La princesa y los panties

by Kia

Tras finalmente salir del clóset a mis 30 años, y tras una decepción amorosa terrible, donde perdí a mi mejor amiga (de la cual estaba enamorada), decidí tomarme una semana de vacaciones, yo sola, en una playa en un lujoso hotel.

Luego de registrarme esa tranquila mañana de domingo, y de que un amable bellboy me llevara a mi habitación, me recosté en la cama. Me sentía sola, aún triste, pero el sonido de las olas golpeando la arena, la cálida brisa que entraba por mi ventana, y las copa de tequila que me acababa de tomar, terminaron por relajarme.

Me asomo al balcón, con una increíble vista a la playa. Se alcanzaban a ver algunas personas asoleándose en la arena, y las albercas se encontraban casi a tope, y se escuchaba todo el bullicio de las personas que estaban disfrutando de su último día de estancia. Para esto, opté por hospedarme en un hotel familiar, no en un hotel para adultos. Quería pasar desapercibida y no dar la impresión de que voy a buscar pareja o una aventura de una noche.

Para mí, a mis treinta, todo una profesionista, con un círculo social bien formado, con expectativas familiares altas, fue difícil declararme homosexual. Ya me conocía como tal desde la secundaria, cuando me dí mi primer beso con mi mejor amiga. Para ella fue al parecer sólo práctica, para mí fue una epifanía. Tras ello, busqué parejas sexuales en la clandestinidad. Citas de sólo una noche, nada serio. Era una vida excitante, pero me sentía vacía. Necesitaba sentirme no sólo deseada, sino amada. Mi amiga Dora, a quien conocía desde hace algunos años, siempre me pareció atractiva, y sin darme cuenta me fui enamorando de ella. Tras una fiesta, donde ella había tomado un poco de más, la llevé a casa en mi auto (siempre suelo ser la conductora designada porque no acostumbro a beber). Ella estaba con una actitud que me pareció un tanto de coqueteo. Ella también era soltera y sin novio desde hace varios años, por lo que pensé que tendría oportunidad con ella. En su casa, la siento en el sillón, la comienzo a acariciar en el rostro e intento besarla. Ella me detiene, se carcajea, y me pregunta qué rayos estoy haciendo. Le confesé mis sentimientos, ella se rió y me dijo que estaba loca, antes de quedarse dormida. El lunes siguiente en el trabajo, ella me llama por teléfono y me dice muy seriamente que ya no la busque ni la llame, pues ella no es "de esas".

Por fin me levanto de la cama, me pongo uno de los trajes de baño que traje conmigo, un bikini por cierto, color rosa intenso, muy sexy para algunos. Me pongo bloqueador en todo mi cuerpo. Frente al espejo me maquillo discretamente, mientras veo mis ojos verdes y mis voluptuosos labios. Bajo a la alberca a buscar un camastro dónde recostarme bajo la sombra en espera de que el bloqueador surtiera efecto (no quiero que mi blanca piel sufra quemaduras). Tras un rato de búsqueda, encuentro el camastro perfecto bajo una sombra a la orilla de la piscina familiar. Me recuesto, me pongo mis gafas de sol y me relajo. Pido una piña colada y me refresco mientras pasan los 20 minutos recomendados por el fabricante de Eclipsol.

En la alberca hay un montón de niños y niñas jugando, así como varias sexys mamás cuidando de sus retoños. Pero alguien llama poderosamente mi atención. Es una niña, de unos 6 años, muy bonita ella, una carita blanca, cabello castaño claro largo hasta media espalda, con una cola de caballo. Su ojos grandes y azules como el cielo, sus labios color coral, carnosos. Su redondeada carita mostraba una hermosa sonrisa con unos dientes blancos, perfectos, aunque con una que otra pieza ausente (mudanza de dientes, supuse). Estaba un poquitín alta para su edad, delgadita, con un vientre plano, un pecho igualmente plano, pero con un trasero que me pareció muy, muy atractivo: redondito, apretadito, tamaño perfecto, prominente, con sus piernas igualmente bien torneadas y largas. Parecia como cuerpo de gimnasta o nadadora. Llevaba puesto un traje de baño azul marino, de una pieza, que se veía muy sexy en ella. Sexy. Una palabra que no creí usar para describir a una niña de 6 años. Pero al ver su mojado traje de baño pegarse a su cuerpecito, marcando sus pezones infantiles, y metiéndose entre sus glúteos, sentí que comenzaba a lubricarse mi vulva.

Desoncertada, me pongo de pie, me quito el sombrero y me meto a la piscina, esperando que el agua fría me hiciera olvidar de esos pensamientos hacia esa pequeña. Era la primera vez que me sentía así. Bueno... honestamente no lo era. A lo largo de varios años, navegando en internet, me encontraba "accidentalmente" con páginas de modelaje de niñas, y otras de lolicon. Al principio las veía por curiosidad, pero al notar que mi cuerpo reaccionaba ante esas imágenes, en un acto más de negación que de otra cosa, cerraba esa pestaña del navegador y abría otra de porno lésbico convencional.

Doy gracias a Dios porque mis lentes de sol no revelaban hacia dónde estaba mirando, pues a pesar de estar dentro del agua (la cual estaba bastante tibia para mi sorpresa) seguía dirigiendo mis ojos hacia esa niña, y mi vagina seguía produciendo sus jugos. Tenía miedo de que llegaran los padres reclamando el porqué no quito los ojos de su hija, y llamaran a la policía o algo así. Pero nunca pude ver a los padres de la niña. Se veían los padres de los otros niños gritando cosas como "Jonathan, no empujes a tu hermano" o "Paty, cuidado con la resbaladilla", pero ningún rastro de los padres de mi musa, a quien yo seguía mirando fijamente, casi descaradamente. En algún momento pensé en tomarle fotos, pero creí que eso sería demasiado. En fín, me puse a nadar un rato, siempre mirando a mi angelita. En eso, yo creo que la niña sintió mi mirada, y voltea conmigo. Me observa con esos grandes y hermosos ojos, y me sonríe, al tiempo que me saluda con su mano derecha. Yo me sonrojé súbitamente, como pude, devolví el saludo sonriéndole de vuelta, y decido que es mejor ir al restaurante a comer algo. Salgo del agua, voy a cambiarme y me dirijo al restaurante, con mi mente aún en esa hermosa niñita.

Tengo que admitir que mis ojos buscaron a esa niña durante la comida, pero no la hallé. - Ni hablar- suspiré. Y me dirigí al cuarto a descansar un poco del calor al abrigo del aire acondicionado.

