manos, le contesto: - Compañera es... alguien especial, que te hace sentir feliz y contenta. Alguien con quien puedes platicar, jugar, o llorar. Una compañera es alguien a quien ...-. - ¿Alguien a quien quieres?- Me interrumpe, mirándome con sus tiernos ojos, grandes como la luna, verdes como aguamarina, y expectantes como un gatito. Extendiendo, léntamente, mi mano derecha, hasta tocar suavemente su mejilla. Ella cierra sus ojitos, y sonríe. Mi corazón palpita a mil por hora. No sé que está sucediendo con exactitud, pero mi cuerpo parece actuar por su cuenta. Con mi pulgar acaricio suavemente sus labios de coral. Ella abre sus ojos nuevamente. Al verlos, reacciono nuevamente, y finalmente le contesto:

- sí, es alguien a quien quieres-.

Tras ese momento de trance no sucedió gran cosa. Ella sonrió, me abrazó, y seguimos conversando sobre varias cosas. Finalmente, luego de unos momentos de bostezar, se retira a su habitación. Le doy las buenas noches y yo misma me retiro a mi cuarto, suspirando, con mi cabeza dando vueltas, aún sin comprender que acaba de suceder en la sala de mi casa. Me recuesto en mi blanda cama, y tomo el celular. Más llamadas perdidas, más mensajes bloqueados, y ningúna notificación. Decido marcarle a Sandra. - Hola Ari, ¿cómo estás?-, me contesta animada. - Bien, creo... oye ¿vas a estar ocupada mañana por la mañana?-. -Mmm... no, creo que no tengo planes...-. Un poco nerviosa, le digo: - ¿Podemos vernos en algún lado?, tengo que platicar contigo-. Quedamos de vernos en un café que acostumbrábamos. Tras colgar, caigo profundamente dormida, sin ni siquiera haberme vestido para ello.

Me despierto temprano, y tras bañarme y vestirme, voy a la habitación de Alicia. Aún duerme, pero despierta al escucharme. - Voy a salir un momento mija, te quedas solita OK? Hay panqués de microondas y cereal en la cocina -. - ¿Te vas a tardar?- me pregunta, inquieta. - No, voy con Sandra pues quiere platicar conmigo de algunas cosas, no me voy a tardar- . Ella sonríe y se acurruca nuevamente. Salgo despacio del cuarto, y cuando estaba cerrando la puerta, me detengo. - No te apures Ari, no me voy a salir, te voy a estar esperando aquí-, me dice. Era cierto, eso era lo que en verdad me preocupaba, y de algún modo esa niña pudo leer mis pensamientos (o mis sentimientos). Más tranquila, acudo al sitio de mi encuentro con Sandra.

Al llegar, al café, la veo en nuestra mesa de siempre: en un rincón, junto al jardín, bastante apartada de las demás mesas. Allí, refugiada tras una humeante tasa de café, la veo recibirme, sonriente. Conversamos un momento, pido mi taza de té chai y finalmente me pregunta: - y bien, ¿de que querías hablar conmigo?-. Siento mi rostro sonrojarse un poco, y tras dar un sorbo a la taza, le digo, suspirando: - pues, quería hablarte de... de Alicia-. Ella abre sus ojos, sorprendida: - ¿En serio? Creí que querrías hablarme sobre la boda cancelada o Jorge -. - No, eso ni me apura en realidad, es un capítulo cerrado de mi vida y uno que preferiría olvidar -. Ella me observa y me interroga de nuevo: - ¿Y qué hay con la niña?-. Tras contarle lo que sentí al creer que se había ido, lo del parque, lo sucedido en el cine, lo que sentí cuando nos tomamos de las manos, lo de la plática en el sillón de la sala, de cuando la acaricie en el rostro y en los labios, ella me mira con seriedad, da un sorbo a su café que acababa de llenar nuevamente la camarera, cierra sus ojos y me dice, con un tono de voz serio pero relajado: - Ari, lo que te voy a preguntar lo hago como tu amiga... ¡no!... como tu hermana. Y creéme que contestes lo que contestes, nada, pero absolutamente nada va a cambiar lo que siento por ti, el cariño y el afecto que te tengo, y la profunda amistad que nos une, pero por favor, sé sincera al contestarme-. Sorprendida por sus palabras, únicamente asiento con la cabeza y la escucho mientras me pregunta, sin rodeos: - ¿Te gusta Alicia? -.

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Sentí que el tiempo se paralizó por completo. La sangre se me fue a los pies y a mi rostro, el cual sentía al rojo vivo. Mi corazón se estremeció, casi dolorosamente, al escuchar las palabras de mi amiga. Tratando de disimular mi sorpresa, y casi temblando, doy un sorbo a mi taza de té. Volteé a verla. Allí estaba, sonriendo comprensivamente. Creo que ella ya sabía mi respuesta, pero quería escucharla de todas formas. - Bueno... claro que no... es decir... ella... es que...-. No podía articular bien las palabras. Finalmente, cierro los ojos, respiro profundamente y contesto: - pues... creo que... creo que sí. Alicia me gusta-.

Sandra suspira de alivio. Al observar mi nerviosismo y que estoy a punto de estallar en llanto, toma mi mano, estrechándola. Con eso me calmo un poco, y entonces mi amiga comienza a hablar nuevamente: - Me da gusto, ¿sabes?, me da mucho gusto porque es la primera vez que te veo así: ilusionada, enamorada...-. Levanto mi mirada para verla, siento ya que una lágrima recorre mi mejilla. Sandra continúa: - sólo recuerda: ella es una niña aún, y hay gente que no es tan tolerante al respecto. Debes tener cuidado. En lo personal, creo que Alicia siente lo mismo por tí. Lo ví en sus ojos cuando fuiste a verla-. Toma algo de aire y prosigue: - si crees que ella es la persona correcta para tí, lucha por ello, y sean felices. De hecho, creo que ya eres feliz en éste momento. Nunca te había visto tan contenta y entusiasmada en lo que llevo de conocerte-. Tras tranquilizarme, seguimos conversando un rato más. Al despedirnos, ella me abraza y me dice lo contenta que está de verme así. Ella aborda su vehículo, y despidiéndose con la mano, y con una gran sonrisa en la boca, se retira.

Entro a la casa, y veo a Alicia en la sala, aún con pijama, jugando con Katy. Me quedo unos segundos viendo tan enternecedora escena, y procedo a únirme en su juego. Tras dejar exhausta a la pobre felina, Alicia me pregunta: - ¿qué tienes Ari?-. Sorprendida, le pregunto el porqué de su pregunta, a lo que ella me responde: - no sé, te ves como más... contenta, más.. bonita-. Sonrío, y le acaricio la mejilla. Luego le pergunto a dónde quiere ir, a lo que, entusiasmada, me responde que quiere ir a comer algo rico.

Tras bañarse y cambiarse con una falda escocesa y una blusa con cuello y manga corta, subimos al auto. En el camino, recordé mi conversación con Sandra, y cómo Alicia notó mi cambio tras haber reconocido (hacia mí misma) mis sentimientos por ella. Tomo de la mano a mi compañera, y así vamos todo el camino. Ella está visiblemente contenta por ir así. No podía creer lo que me pasaba. Nunca imaginé que algo así pudiera sucederme. Para empezar, Alicia es otra mujer. Siempre salí con chicos, aunque como ya mencioné, nunca sentía la chispa o la emoción por estar en una relación. Nunca creí fijarme en otra pesona de mi mismo sexo... o eso me decía siempre. Como ya dije, solía ser muy buena para mentirme a mi misma, pero en retrospectiva, creo que era algo que se veía venir. Es decir, me excitaba cuando me veía al espejo mientras me vestía, o cuando alguna chica linda pasaba a mi lado, la miraba fijamente, argumentando que veía la clase de ropa que llevada puesta. Es más, en un par de ocasiones, terminé "sin darme cuenta" mirando algunos videos porno. La acción chico-chica era excitante, sobre todo al observar las reacciones de ella, pero debajo del video, en la sección de videos sugeridos, había unos videos lésbicos. Por curiosidad, vi algunos de ellos, y allí estuve un rato, viendo cómo dos (o más) chicas se besaban, se acariciaban tiernamente y se hacían el amor apasionadamente. Tras verlos, terminé sumamente excitada y húmeda. Tanto, que me avergonzé de mi misma y nunca más vi videos pornográficos. Y permanecí en negación acerca de mi sexualidad... hasta hoy.

Pero eso no era todo. Claro que no. La otra parte es que Alicia es quince años menor que yo. Quince años. Igual no sería problema si ella tuviera veinte y yo treinta y cinco. Pero no, ella sólo tenía doce años. Podía decirse que aún era una niña, sonre todo con lo delgada que era y el busto en desarrollo que tenía. Quizá ni siquiera había menstruado. Aún era muy joven. Tendría que ser cuidadosa si quería mantenerla a mi lado. En ese momento me preguntaba cuáles serían los sentimientos de Alicia hacia mí. Sandra dijo que se veía en los ojos de la niña que así eran. Por ello, al detenernos frente al restaurante, la miro a los ojos. La niña me miró, dulce y tiernamente, y pude ver el amor en sus ojos. Es difícil de describir, pero fue así. Seguimos mirándonos frente a frente, y en eso Alicia se acerca a mí y me da un rápido beso en la mejilla, tras lo cual de inmediato se sienta en el asiento con el rostro encendido y la mirada baja. Sonrío, y mientras la tomo suavemente por la barbilla, y mirándola a los ojos, le digo suavamente: - gracias por el beso-. Ella me dice: - el otro día... el primer día que me quedé contigo... cuando me quedé dormida tras platicarte mi historia... un ángel me dio un hemoso beso en mi mejilla... y ahora quise devolverlo, porque me gustó mucho ese beso-. Me quedé sin palabras. Me quedo mirándola, allí, sentadita, con su angelical carita infantil, con su esbelto cuerpo, sus largas piernas... creo que me estaba enamorando cada vez más de ésta joven chica. La tomo de la mano y la invito a bajar del auto.