Por la tarde, antes de ir a comer, decido ir al área de computadoras, pues decidí ir sin mi laptop y eso de navegar en el teléfono no es lo mío. Evito a toda costa el Facebook, pues no quiero saber de nadie en éste momento de reflexión. Veo algunos artículos, noticias, algunos tablones de imágenes, en fin. En eso, oigo a una mujer que entra junto con una niña. Era ella, con su madre. No me pareció haberla visto en la alberca. Su madre era bastante atractiva, pero parecía prestar más atención a otras cosas, menos a su hija. Probablemente era soltera, no lo sé. La madre toma una máquina y comienza a hacer algo en Power Point. La niña toma otra máquina y va a una página de juegos en flash. Allí estaba, sentadita con sus sandalias rosas con piedrería, un delgado vestidito floreado, su pelo en cola de caballo adornado con un broche de estrellas de mar. Comienzan a platicar de algo, pues al parecer el cumpleaños de la niña estaba cerca:

- Mami, ¡que me vas a regalar en mi cumpleaños?

- No lo sé hija, espérame... ¿dónde dejé esas facturas...?

- ¿Sabes que quiero mami?

- ufff... ¿qué, Melanie? Así supe que esa hermosa muchachita se llamaba Melanie.

- Unos panties usados

Casi escupo mi limonada al oír eso. La madre, más enojada que sorprendida, le dice:

- ¿unos panties usados? ¡Y de quién o qué!

La niña continuó:

- sí, unos panties usados: unos tuyos, unos de mi hermana mayor, otros de mi tía Celia, otros de mi amiga Fernanda, otros de tu amiga, ¿cómo es que se llama? Esa muy bonita... ¡Clara!, y otros de la miss Tere...

Estaba totalmente sorprendida ante la respuesta de la niña, sobre todo ante la naturalidad con que lo decía. Mi mente comenzó a divagar preguntándose para qué quería una niñita unos panties de mujer usados. Al parecer su madre tenía la misma duda:

- ¿y para qué quieres unos panties usados? Preguntó al tiempo que ponía al lado del escritorio un grueso fólder.

- ¡porque me gusta olerlos!

Casi me desmayo tras oír esa respuesta. La madre no parecía demasiado sorprendida.

- Tú estás loca. Ya te he dicho que no pienses esas cosas.

- pero es que sí me gusta olerlas, cuando las huelo, siento algo raro en mi colita... algo rico

Tras escuchar eso, siento que mi vagina tiene un espasmo y se moja notablemente. Oficialmente, estoy excitada, y mucho. Mientras sumo mi mirada en mi monitor, afino mis oídos para seguir escuchando, al tiempo que aprieto mis muslos, porque mi excitación es mucha.

- Ya te dije que dejes eso, y espérame aquí que tengo que ir a la sala de juntas. Te veo para comer en una hora. Y ya deja esas cosas ¿de acuerdo? Si no, no va a ver fiesta.

- Está bien mami... nos vemos al rato.

Tras esto, la madre se pone de pie y se retira. La observo mientras se aleja, observando su voluptuosa figura, contoneándo sus caderas mientras camina.

Melanie sigue jugando en la computadora. Está a dos máquinas de distancia. Estamos solas en ese cuarto. Volteo a verla, y ella voltea y me sonríe. Hago lo mismo, y la saludo, tratando de ocultar mi nerviosismo.

- Hola. Melanie, ¿verdad?

- sí, y tú cómo te llamas?

- C... Carolina Respondo con la boca seca, como llena de algodón. Tratando de sacar algún tipo de conversación más... interesante, le pregunto:

- ¿Y va a ser tu cumpleaños pronto, Mel?

- Sí, el próximo mes, el 27. Voy a cumplir 7 años!

La edad que calculé fue la correcta. Queriendo tener una plática más sexy le interrogo sobre los panties.

- oí que de regalo quieres... unos panties usados verdad? Por qué?

Mirándome tímidamente, me contesta, sonrojada:

- es que... yo... no le vayas a decir a nadie eh?... pero es que me gusta oler los panties usados de mujeres. Es que una vez fui a casa de mi amiga Ana, y fui al baño y su mamá que es muy bonita dejó sus panties allí, y estaban usadas. Eran unos panties negros como de encaje. Y los ví y no se por qué se me ocurrió olerlos y me gustó el olor, además de que en mi colita sentí rico no sé por qué.

Nerviosa como nunca, le continúo preguntando:

- ¿y haces eso muy a menudo?

- a veces, sobre todo con la ropa de mi mami o mi hermana, pero casi siempre la esconden o la llevan luego luego a la lavandería.

- ¿y te gustan todas las panties?

- no, sólo la de las mujeres bonitas, o también niñas. Es que una vez ví en internet unas fotos de unas modelos de ropa interior y me gustó mucho verlas, y las ví mucho tiempo, y sus pantaletas se me hacían muy lindas, pero vino mi mami y me regañó y me dijo que no debía ver esas cosas. Eran unas modelos muy bonitas.

Casí mordiéndome el labio, le pregunto:

- ¿bonitas? ¿Y las panties que le pediste a tu mamá son de mujeres bonitas?

- sí, todas ellas son muy bonitas. Parecen modelos.

Mirándome de arriba a abajo, agrega sonriendo:

- ¡tú también eres muy bonita como modelo de ropa interior!

¿Modelo, yo? Nahh... Es decir, soy algo alta (170 cm), mi cara es linda, mi cabello a los hombros... pero... mi busto es bastante grande, copa E (herencia de mi madre), y aunque tengo una cinturita y un vientre plano, mis caderas son muy anchas y mis nalgas, bueno, bastante generosas (eso sí, sin celulitis). Más que cuerpo de modelo yo diría que es de actriz porno. Pero no por eso dejé de sentirme menos halagada por su comentario.

- ¿de veras te parezco bonita?

Pregunto, con una evidente emoción en mi voz

- sí, es más, en la alberca creí que eras la mujer más bonita de allí

- ¿me viste en la alberca?

- sí, ¿a poco no te acuerdas que te saludé?

Así que sí recordó que me vió en la alberca. Me sentí orgullosa, me sentí... feliz. En eso, se acerca a mí sacando algo de su bolso. Era un teléfono celular. Bastante costoso, contra agua, contra polvo, con cámara... un gadget muy sofisticado y caro para una niña de 6 años. Comienza a cambiarle la tarjeta de memoria.

- es más, mira, te voy a enseñar algo pero no le digas a mi mami, y no te vayas a enojar por favor...

- te lo prometo... ¿qué ocurre?

- es que te tomé unas fotos en la alberca...

- ¿en serio? ¿Y por eso no quieres que le diga a tu mamá?

- sí, porque ella a veces me revisa el teléfono y si ve fotos de una mujer en traje de baño me va a castigar

Tomo su teléfono y comienzo a ver las fotos. Ella me mira, nerviosa, pero emocionada. La primera foto está algo movida, soy yo de cuerpo entero, de pie junto al camastro. Otra foto, más clara, soy yo acostada, otras en la alberca, y llego a una que me llama poderosamente la atención. Es un acercamiento a mi trasero, y estoy, como dicen vulgarmente, "comiéndome" el bikini. La volteo a ver a los ojos, ella me ve y pregunta, temerosa:

- ¿estás enojada porque te tomé esta foto?

- no... no realmente, sólo que me sorprendió...

- se te ve muy bien tu cuerpo en esa foto, por eso te la tomé. Y éstas otras también...

Diciendo ésto, me enseña unas fotos de mi busto (mi pezón se alcanzaba a apreciar a través de la tela del bikini) y otra de mi zona pélvica, donde se veía claramente mi corte brasileño.

Me sentía más y más mojada, al grado de empapar por completo mi tanga negra. Le entrego el aparato a Melanie.

- ¿Te gustaron?

Me pregunta.

- sí, son muy lindas... muy lindas

- ¿puedo quedármelas Caro?

- sí, si, claro...

Tras un rato de silencio, me pregunta:

- ¿cuánto tiempo vas a estar en el hotel Caro?

- 5 noches, ¿y tú?

- también. Vine con mi mami a un viaje de negocios. ¿Y tú vienes sola?

- sí, vine sola, a relajarme un poco.

Mirando hacia el suelo, balanceando sus piernas, me pregunta:

- Caro, ¿me puedes dar tu número de teléfono? Para platicar y que no estés tan sola y yo tampoco...

Nunca antes me sentí tan emocionada porque alguien me pidiera mi número. De hecho, había mantenido apagado mi teléfono desde que llegué, pero ese era un gran motivo para encenderlo, cosa que hago en el momento.

- Por supuesto, es el... mmm... permíteme... es el 55 6693452

Ella lo anota en su teléfono, y me marca. Su número aparece en la pantalla de mi aparato.

- ¡y ese es mi número!

Para ese momento estaba tan excitada como nunca en mi vida. Decidí hacer algo un tanto peligroso.

- Mel, te voy a dar algo prestado, al ratito que me veas me lo devuelves ¿sale?

- ¿Sí, que es?

- y tampoco le digas anda a tu mami ¿de acuerdo?

- ¡de acuerdo!

Miro a los lados cerciorándome de que no halla nadie alrededor. Me inclino sobre la silla y rápidamente me quito la tanga metiendo la mano debajo de mi vestido. De prisa la cubro entre mis manos y se la entrego a Melanie, quien me observa con los ojos abiertos, sorprendida. Estirando sus manitas, toma mi mojada prenda.

- ¡está muy mojada..!

Dice susurrando al tiempo que la guarda en su bolso.

- ¿por qué está tan mojada Caro? ¿Hiciste pis?

- no, no es pis... luego te explico ¿sale?

- Está bien... muchas gracias, luego te la devuelvo... ehhh...

En eso suena su teléfono, acelerando aún más mi ya taquicárdico corazón.

- Es mi mami... ¿bueno? Sí, aquí estaba platicando con una señora...

¿Señora?, bueno, creo que ya tengo edad para pasar como tal.

- sí, ya voy, nos vemos ahorita mami... adiós.

- ya me voy Caro, te veo luego para darte tu ya sábes qué... adiós!

- Adiós Mel!

La niña sale casi corriendo del cuarto, sujetando fuertemente su bolso, como quien lleva algo muy valioso. Suspiro, y decido que es hora de ir a comer también, pero primero tengo que ir a ponerme algo de ropa interior a mi habitación.

Mientras me pongo otra pantaleta, pienso en las posibles consecuencias de lo que hice. ¿Se dará cuenta su madre? ¿Qué pasaría si así fuere?. Y sobre todo, me pregunto sobre mis verdaderas intenciones con esa niña. No dejo de pensar en esa pequeña y en lo mucho que me excitó el sólo conversar con ella. ¿Qué es lo que realmente espero de ella? ¿sexo?... ¿qué piensa ella de mí? Es decir, hoy muchos niños (gracias a la maldita TV e internet con artículos alarmistas y pseudocientíficos) están conscientes del abuso infantil y de los pederastas y pedófilos. Yo nunca me he visto como una pedófila, pero esa niña, de veras me movió el piso. Además, abusar de ella es algo que nunca haría. Me gustaría, honestamente, tener contacto físico más íntimo con ella, pero sin lastimarla ni hacer nada que ella no quiera. Pero eso sí, si ella quiere, llegar hasta donde me sea posible.

Llego al restaurante, tomo mi plato y escojo mis alimentos. Oigo a lo lejos una voz que hace que mi corazón palpite fuertemente de emoción. Es Melanie, platicando con su madre, alegremente. Parece que todo está bien, todo normal. Me quedo viéndola un momento, de espaldas a su madre, quien no se percata de mi presencia. La niña me ve, se sonroja y sonríe timidamente. Su rubicundez era tal que la madre le preguntó qué le pasaba, a lo que la niña respondió con un "nada". Tras comer voy a la alberca. Eran alrededor de las tres. Me puse un sexy bikini y me recosté junto a la piscina familiar. Realmente esperaba que llegara Mel. Pero no la ví. Tras un buen rato, decido ir a asomarme al snack bar, y a la playa, pero nada. Un tanto desilusionada, me recuesto en un camastro en la playa, viendo al mar azul, azul como los ojos de mi hermosa pequeña. Nunca me había sentido así, ni mucho menos en tan poco tiempo. Me sentía un poco tonta sintiéndome como una adolescente enamorada, y sobre todo por una niña tan pequeña. En eso, escucho que llega un mensaje a mi teléfono. Creí que era del trabajo, o quizá Dora. Sin mucho entusiasmo, tomo mi teléfono. Era un mensaje de Mel. Me había olvidado que le dí mi teléfono y yo tenía el de ella. Leí, con el corazón a mil por hora, su mensaje, el cual decía:

"Hola Caro salí de paseo con mi mami espero estés bien en el cuarto fui al baño con tu panti estaba muy mojada todavía y olía muy rico y tamién la probé y tenías razón no es pis es otra cosa que también sabía rico hasta mi colita se mojó y sentí raro hasta me toqué un poco pero mi mami tocó la puerta y tuve que salir al rato de devuelvo tu panti tqm"

Eso fue todo. Fue mi límite. Tomé mis cosas, fui de prisa al cuarto, me desnudé y comenzé a masturbarme. No podía creer lo mojada que estaba. Estaba literalmente escurriendo, bastaron sólo unas cuantas caricias en mis labios y mi clítoris para tener mi primer orgasmo. Pensaba en Mel. La imaginaba oliendo y lamiendo mi húmeda tanga. Me la imaginaba oliendo y lamiendo mi húmeda vulva. Le la imaginaba entre mis brazos, acariciando su plano pecho, sus deliciosas nalgas y su virginal vulva. Me vine otra vez, y luego otra, y otra más, y otra más. Quedé exhausta. Las sábanas quedaron sumamente mojadas de mis fluidos. Me bañé y me vestí nuevamente. Me recosté en la hamaca del balcón, pensando en Mel. Tomé el teléfono. Quería llamarla. Pero no tuve el valor, no sabía si estaba con su madre. Quedé dormida unos minutos. Me despertó otro mensaje, de Mel. Decía simplemente:

"ya regresé me muero por verte tqm"

Como adolescente emocionada para ir a ver al chico más popular de la prepa, me arreglo, me maquillo, incluso me perfumé, y bajo al restaurante a cenar.