La comida transcurrió sin contratiempos. Alicia sin duda era la más dulce de las niñas que había conocido. Era inteligente, amable, inocente, pero a la vez, usaba palabras que parecían sacadas de algún libro de poemas de amor. Todo eso me encantaba de ella, y cada vez más estaba más abierta a demostrarlo.

Tras comer, paseamos un rato, tomamos un helado, fuimos a caminar por el jardín principal, fuimos de compras al súper... en fin, cosas cotidianas. Eran ya casi las 10 de la noche cuando llegamos a casa. Nos dirigimos a descansar a la sala y nos sentamos un rato. Tras charlar un rato, tomo de la manita a Alicia, y le digo: - Mija, desde hace unos días hay algo que tengo que decirte...-. La niña levanta las cejas, sorprendida. Continúo: - quiero pedirte disculpas por haberte atropellado esa noche. De veras lo siento. Fui una tonta. Acababa de pelearme con alguien y estaba tan enojada que no prestaba atención a lo que hacía... por favor, disculpame-. La niña se acerca a mí, se acurruca en mi pecho y me dice suavemente: - no te apures, Ari, claro que te perdono, como te dije, el ser atropellada por tí fua algo bueno. Yo creo que Diosito nos puso en el camino de ésta forma. Si eso no hubiera pasado esa noche... nunca te habría conocido... nunca me habría sentido así como me siento ahora...-. Tragando saliva, y movida por las dulces palabras de la niña, le pregunto, mientras le acaricio suavemente el cabello: - ¿y cómo te sientes ahora? -. Alicia sonríe mientras levanta la mirada para verme. - Pues...- contesta, y continúa: - me siento muy feliz contigo Ari, me gusta mucho estar contigo, me gusta mucho salir contigo... me gusta mucho...- .

En ese momento no pude más. Interrumpo a la niña mientras la tomo suavemente de su barbilla y acerco su rostro al mío. Ella se sorprendió, pero creo que entendío lo que estaba sucediendo, porque de inmediato cerró suavemente sus ojos. Acercamos nuestos rostros cada vez más, hasta fundirnos en un bello beso. El sentir sus labios contra los míos era la sensación más maravillosa de todas. Nunca había sentido esto al besar a mis "novios". No. Los labios de la niña eran suaves, cálidos, delicados. Comienzo a acariciarle su cabello mientras nos besamos. No necesitamos palabras. Alicia sólo imitaba mis movimientos para perfeccionar nuestro primer beso. Con mis labios abría ligeramente los de ella, mientras los acariciaba con mi lengua. Ésto pareció excitarla pues se estremieció un poco. Yo misma me estaba excitando ante tan embriagante experiencia. Suavemente introduzco mi lengua en su boca y busco ansiosa su propia lengua, y tras hallarla, comienzo a lamerla y chuparla suave y delicadamente. La niña comenzó a gemir y lleva su mano a mi cintura, acariciándo suavemente mi cadera. Era una experiencia totalmente nueva para mí. Me sentía en trance, en éxtasis. No podía creer que estuviera pasando ésto. Mi cuerpo parecía actuar por sí mismo. Comenzé a acariciar la espalda de Alicia, así como sus caderas, y empecé a besarle el cuello y los hombros. Cuando volteaba a verla, ella se encontraba sumida en su propio éxtasis, jadeando, con los ojos cerrados, mordiéndose el labio en señal de placer.

Me sentía ardiendo. Mi vulva estaba lubricando como nunca antes. Apretaba mis muslos uno contra el otro para tratar de satisfacer el ansia de placer, en vano. Nos separamos un momento, jadeando, y es cuando ella me dice: - Te amo Ari -. Contuve las lágrimas, pues a pesar de que eran lágrimas de alegría, no quise arruinar el momento ni asustar a la niña. Finalmente le digo: - y yo a tí Alicia, te amo -.

Reanudamos así nuestros besos y caricias. La niña se sienta en mis piernas, con los rostros frente a frente. Alicia comenzó a besarme el cuello, con lo cual me estaba llevando al límite. Mientras lo hacía yo empezé a acariciar sus piernas, sus muslos, mientras llevaba mis manos cada vez más y más arriba, por debajo de su falda. Alicia estaba lamiendo mi cuello. Me sorprendí de que ella supiera de ésto, pero luego me contaría de que vió algunas cosas en la vecindad, como algunos chicos teniendo relaciones con las muchachas de allí. En eso, Alicia sume su rostro en mi escote, entre mis pechos, y comienza con una mano a masajear suavemente uno de ellos por encima de mi blusa. Mis manos van recorriendo sus muslos hasta llegar a sus nalgas. En eso me percato de que está usando la tanga que le obsequié. Al notar mi cara de sorpresa, Alicia se ríe pícaramente con una de sus manos cubriendo parcialmente su boca, cosa que me encendió aún más.