Al llegar, casi no disimulo el que estoy buscando a alguien. Entonces, la veo llegar por la escalera, junto con su madre. Mi corazón (y mi vagina) palpitan. Se ve hermosa, con su cabello suelto, una blusita rosada y una falda holgada, blanca. Para mi sorpresa, se sientan en la mesa de junto. Trato de disimular mi emoción. Mel también se ve visiblemente excitada, con sus mejillas rojas y una sonrisa tímida. Su madre me queda de espaldas y ella de frente, así que puedo disfrutar de su rostro sin problemas.

Aunque su madre despedía un delicioso aroma a perfume y su ceñido conjunto perla le resaltaba su voluptuosa figura, yo sólo veía a su hija de 6 años. Su madre se retira al baño unos minutos, caminando con su particular contoneo y atrayendo las miradas de los excitados varones y de las envidiosas damas. Mel cambia de asiento quedando más cerca de mí, y sacando algo de su bolso, me lo da entre sus manitas:

- aquí están tus panties

me dice susurrando.

Niego con la cabeza y le digo.

- No. Mejor quédatelas, son mi regalo de cumpleaños para tí.

- En serio? genial!

Guarda mi ya seca tanga en su bolso, y me dice:

- te extrañé mucho Caro.

- Y yo a tí princesa.

- Mañana vamos a jugar en la alberca juntas sí? Mi madre tiene junta a esas horas y yo estoy solita toda la mañana.

- de acuerdo, a qué hora te veo?

- mmm... no sé, la junta de mi madre es a las 9, entonces yo creo que a esa hora está bien, pues mi mami y yo desayunamos muy temprano, hasta me enojo porque digo, entonces para que vinimos de vacaciones si me voy a despertar temprano?

No puedo evitar reírme de su inocencia y franqueza. En eso, mi mano, casi por su cuenta, se acerca a su cara y le acaricia su mejilla y su cabello. Ella cierra sus ojitos. Un plato se cae a lo lejos y reaccionamos. Ella sonríe y vuelve a su silla, y yo retomo mi posición. Su madre llega tras un momento y luego se van las dos, con Mel viéndome y sonriéndome mientras se alejan.

Casi no pude dormir esa noche. Estaba muy emocionada. La luz a través de la ventana me despertó. Decido levantarme, bañarme, y ponerme un traje de baño. Uno especial, pues tengo una cita (de juegos) con una hermosa chica (de 6 años). Es un trikini con el abdomen casi descubierto, la espalda desnuda y con cachetero. Muy sexy en realidad, por lo que mejor me cubro ligeramente con una capita. Bajo el elevador casi temblando, y tras desayunar rápidamente, pues ya eran las 8:50, voy a recostarme en un camastro. La alberca está sola. Es temporada baja y además hoy es lunes. En eso, oigo unos pasitos y la veo. Allí está ella, con un traje de baño de dos piezas, con un top muy coqueto, verde con rosa, y un calzoncito verdecito, ajustadito, tanto que se notaban sus labios vaginales. Casi me muerdo el labio al verla.

- Hola Caro buenos días! Cómo me veo?

Me pregunta al tiempo que da una vuelta, lo que me permite ver su espectacular trasero, con su traje de baño dejando ver fácilmente más de la mitad de sus nalgas, e introduciéndose en su pliegue.

- hola Mel. Te ves divina princesa.

- Gracias, tu también te ves muy bonita y muy...

Creo que Mel buscaba la palabra correcta para describirme. Pero por su inocencia no sabía cual emplear. Pero mi sorpresa fue grande cuando finalmente la dice, a la vez que inconscientemente se muerde el labio inferior.

- muy... buena.

Riéndome, me levanto, la tomo de la mano y nos metemos a la alberca. Nadamos un poco, platicamos de esto y lo otro, de su escuela, de cómo su madre es divorciada y trabaja demasiado, al igual que su padre. De su hermana mayor que estudia en otra ciudad, de su gato y de su perro. De que iba a clases de gimnasia y natación también. De su soledad... Yo le platico de mi trabajo, de mi niñez, en fin. Fue una plática soprendentemente amena y relajada. La alberca aún estaba vacía. En eso, ella sale de la alberca, mostrando su infantil pero espectacular cuerpo reluciendo ante el sol de la mañana, y me dice:

- cáchame, Caro!

Y se arroja hacia mí al agua. La atrapo y nos sumergimos en el agua. La tomo de la cintura y salimos juntas, riéndonos. Sigo con mis manos en su cintura y ella me abraza del cuello. Nuestros rostros frente a frente. Sonriendo, sonrojándonos. Con el agua escurriendo en nuestras caras. La abrazo sujetándola más fuertemente, pegando su cuerpo al mío. El sentir su calidez me excitó demasiado. Era obvio que ella también estaba excitada, pues inconscientemente se frotaba los muslos uno contra el otro y los apretaba. Casi automáticamente, mis manos descienden poco a poco, hasta su cadera, y finalmente la tomo de las nalgas, quedándo sentada en mis manos. Estaba en el cielo. Sus firmes y redonditas nalgas estaban ardiendo. La pego más a mi cuerpo haciéndo que ella abra sus piernas y yo quede en medio de ellas, abrazada. Sentía su intenso calor genital en mi abdomen. Comienza, muy lentamente, por instinto, a mover sus caderas y a frotarse contra mí, mientras cierra los ojos. No podía creer que ésto estuviera pasando. Mi clítoris estaba a punto de explotar. Con mis dedos acariciaba sus glúteos lentamente, sintiendo su piel de gallina por mis movimientos. Acerqué mis dedos aún más al pliegue interglúteo, por encima de su bikini, y apreté cariñosamente sus nalgas. Estaba al límite. En eso, ella abre sus ojos, voltea alrededor, y al no ver a nadie más, me pregunta:

- Caro, alguna vez has besado a alguien?

Tragué saliva. Si las cosas iban como pensaba (y esperaba) que iban a seguir, sería un gran paso (y también uno sin vuelta atrás).

- sí, porqué princesita?

- se siente rico?

- pues, sí, sobre todo si es con alguien que quieres y que te gusta

se queda en silencio un momento, y con su rostro encendido me pregunta:

- me quieres?

- pues.. sí, princesa, claro que te quiero!

- y... te gusto?

Suspiro y finalmente salgo (de nuevo) del clóset:

- Sí, me gustas mucho.

Ella sonríe, y me dice dulcemente:

- me das un beso, por favor?

Me sentía en trance. Finalmente, sonrío, y sacando mi mano derecha del agua, le quito el cabello del rostro, la tomo de la barbilla y la acerco a mi cara. Ella cerró sus ojitos y yo, tras echar un último vistazo alrededor, también. Me voy acercando a ella hasta sentir sus suaves labios en los míos. Le doy un pequeño y tierno beso. Me retiro un poco. La veo sonreir y le pregunto:

- quieres otro?

- sí, sí, claro que sí!

En esta ocasión, abro mis labios un poco, y hago que ella también los abra. Tras un rato más largo, me retiro un poquito, ella sigue con su rostro hacia mí con su boquita entreabierta, y le doy otro beso, más apasionado, más largo, más sonoro, acaricio con mi lengua la suya, siento sus dientes, sus labios, su saliva mezclándose con la mía. Finalmente nos separamos, jadeando. Ella sonríe y se recuesta en mi pecho, abrazándome.

- me gustan tus pechos, son grandes y suaves. Crees que yo los voy a tener igual?

- seguramente, querida

Lo más seguro es que así fuera, considerando la figura de su madre.

Duramos abrazadas un rato, luego me suelta, la suelto y se echa a nadar otro poco, y comenzamos a juguetear de nuevo, salpicándonos, o cachándola cuando salía del tobogán, momento que aprovechaba para tocarla más.

Finalmente llegó más gente a la alberca y la intensidad de nuestros juegos tuvo que cambiar. Llegaron más niños, los cuales la invitaron a jugar. Le dije que fuera a divertirse y que yo la observaría desde fuera.

El ver a esa niña inocente jugar como cualquier otro niño en la alberca me causó algo de conflicto. Hace unos momentos estábamos besándonos y acariciándonos, y ahora, sólo era una niña más en la alberca. Pero a la vez, esa misma inocencia que me causaba culpa me provocaba más morbo y excitación.

Tras un rato, llega la madre de Mel, luciendo un traje de baño que resaltaba sus grandes senos y su espectacular trasero. Admito que me parecía sumamente atractiva, pero nada comparado con lo que sentía por Mel. Me quedo otro rato más, luego Mel y su madre salen a comer. Mi estómago me hace hacer lo mismo. Me dirijo al cuarto a cambiarme. Mientras lo hago, me quedo pensando en lo que hicimos Mel y yo. Tenía ganas de masturbarme, pero dejan de servir la comida a las 5 y ya tenía hambre.

En el restaurante no ví a Mel ni a su madre. Supuse que salieron a pasear nuevamente, lo que se confirmó con otro mensaje de Mel:

"mi mami y yo salimos a pasear de nuevo me gustó mucho lo de hace rato ojalá lo hagamos de nuevo tengo muchas ganas de verte y besarte otra vez cuando llegue te aviso tqm".

Hora de la cena. Mi mente está un poco distraída, al grado que olvidé mis llaves en el cuarto y tuvieron que abrirlo por mí. En la cena ví a Mel y a su madre en otra mesa, algo lejos. Resignada, comí de prisa y salí a tomar la brisa nocturna. Sonó mi teléfono. Era Mel:

- Hola Caro donde estás?

- hola princesa, estoy en la playa!

- oye, mi mami va a salir hoy a un pueblo cercano y va a llegar hasta mañana...

Supuse que la señora consiguió alguna cita, nada extraño considerando lo atractiva que es.

- ... y voy a estar solita... no puedes venir a acompañarme?

Ni en mis más locas fantasías aparecía este tipo de escenario. Pero, le dije que ahí la veía en un momento.

Por algún motivo, en mi cuarto, decido ponerme algo sexy. No me puse bra pero sí una tanga muy chiquita y sexy, que deja muy poco a la imaginación. Decidí ponerme un liguero incluso. No sé por qué lo traje conmigo, quizá en caso de tener suerte (aunque no era mi objetivo del viaje). Me puse un ceñido vestido largo, con una abierta casi hasta la cadera de cada lado, espalda desnuda y con un escote bastante generoso, y ante la ausencia de bra, mis pezones rosados resaltaban a través de la tela. Me maquillé, me peiné, me perfumé... cuello, pliegue de codo, abdomen, escote... y entrepierna.

Así, vestida para algo que no sabía si quería que pasara (o si pasaría en absoluto) me dirigí a su cuarto. En el camino resultaba obvio que atraía todo tipo de miradas: libidinosas, celosas, envidiosas, de admiración, tanto de hombres como de mujeres. Así, llego a su habitación. Toco a la puerta y oigo su vocecita:

- quién es?

- Soy Caro, princesa.

Ella abre la puerta, y entro. Ella se queda de pie, viéndome, con la boca abierta, y los ojos abiertos por completo. Era algo graciosa esa escena. Casi estaba babeando.

Ella por su parte se veía deliciosa. Un vestidito corto holgado con diseño floral, unas medias blancas hasta el muslo y dos colitas con moños blancos. Además, creo que se robó algo del perfume de su madre porque olía a tal. Me pregunté qué clase de pantaletita tendría debajo de ese vestido, pero dejé eso para después.

Conversamos un rato, vimos TV, bailamos un poco con los videos, y finalmente, nos sentamos en la cama, y nos recostamos. Ella me toma de la mano y me dice:

- muchas gracias por tus panties Caro, las voy a guardar muy bien como recuerdo.

Río un poco, y mirándola a los ojos le digo:

- de nada princesita, espero que no te las cache tu mami.

- yo también... pero...

Su semblante se pone un poco triste. Y me dice:

- ... ya están secas, no huelen ni saben igual.

Trago saliva. Ésta es la charla sexy que estaba esperando. Tenía que ser sutil, suave, cariñosa, y dejar que pareciera que era ella quien toma la iniciativa.

- pues... si quieres te doy estas también. Ahorita están ya muy mojadas.

Voltea a verme y emocionada dice:

- en serio? Que bien!

Luego medita unos segundos y me dice:

- y por qué nos mojamos? Yo también me siento mojadita

- pues es algo que el cuerpo hace cuando nos sentimos bien con alguien y queremos que ese alguien nos bese y nos toque.

- ... puedo olerlas?

Obviamente se refería a la tanga. Nos incorporamos y me dispuse a quitármela, pero se me ocurrió otra cosa. Con la voz temblando, el corazón a máxima capacidad, y con mis rodillas apenas soportando mi peso, le digo:

- si quieres, va a oler más rico si la hueles mientras la traigo puesta...

Éste era el momento de la verdad...