Procedo así a acariciarle sus suaves nalgas. Me sorprendió lo firmes y redonditas que estaban, a pesar de estar tan delgada. Supongo que era su encanto escondido. Comienzo a recorrer la tela de la tanga, la cual estaba ya húmeda en la zona que cubria su más íntima zona. La niña estaba excitándose más y más, al punto de que decide bajarme la blusa junto con el sostén, sacando uno de mis grandes senos. La niña se retira un poco, y decide sacar el otro también. Se retira y se queda sentada en mis rodillas unos instantes, contemplando mis desnudos senos, con mis grandes areolas rosadas y mis pezones erectos como nunca en mi vida. La niña se muerde el labio, y con voz suave me dice : - me encantan tus pechos Ari -. - Entonces disfruta de ellos mija – le respondo con mi voz entrecortada por la adrenalina del momento. La niña comienza a sobar con las yemas de sus dedos mis pechos, acaricia suavemente mis pezones, los pellizca tiernamente, y finalmente acerca sus labios a ellos, con su lengua de fuera.

Casi siento un orgasmo al sentir su húmeda y cálida lengua en mis pezones. No creí que mis pechos fueran tan sensibles. Empieza a chupar mis pezones, primero con suavidad, y luego con ansias y mucha pasión. Yo estaba gimiendo a viva voz, acariciando las nalgas de mi compañera, sobándo por encima de su tela húmeda sus genitales. En eso, tratando de detener un poco la intensa estimulación del momento, la invito a mi habitación.

Caminamos hacia mi cuarto, yo iba aún con los senos de fuera. Al llegar, Alicia se sorprende: -Es la primera vez que entro a tu cuarto... es muy lindo-. Tras decir eso, nos arrojamos a la cama. Comienzo a quitarme la blusa y el sostén, así como mi pantalón, quedando sólo con una tanga negra de hilo dental. Ella hace lo mismo: comienza a quitarse la blusa, quedando sólo en sostén. Tras ello, se desata la prenda poco a poco, dejando así que vea su lindo pecho en desarrollo. Así, me acerco a sus pequeños senos, y comienzo a besarlos, a lamerlos, a chuparlos. Era increíble cómo cabía en mi boca un pecho completo, y era muy excitante el ver a Alicia reaccionar ante mis caricias. Nos recostamos una al lado de la otra, besándonos en los labios. Alicia está ocupada acariciando con sus manitas mis senos, mi abdomen, mi espalda. Comienza a acariciar mis nalgas. Yo respondía con caricias similares por todo su hermoso cuerpo. En eso, mi mano se halla ya por encima de su pubis. Estaba por dar un gran paso. La niña estaba sumamente excitada, por lo que procedo a meter mi mano bajo su tanga y acariciarle su vulva.

Mi corazón palpita con fuerza al sentir su cálida vulva. Sus labios aún eran los de una niña, sin ningún vello aún. Su humedad es extraordinaria. Con mis dedos comienzo a localizar su clítoris, el cual se escondía tímidamente entre sus labios. Finalmente, lo encuentro, y con movimientos suaves y rápidos, procedo a estimularlo. La niña gemía de placer y se retorcía de gusto. Comienza a besarme más apasionadamente, a la vez que acerca su mano a mis genitales, deslizándo su manita lentamente por debajo de mi tanga. Al sentir su mano, siento un delicioso escalofrío en mi cuerpo. Sus suaves manos localizan mis genitales, adornados por un coqueto corte con sólo una línea de vello. Ella comeinza a sobar mi vulva y mi clítoris, el cual está por estallar. Así duramos un rato, masturbándonos mutuamente mientras nos besábamos.

Tras unos momentos, siento que ya no puedo más. Mi orgasmo es inminente. Es quizá la primera vez que siento uno. Siento que la sensación es cada vez mayor. Pero al abrir mis ojos, veo que Alicia está muy sonrojada, retorciéndose de placer. Su propio orgasmo está cerca. Decido que tengo que esperar a que ella termine primero, pero es muy difícil. Finalmente, cuando creía que había alcanzado mi límite, Alicia se despega de mis labios, gimiendo de placer, dejando salir una abundante y cálida humedad de su infantil vulva. Con ello, yo misma dejo salir mi orgasmo, mojándome como nunca en mi vida, gritando del más satisfactorio placer que halla sentido.