- está bien eso? No te vas a enojar o algo si lo hago?

- claro que no corazón... al contrario, voy a disfrutar mucho si lo haces.

Le doy un beso en los labios, y le acaricio el rostro. Me pongo de pie y me levanto el vestido dejándola ver mi tanga húmeda, y mi liguero.

- te vez muy bien con esas medias...

- gracias princesita linda...

Ella se hinca frente a mí. Coloca sus manos en mis caderas haciendo que me estremezca un poco. Cierra sus ojitos y se acerca casi hasta tocar me vulva con su nariz. El verla allí, hincada, tan cerca de mi zona íntima, con tan sólo 6 añitos de edad, me llevó al máximo de excitación. En eso siento su respiración en mi clítoris. Comienzo a jadear de placer. Ella me aprieta las caderas con sus manos las recorre hasta tocar y acariciar mis nalgas. Mi vagina sigue produciendo más y más fluidos. Es cuando ella pega su nariz en mi tanga, haciendo que deje escapar un gemido.

- estás bien? Te dolió?

Me preguntó mirándome a los ojos

- No princesa, al contrario, gemí porque se siente muy rico cuando haces eso...

Diciendo ésto, ella sonríe y pega su nariz a mi vulva, inhalando profundamente. Estoy ardiendo. Con mi voz quebrada le digo:

- también si quieres puedes probarla...

- ah! Sí de veras!

Y así, saca su lengua y procede a lamerme y a chupar la prenda. En su inexperiencia, sus movimientos eran bruscos pero se sentían divinos. No podía más, la tomé de la cabeza y con mucho cuidado, sin dejarme llevar por la pasión y exitación, la presioné contra mi vulva, muy suavemente para que no se asustara. El orgasmo recorrió todo mi cuerpo, hasta hacerme caer de rodillas, gimiendo, casi llorando de felicidad. Tratando de recuperar el aire, volteo a ver a mi joven amante, con su carita mojada por mis jugos, y quien se ve fascinada por lo que acaba de suceder. Le tomo el rostro entre mis manos y la beso apasionadamente.

- eso fue maravilloso Mel... fue maravilloso

- en serio?

Luego de pensar un ratito, algo pasó por la cabecita de Mel y me pregunta:

- Caro, a tí también te gusta oler panties?

- claro...

- quieres oler las mías?

Eso sin duda era algo de las muchas cosas que quería hacer esa noche, así que le dije:

- por supuesto cariño, pero tengo una idea mejor.

La pongo de pie y le desabrocho el vestidito. Se lo quito lentamente, mientras la beso en sus labios, cuellito, y hombros. Se ve algo nerviosa.

- Estás bien princesita?

- Sí, un poquito nerviosa...

- quieres que me detenga?

- n... no

- si algo que haga no te gusta o si te sientes incómoda, dime de acuerdo? Yo voy a hacer todo para que te sientas bien y sientas muy rico, como tú me hiciste sentir hace unos momentos. Pero si te sientes mal, o quieres que me detenga, dime. Te juro que no me voy a enojar y tampoco voy a dejar de quererte. Sale cariño?

Más tranquila, y sonriendo, asiente con la cabeza. Nuevamente comienzo a besarla en el cuello. Trato de contener mi impulso de saltar sobre ella y follarla apasionadamente. Al besarla la oigo gemir de placer, suavemente. Le deslizo el vestido que tenía ya a la altura de la cintura. Se lo quito por completo. Me hago un poco para atrás para contemplarla. Su torso desnudo muestra sus rozados pezones, erectos. Observo su vientre plano con su hermoso ombliguito, y su zona femenina está cubierta por unos calzoncitos de algodón, bastante tiernos, con las figuras de las heroínas de Frozen al frente. Éste último detalle me golpeó como un camión, pues volví a caer en la cuenta de que se trata de sólo una niña. Casi me hace detener todo por completo, pero al verla allí, semidesnuda, con sus medias sexys en sus piernas, con el pecho rubicundo, su mirada ansiosa, sus labios entreabiertos, me hicieron desear el seguir con ésto. Quería que esa niña fuera mía.

La tomo de las axilas y de un impulso la subo a la cama. La recuesto mientras la acaricio en el rostro y el cabello, besándola en los labios. Me excitaba demasiado el hecho de que ella respondía cada vez mejor a mis besos, y a veces era ella quien buscaba mis labios y metía su lengua en mi boca. Con mis labios y lengua recorro su cuello, su pecho y con ansias comienzo a lamer suavemente sus pezones, primeo el derecho y luego el izquierdo. Mientras lo hacía, volteaba a ver la carita de mi joven amada. Ella estaba cerrando sus ojitos, con el rostro encendido, gimiendo de placer, moviendo involuntaria y ligeramente sus caderas. Yo me sentía explotar, y pensé en masturbarme mientras hacía todo ésto, pero éste era su momento, y quería que lo disfrutara al máximo. Comienzo a besar su vientre y a lamer su ombliguito. Aún olía a jabón de baño y al perfume de su madre. Al llegar a su pelvis, comienzo a besarle los muslos y a lamérselos, haciendo que se estremeciera.

- estás bien querida?

Le pregunté. Ella, volteándo a verme, muy sonrojada, y mordiéndose el labio, me contesta:

- sí, si Caro... es que se siente muy rico todo esto que estamos haciendo.

Diciendo ésto, vuelvo a lamerle los suaves muslos. El delicado aroma de su vulva excitada me rodea. Elsa y Anna están ya un poco húmedas. Ese aroma infantil de sus genitales me está volviendo loca. Nunca había olido una fragancia tan deliciosa como la de una vagina infantil excitada. Me coloco frente a su vulva, aún cubierta por su ropita interior, e inhalo profundamente. No puedo más, y finalmente pego mi rostro a su calzoncito, inhalando su dulce perfume. Comienzo a acariciar su vulva con mi lengua a través de la tela de algodón, mientras ella mueve sus caderitas ansiosamente. Me incorporo la contemplo. Extasiada, disfrutando de mis caricias. Voltea a verme, un poco desilusionada porque me detuve.

- qué pasa? Por qué te detuviste?

Me pregunta. Con mucho cariño, le hago una petición:

- Mel, princesa... quiero hacerte algo aún más rico. Me dejas quitarte el calzoncito?

Ella me mira, tímida, y apretando sus ojitos y encendida como el carbón, asiente con su cabecita mientras se cubre la carita con sus manos.

- Segura? No me enojaré si no quieres dulzura.

- sí... estoy segura... pero...

Se sonroja aún más, si es que eso era posible.

- qué pasa cielo?

- ... después tu también te tienes que quitar todo, si Caro?