Acostadas, jadeando, tomadas de la mano, Alicia me pregunta: - ¿Fue tu primera vez?... porque yo nunca había hecho algo así... y la verdad fue lo más hermoso que he sentido en mi vida -. Sonrío, la beso y le digo con suavidad: - sí cariño, fue mi primera vez... y también fue maravilloso para mí-. Tras eso, nos besamos nuevamente, cada vez más apasionadamente. Comienzo a besarla más y más, recorriendo su cuello, sus senos, su ombligo... le beso sus piernas, sus caderas, sus ingles... Finalmente, coloco mi cara frente a su enrojecida vulva. Su olor era fascinante, delicioso, me excitaba de sobremanera su fragancia. Inhalo profundamente hasta llenarme de su aroma. Tras ello, le separo con mis dedos sus labios, dejando al descubierto su tímido clítoris y su pequeña abertura vaginal. La niña me observa con mirada perdida, totalmente embriagada de placer. Con la punta de mi lengua comienzo a lamer su vulva. El sabor era increíble. Yo misma me sentía escurrir aún sin ser estimulada. La niña gime más y más fuerte por la deliciosa sensación que cruzaba por su cuerpo. Finalmente, su cuerpo se tensa, deja salir un apagado grito de placer, y con sorpresa, siento que un chorro de líquido llena mi boca, la cual seguíe pegada en su vulva. La niña tuvo un orgasmo tan intenso que la hizo eyacular. Ésto me excito demasiado y yo misma sentí un orgasmo. Tras recuperar el aliento, Alicia se sienta, me acuesta y se coloca entre mis muslos y dice: - Ahora me toca -.

Sus movimentos de lengua eran rápidos, audaces, ansiosos. Volteé a mirarla, y la observé lamiéndo mi vulva, con los ojos cerrados, saboreando cada centímetro y cada gota de mis jugos. Siento una nueva sensación, similar a querer orinar. No sé que hacer, el estímulo de Alicia es demasiado intenso, y dejo salir todo: un grito, mi orgasmo, mi propia eyaculación. Cuando recupero el aire, veo que Alicia está sentadita, sonriendo ampliamente, con la cara llena de mi néctar. Nos besamos apasionadamente, en eso, decido intentar algo que ví en mis andadas por cierta página de videos sexuales.

Siento a la niña frente a mí, le separo las piernas, y haciendo yo lo mismo, me acerco a ella hasta que nuestras vulvas entran en contacto una con la otra. Creo que por instinto, Alicia comienza a mover sus caderas. Yo hago lo mismo. La sensación de su húmeda y ardiente vulva contra la mía es increíble. No sé cuantos orgasmos más tuvimos al hacer eso. No sé cuántas veces más eyaculamos. Al final, exhaustas, sobre las sábanas empapadas de nuestros jugos, nos acurrucamos, y tras darnos un tierno beso, caímos dormidas sin darnos cuenta.

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Despierto después de un rato. Aún tengo entre mis brazos al desnudo cuerpo de Alicia, la cual duerme profundamente, con una sonrisa en su boca. Con mucho cuidado, salgo de la cama, saco una sábana seca del clóset y la cubro con ella. Voy al baño y tras vaciar mi repleta vejiga, me veo al espejo. Realmente me veo distinta. Lo que acababa de pasar hace un par de horas en mi cama fue la experiencia más maravillosa de mi vida. Comienzo a llorar. Llorar de alegría, porque Dios me permitió encontrarme con ésta frágil y hermosa ángel que duerme desnuda en mi cama. Salgo del baño, y me acuesto junto a mi joven amante. Al sentirme, me abraza y se acurruca en mi pecho. Así quedamos dormidas el resto de la noche.

Al día siguiente el Sol parece relucir con más brío, los pájaros parecen cantar más lindo, el aire se respira más limpio. Abro los ojos y recuerdo que no estoy sola. No. Tengo a la más dulce de las compañías a mi lado. Con dulzura, le doy un beso al tiempo que la despierto. La niña abre sus hermosos ojos, y sonriendo me da los buenos días.

Como un par de niñas (bueno, ella técnicamente lo era) nos metemos al baño juntas, jugando. Nos metemos bajo la ducha para asearnos y refrescarnos. Comenzamos, de nuevo, con nuestros juegos. Al principio eran juegos normales, pero se fueron haciendo más y más sensuales. Hacer el amor bajo la ducha fue una nueva experiencia, igualmente mágica que la de anoche. Nuestros cuerpos enjabonados frotándose entre nos ofrecieron una gama de sensaciones sumamente eróticas y placenteras. Tras un buen rato bañándonos y tras no sé cuantos orgasmos, salimos hambrientas de la regadera, nos vestimos, ella con un suéter de manga larga y unos pantalones sumamente entallados multicolor, y yo con una minifalda de mezclilla y un top, y fuimos a desayunar. De nuevo, no acudí a clases. Seguramente todos en el salón creeían que era debido a que estaba deprimida por mi boda cancelada. Nada más distinto a la realidad. Lejos de sentirme deprimida, me sentía feliz, contenta, llena de energía y gusto por la vida. Alicia fue la que hizo ese cambio en mí.

El día transcurrió con normalidad. Desayunamos en un pequeño restaurante, tras ello fuimos a una plaza comercial a mirar los aparadores, pero terminamos comprando varias bolsas de ropa y accesorios. Comimos una deliciosa paella en un pintoresco restaurante español y paseamos por las calles de la ciudad, siempre tomadas de la mano, disfrutando del estar vivas. Alicia me dice de pronto: - Me gustó mucho lo de anoche Ari... me gustó el hacerlo contigo... y dormir contigo -. Tenía ganas de besarla, pero me contuve y sólo la abracé, al tiempo que le digo: - a mí también me encantó todo lo de anoche, de hecho me gustaría que ya durmieras todas las noches conmigo, ¿que dices?-. La niña asiente encantada. - Y también tendremos que pasar toda tu ropa al clóset de nuestro cuarto, ¿verdad?-. La niña me abraza, llorando de alegría. Nuestro cuarto. Ya no éramos ella y yo por separado. Ya éramos nosotras.

Ya eran casi las dies de la noche, los antros del centro de la cuidad comenzaron a llenarse, a pesar de ser lunes. Decidí que mejor regresaríamos a casa a descansar. Cuando cruzábamos por uno de ellos, me pareció ver algunas caras familiares. Parecían varios de los amigos y amigas de Jorge. Me puse algo nerviosa. Primero porque venía tomada de la mano de Alicia. Segundo, porque Jorge no tomó muy bien el rompimiento y tenía tendencia a ser algo violento. Tercero, por la circunstancia anterior, temía que lastimara a Alicia.

Cruzamos enfrente de dicho antro. En efecto, eran los amigos de Jorge, bebiendo en pleno día laboral. Seguramente allí estaba él, pero no quize voltear. Tras dejar el establecimiento detrás, suspiro de alivio. Alicia lo nota y me pregunta si me pasa algo. Le digo que no, que todo está bien. Ella me toma del brazo y vamos así, caminando juntas hacia el estacionamiento. En eso, oigo un grito detrás de mí: - ¡Regrésate maldita puta! A mi nadie me deja así cabrona, ¡ven o voy por tí!-. Mi corazón se aceleró, y volteo a ver. Si, era Jorge, quien venía, con copa en mano, hacia mí. Varios de sus amigos y amigas lo seguían, riéndose. Llega conmigo y comienza a gritarme: - ¡No te voy a dejar ir perra, tú eres mía y siempre vas a ser mía, y por mis huevos que así va a ser por la buena o por la mala! -. Realmente estaba asustada. Jorge estaba obviamente pasado de copas y sumamente enojado. Instintivamente me pongo enfrente de Alicia, protegiéndola. - Cálmate Jorge, no hagas una escena, ya te dije todo lo que tenía que decirte y sigo en pie con lo del rompimiento. Ya no te necesito, entiéndelo por favor -. Mis palabras fueron apagadas nuevamente por sus gritos: - ¡Cállate! ¿!Que ya tienes otro o qué pinche puta!? -. En eso ve a Alicia. Mi corazón estaba al mil por los nervios. La pobre estaba detrás de mí, asustada, casi llorando. - !Y quién es ésta pinche niña!- dice al tiempo que trata de sujetarla. Con eso, me le puse enfrente tratando de detenerlo. Al no permitirle tocar a Alicia, su frustración llegó al máximo y me aventó, con lo cual caí estrepitosamente. Volteo a ver a Jorge quien se dirige hacia mí. En ese momento deseé haber tomado las clases de karate cuando era niña en lugar de las clases de ballet. Se veía sumamente enojado, me arroja su copa, pero logro esquivarla. -Vas a ver cabrona, ahora sí vas a ver -. Me preparé a recibir un golpe. Pero en eso, sale Alicia y le da un puñetazo en la cara. Jorge se desconcierta ante ello, y trata de golpear a la niña. La agilidad de Alicia hace que logre esquivarlo, y le da una patada en sus pies, haciendo que Jorge se desestabilize y caiga brutalmente de cara. Ni las manos puso el bastardo.

Comenzaron las risas y burlas de sus compañeros. Se oían cosas como "te madreó una morrilla wey", o "iii que mal pedo que te partiera la madre una niñita". Yo estaba sorprendida. Ante la confusión, tomo de la mano a Alicia y salimos corriendo de allí. Estaba asombrada. Supongo que el vivir en la calle le enseñó una o dos cosas a Alicia. Al llegar al auto, nos miramos y nos echamos a reír. Le doy las gracias y la beso en los labios. Nos besamos más rato, cada vez más apasionadamente. La adrenalina del momento, el ver cómo Alicia me rescató y estarla besando tan sensualmente en el auto terminaron por excitarme de sobremanera. Así, arranco el auto y vamos a casa.