Sonrío a la vez que le digo que así será. Con mi ansiedad al máximo, tomo los resortes de su calzoncito y comienzo a tirar hacia abajo. Queda al descubierto así su tersa y núbil vulva. Sus labios cubiertos por un suave vello como de durazno, dorado como el sol. Su vagina cerradita por completo, pero lubricada con su néctar infantil. El color de sus genitales hacía más que evidente que la niña estaba sumamente excitada. Casi lloro de alegría ante esa visión. Poco a poco, comienzo a acercar mi boca a sus genitales, mientras le digo nuevamente que si algo no le gusta, o si quiere que me detenga, me diga de inmediato.

Con suavidad comienzo a besar sus labios mayores. Yo misma siento un pequeño orgasmo al hacerlo. Comienzo a lamerlos, suave y delicadamente, como un gatito. Observo su carita mientras lo hago. La niña me mira, fascinada, mordiéndose el labio, con sus manitas agarrando las sábanas con fuerza. Comienza a menear sus caderas. Yo, sigo lamiendo, saboreando su infantil néctar. Lamo sus labios e introduzco mi lengua entre ellos hasta lamer los labios menores. Con mis dedos separo ligeramente sus labios hasta dejar al descubierto su pequeña uretra y encima, su clítoris. Su hermoso, hermoso clítoris, pequeño, rojito por su excitación, erecto. Comienzo a lamerlo muy delicadamente, pues sé que debía estar muy sensible. Ella comienza a gemir, más y más. Sus manitas comienzan a apretar aún más las sábanas. Su cabeza se echa hacia atrás. Comienza a mover sus caderas más bruscamente, haciendo más difícil en controlar mis lamidas. Siento que se moja más y más, y yo gustosa bebo sus jugos. Comienzo a lamer más rápidamente su clítoris. La niña me dice:

- Caro. Siento algo. Creo que me voy a hacer pis...

- no es pis querida. No pasa nada, deja que salga todo mi amor...

diciendo ésto, siento que unas manitas se colocan en mi cabeza, empujándo mi rostro hacia su vulva. La niña se estremece, se pone tensa de todo su cuerpo, y deja salir más néctar de su vagina. Está teniendo un orgasmo. Mi propia vagina estaba inundada.

Tras un momento, mi dulce amante se relaja, y jadeando, voltea a verme. Me acuesto a su lado, le doy un beso en los labios.

- eso fue increíble Caro... sentí demasiado rico. Te amo, Caro.

"Te amo". Esas palabras tan hermosas casi me hacen llorar. Pero me contuve. No quise asustar a la pequeña. Así que la beso nuevamente, y la abrazo.

En eso, casi brincando, se sienta. Me asustó un poco. Creí que había escuchado algo en el pasillo:

- qué ocurre Mel?

- ahora me toca! Quítate los panties!

- claro, pero primero, besame un poco...

Y así lo hace. Siento su infantil boca lamiendo mis labios, mi cuello, mis orejas. Yo estaba extasiada. Mi clítoris estaba a punto de estallar, ansiaba venirme y ya. La niña comienza a jugar con mis pechos. Los soba, pellizca mis pezones, estaba muy divertida. Comienza a darles suaves besos y a succionar, bajo mi instrucción, mis grandes y erectos pezones. Ya no aguantaba, pero tuve que esperar un poco más. Finalmente, la niña me quita la mojada tanga, para lo cual le ayudo (a desabrochar el liguero) y se coloca en posición, con su rostro entre mis piernas. Miraba, fascinada, mis genitales.

- me gustas mucho Caro. Me gusta que tengas pelitos en tu colita. Me gusta mucho como hueles... me gusta ver como sale agua de tu cosita...

Yo sólo la miraba, ansiosa. Ella acerca su boca a mi vulva. Titubea un momento, y riéndose, pregunta:

- ehh ... cómo le hago?

- recuerdas lo que yo te hice?, bueno, me gustaría que hicieras lo mismo conmigo...

Torpemente comienza a lamerme. Como puedo, le voy instruyendo dónde y cómo lamer, aún lo hace un poco brusco y arrítmicamente, pero sin duda es la sensación más excitante de mi vida. En ese momeno siento que necesito más, comienzo a decirle que lo haga más rápido y fuerte. Como puede, lo hace. No bastó mucho para que llegara el momento. Siento mis piernas tensarse y mi vagina contraerse. "Oh oh", pienso. Estoy por venirme. Y yo soy una "squirter". Esperaba que la niña no se asustara, pero ya no aguantaba más. Me vine en su carita y en su boca. Casi pierdo la conciencia tras la intensidad del orgasmo. Ella trepa hasta quedar acostada encima de mí. La abrazo dulcemente. Me dice:

- también sentiste rico verdad?

- así es Mel

- Salió mucha agua de tu cosita... tuve que tomármela casi toda. Sabía rara, pero muy rico...

La beso en los labios saboreándo mi propio néctar.

- Te amo, Mel...

Le dije, y antes de caer dormida, la escucho decir:

- y yo también te amo Caro...

Me despierto, aún con el cuerpo de mi infantil amante desnudo encima de mí. Con cuidado, volteo a ver el reloj: 6 am. Lenta y delicadamente, la recuesto a mi lado. Aún dormía. Tratando de no hacer ruido, comienzo a vestirme, y a buscar cualquier evidencia que nos delatara. A pesar de mis esfuerzos por no hacer ruido, Mel se despierta:

- qué haces Caro, a dónde vas?

- oh Mel, cariño, lo siento, no quise despertarte. Estoy vistiéndome pues ya es de mañana y voy a mi cuarto antes de que llegue tu mamá.

La niña asiente, se para, va al closet y se pone una pijama. Tras hacerlo, se vuelve a acostar.

- ya me voy princesita. Disfruté mucho lo de hoy.

Me acerco a ella y la beso tiernamente. Medio dormida, me dice:

- te veo al ratito en la alberca?

- claro amor. Te veo al ratito.

En mi cuarto, me recuesto otro rato, pensando en lo sucedido. Nunca me había sentido tan feliz en mi vida. Tan enamorada. Me parecía increíble que una niña de 6 años pudiera provocar éstas emociones en una treintona. Hundo mi cara en la almohada, y comienzo a llorar. Las lágrimas salen en abundancia. Algunas lágrimas son de alegría, porque es la primera vez que me sentía amada, y que yo amaba a alguien. Lágrimas de felicidad porque nunca había tenido un orgasmo tan intenso. Lágrimas de miedo: ¿qué pasaría si alguien se da cuenta de lo nuestro?. Lágrimas de culpa: ¿que tal si ella no sabía lo que hacíamos y después provoco un trauma en ella?. Lágrimas de incertidumbre: ¿que sería de nosotras una vez terminaran las vacaciones? Es decir, ella era de ota ciudad, retirada de donde yo residía. Todo ésto me provocaba tantas emociones que lloré por casi media hora.