Me sentía demasiado excitada. Quizá fue ver a Alicia no como una linda lolita, sino como una "príncipe azul" que vino a mi rescate. El punto es que en cuanto llegamos a casa, comienzo a besarla apasionadamente, al tiempo que comienzo a acariciar su cuerpo. Llegamos a nuestra habitación y nos sentamos en la cama. Alicia comienza a meter su mano bajo mi falda, y haciendo a un lado la tela de la pantaleta, comienza a masturbarme. A mi vez, meto mi mano por debajo de su pantalón hasta acariciar sus suaves nalgas. Me sorprendió el hecho de que no estuviera usando ropa interior. Comienzo a acariciar su vulva, la cual ya estaba bastante húmeda. En eso, se me ocurre algo. Recorro mi dedo hasta el delicado ano de Alicia, el cual comienzo a masajear. Alicia parecía disfrutarlo bastante. En eso, se pone de pie y se quita la ropa, mostrándose su deliciosa desnudez. Yo también me desnudo, y me recuesto en la cama. -Ven- le digo, y la hago que se coloque encima de mí, mirando a mis pies, para formar un 69. Procedo a acariciar su delicioso trasero, lo beso, lo lamo, y también comienzo a lamer su vulva. Alicia comienza a hacerme lo mismo. Separando mis labios, comienza a lamerme mi vulva, introduciendo su lengua en mí. Estábamos ardiendo. Yo seguía lamiendo con entusiasmo la vagina de la niña, saboreando sus jugos con gusto, con su ano pegado a mi nariz, lo que me permitía inhalar su dulce aroma. En eso, decido comenzar a masajearle el ano nuevamente. Era increíble como ese pequeño anito respondía a mis caricias: se contraía y luego se relajaba abriéndose muy ligeramente. Mi lengua no puede más, y comenzé a lamerle el ano. No sé porqué me excité tanto al hacerlo. Tanto que tuve un par de orgasmos, lo cual hizo que Alicia lamiera más y más vigorosamene, al tiempo que movía sensualmente sus caderas en mi cara. Mi lengua recorrió cada milímetro y cada pliegue de su rosado anito, el cual sabía delicioso. Decidí introducir ligeramente mi lengua en él, lo cual hizo que Alicia gimiera de placer. Tras lamerle su ano, comienzo de nuevo a lamer su clítoris, pero ésta vez decidí introducir la punta de unos de mis dedos en su orificio trasero mientras lo hacía. Sentía las paredes de su esfínter apretar mi dedo vigorosamente, y comienzo a sentir que Alicia literalmente escurre de su vulva: está teniendo un intenso orgasmo. Rendida, cae encima de mí. Toma aire, luego voltea a verme y me dice: -Eso fue genial, yo también quiero probarte de allá atrás-. Así, nos ponemos de lado, para así ambas poder tener una mejor vista del trasero de la otra.

Llena de lujuria, inmediatamente comienzo a lamerle el ano, primero suavemente, luego más vigorozamente, tratando de introducirle mi lengua, mi dedo, mi cara. Ella empezó a besarme y lamer mis nalgas, y posteriormente comenzó a masajear mi ano con uno de sus dedos. La sensación era increíble, asombrosa. Había cierto morbo en el sexo anal que lo hacía extraordinariamente excitante. Cuando sentí su lengua en mi ano, me estremecí y sentí tener un intenso orgasmo. Entonces procedo a lamerle más apasionadamente el de ella, haciendo que se viniera ota vez, y otra, y otra, y no sé cuantas veces más. Igualmente yo, sentía un orgasmo tras otro. Tras unos minutos de intensos orgasmos anales, nos acostamos una al lado de la otra, riéndonos. - ¿Somos unas pervertidas verdad? -. Me pregunta. Yo asiento, la abrazo y la beso en los labios.

Aún agitadas por el sexo, Alicia finalmente pregunta algo que seguramente tenía en la cabeza desde hace un buen rato: - Ari, ¿quién era ése que te atacó?-. Procedo a contarle mi historia. Ella escucha atentamente mientras le digo lo falsa que era mi vida antes de conocerla. Al ver que estoy llorando, la niña me abraza. - Éres lo mejor que me ha pasado Alicia, eres todo para mí... te amo como no tienes idea-. La niña me da un suave beso en los labios, y me dice: - Gracias por todo lo que me has dado Ari. Quiero estar contigo para siempre. Te amo- .

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Por la mañana me desperté yo primero, y volteo a ver a mi ángel que yace junto a mí en la cama. Nunca me había sentido tan feliz. Extrañamente, lo primero que hice antes de salir de la cama fue, rezar. Casi nunca lo hago, siempre me consideré alejada de Dios, pero últimamente he tenido grandes pruebas de su amor y de su existencia, que no pude evitar darle las gracias por todo esa mañana.

El resto de la mañana transcurrió como es usual: falté (de nuevo) a clases, ésta vez decidimos desayunar en casa, jugar con Katy, disfrutar del estar juntas. Ya eran como las tres de la tarde, cuando estábamos haciendo de comer, que suena el timbre de la casa. Me sorprendí pues casi nunca recibo visitas, y cuando las tengo primero me avisan desde la puerta de acceso al fraccionamiento. En fin, tomo el interfon y pregunto quién es: era mi padre.

Algo nerviosa, voy a la puerta y lo recibo. Mi padre, quien vino solo, pasa a la casa. Le ofrezco algo de comer, a lo cual accede. En eso se percata de la presencia de Alicia, a quien saluda amablemente, y la niña, un poco tímida, hace lo mismo.

- Vine para platicar contigo Ariana- dice mi padre con voz grave. Ya oigo venir el sermón sobre la importancia de los compromisos sociales, sobre el estátus, sobre el linaje, etcétera. Pero en lugar de ello, me sorprende cuando me dice: - Sabes, hija, yo siempre te apoyaré en tus decisiones. Tu madre no comparte tanto ésta opinión, pero ya se calmará... siempre lo hace...-. Hace una pausa, toma un bocado, y continúa: - Si cancelaste la boda, tus motivos has de tener. A mí lo único que me importa eres tú. Tú siempre has sido diferente a tus hermanas, por eso vine a platicar contigo. Quería dejarte bien en claro que lo único que deseo es tu felicidad. No me importa si te casas o no, o si te enamoras de alguien pobre, alguien rico, de un hombre, de una mujer, de alguien más viejo, de alguien más joven... no me importa siempre y cuando tú seas feliz-.

Con lágrimas en mis ojos, me lanzo hacia mi padre y lo abrazo, llorando de alegría. No sé porqué dijo esas palabras. ¿Acaso sospechaba algo sobre mi sexualidad? ¿Fué porque vió a Alicia conmigo? No lo sé, y nunca me molesté en averigüarlo. Me sentía feliz de contar con el apoyo total de mi padre.

Tras comer y charlar otro rato, mi padre se prepara a retirarse. Hizo un espacio en su apretada agenda para volar desde la capital para verme, pero ahora iba de regreso para seguir con su trabajo. Antes de irme, finalmente hace la pregunta: - ¿Y puedes decirme quién es ésta adorable jovencita?- dice, mientras voltea a ver a Alica, quien sonrojada, se oculta detrás de mí. Así, procedo a contarle nuestra historia, claro, omitiendo ciertos detalles que eran o muy explícitos, o que bien aún no me sentía preparada para contarle. Mi padre sonríe y me dice: - Me da gusto que hayas encontrado a alguien que te acompañe. Pero como siempre lo he dicho: si vas a hacer algo, hazlo bien. Mañana te enviaré los datos de un juez amigo mío para que te ayude a que seas la tutora legal de Alicia. Así podrás enviarla a la escuela y ser la responsable de ella. Otra cosa más: ya no faltes a clases y por favor...- mi padre toma aire y dice: - si ése imbécil te pone la mano encima de nuevo, avísame y me encargaré de él-. Diciendo ésto, se despide de nosotras y aborda el taxi que lo esperaba en la puerta desde hace unos minutos.

¿Cómo supo mi padre de mi incidente de anoche? Nunca lo sabré. Supongo que alguien lo publicó o le avisaron personalmente. Una vez que mi padre se fue, yo tomo de las manos a Alicia y le pregunto: - ¿Oíste eso? ¿Quieres que sea tu tutora para que podamos estar juntas para siempre?-. Alicia, con los ojos llenos de lágrimas, sonríe, me abraza, me besa y me dice: - Claro que sí Ari, quiero estar contigo para siempre -.

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EPÍLOGO

Pasaron varias cosas desde aquél día. Inscribí a Alicia al colegio, y yo retomé mis clases. Aún recuerdo el primer día de Alicia, se veía tan hermosa con su uniforme que no pude evitar hacerle el amor en cuanto llegó de la escuela. El convertirme en la tutora de Alicia resultó ser muy sencillo gracias a las influencias de mi padre, quien por cierto seguía manteniéndome mientras estudiaba. Una vez que me gradué, y gracias a las recomendaciones de mi padre, pude instalarme en un lucrativo puesto de negocios. Alicia también la estaba haciendo en grande. En le escuela demostró ser brillante, y si bien era tímida, era bastante energética y asertiva. Como una manera de dar gracias a la sociedad y a Dios, me asocié con Sandra e iniciamos una fundación para ayudar a los niños y niñas en situación de calle. Era mucho trabajo, pero la fundación creció cada vez más, lo cual nos llenó de satisfacción. Alicia y yo seguimos tan enamoradas como siempre o incluso más. He decidido que nunca la separaré de mí, y yo nunca me alejaré de ella. Ella fue quien llegó a mi vida y llenó ese vacío. Desde que estoy con ella, ya no me siento sola, ya no me siento apartada de todos, ya no me siento alienada, ya no me siento... abandonada.

FIN