Me dormí sin darme cuenta. Al despertarme, el despertador marcaba las 8:30. de prisa, me cambio, y bajo al comedor. Ya no había tiempo de bañarme, además la alberca se encargaría de eso no?.

En el comedor veo a una desvelada madre y a Mel desayunando. No puedo evitar sonrojarme al verla, y menos después de lo de anoche. Ella alcanza a observarme y sonríe, y luego de voltear a ver a su madre y a su alrededor, me envía un beso con sus labios. Siento mi rostro encenderse intensamente, y titubeante, volteo a mi alrededor y también le envío un beso. Ella comienza reírse, al grado que su madre le pregunta si algo le pasaba, a lo que ella responde que nada, que vió algo gracioso.

Tras desayunar, voy a la alberca. Hay sólo otras dos personas a ésta hora. Me quito la ropa quedándo sólo en mi bikini, y me dispongo a ponerme bloqueador. Sólo me faltaba la espalda, cuando en eso llega Mel.

- Hola, buenos días!

- hola princesita! Buenos días!

- te ayudo a ponerte crema en la espalda?

Así, comienza a untarme crema en la espalda, mientras estoy recostada. Creo que las otras personas no nos prestaban atención, y si así fuere, no hay nada extraño en que, digamos, una sobrina le ponga bloqueador a su tía. Las suaves y resbalosas manos de la niña se sentían divino. Ella me platicaba sobre su madre, que llegó en la mañana, poco después de que me fuí. Al parecer no sospechó nada. Las manitas de mi musa se deslizaban por mi cintura y hombros, pero sentía que se dirigían en ocasiones hasta mis senos. En eso me dice:

- también te pongo acá abajo?

Obvio se refería a mi trasero. Le digo que sí y comienza a untarme crema. Era excitante sentirla, sus tímidas manos tocándome me estaban excitando. En eso se detiene.

- Todo bien querida?

Le pregunto mientras volteo a verla. Ella, roja de la cara, me dice tímidamente:

- es que... me estoy sintiendo como anoche...

Resultaba obvio que la pequeña estaba excitándose con todo esto. Decidí jugar con ella un poco y le dije que era mi turno de ponerle bloqueador. Así, deslizaba mis lubricadas manos por todo su delicioso cuerpo infantil. De vez en vez rozaba con mis dedos su pecho o su vulva. Ambas estábamos muy excitadas. Como la mujer mayor que soy, me tocó poner alto a esa situación y controlarme un poco. La invito así a acostarse en el camastro de junto.

Tras conversar un rato (me sorprendía lo agradable que resultaba conversar con ella aún a su joven edad), decidimos meternos al agua. Como ya había más gente, nos abstuvimos de actos obscenos explícitos. Sólo nadamos, jugamos, conversamos y nos relajamos. También aproveché para sacarle un montón de fotos a mi niña amante. Fotos, videos, fotos ella sola, las dos juntas, etcétera. En mi mente me lamenté por no haber llevado mi cámara anoche, pero supuse que sería demasiado para la primera cita de amor.

No podía tener suficiente de ella. Me encantaba estar con ella. Salimos al snack bar a comer unas hamburguesas, y disfrutamos del paisaje. Me sentía de maravilla junto a ella. Para mediodía, estábamos nuevamente en la alberca. Ella jugaba con varios niños de su edad. Me encantaba verla así, es decir, después de todo es una niña (aunque ya hayamos hecho cosas pervertidas), aunque he de admitir que de repente me daban celos cuando algún niño o niña le hablaba o tocaba jugando.

Finalmente, llega su madre buscándola para comer. Me inquietó un poco cuando se sienta en el camastro junto al mío (creo que era natural pues es allí donde estaban las cosas de Mel) y me saluda sonriente "buenos días". Me puse nerviosa, he de admitir, tanto que tiré mi limonada en el suelo. Mel sale al encuentro de su madre y también se desconcierta al vernos a las dos juntas. La madre comienza a cambiarla y se retiran a comer. En eso, Mel voltea y me dice adiós con su manita. La madre observa eso y también se despide de mí. Suspiro.

En la comida no pude verla como es costumbre. Supuse que nuevamente estaba de paseo. Me sentía triste en realidad, con muchas ganas de verla otra vez. Cada vez resultaba más evidente que me me estaba enamorando. De una mujer. De 6 años. En tan solo un par de días.

Mi teléfono vibra al recibir un mensaje de Mel:

"hola mi mami me preguntó por tí...

Sentí que la sangre se me bajaba a los pies, y mi boca se secaba, pero seguí leyendo:

... me preguntó si te conocía y le dije que sí que eras mi amiga y que a veces platicabamos y jugabamos en la alberca porque estabas sola y mi mami me dijo que estaba bien, pero que no te molestara mucho y que estaba bien que tuviera amigas grandes. Pero yo no te molesto verdad Caro?"

Cautelosamente, le contesto:

"por supuesto que no princesa. Al contrario. Disfruto mucho estar contigo, tanto que ya te extraño"

Poco después suena otra vez mi teléfono:

"yo también te extraño mucho mi amor. Te amo"

Era casi bizarro lo que estaba sucediendo. Una pequeña niña diciéndome palabras como esas. Pero me sentía muy feliz. Comencé a derramar lágrimas nuevamente. Decido ir al baño a tranquilizarme un poco, y luego ir a la playa a relajarme. Pero antes, le envío mi respuesta:

"yo también te amo cariño"

En el camastro, pensaba en muchas cosas. Como en qué diría su madre si se le ocurre revisar su teléfono y descubre nuestros mensajes, cosa que no quisiera que pasara, pero que a la vez me parecía poco probable tomando en cuenta la inteligencia de la niña, evidenciada por su astucia al esconder las fotos prohibidas en otra tarjeta de memoria. En eso, se acerca una chica un tanto hippie, ofreciéndome tatuajes temporales. "será divertido", pensé. Y decido hacerme uno en la espalda baja, en el coxis. La verdad, lo hice teniendo en mente a Mel, pensé que le parecería sexy.

Tras quitarme la arena y el agua salada, me cambio y mi habitación y voy a cenar. Está bastante tranquilo, quizá porque aún es temprano. En eso, veo llegar a Mel y a su madre, arreglada, con su tez blanca, su nariz respingadita y su contoneo al caminar. Para mi sorpresa, se dirigen hacia mí. Mi corazón casi sale de mi pecho al verlas sentarse en mi mesa; obviamente, por cortesía, la madre preguntó primero si podían hacerlo y, obviamente, por mis nervios y sorpresa, dije que sí.

Charlamos un rato las tres. Para mi sorpresa, Sara, como dijo llamarse la madre, resultó ser una mujer bastante agradable, aunque algo ensimismada y un tanto despreocupada por su familia. Los nervios estaban al mil, pero me tranquilicé cuando por debajo de la mesa, siento que una manita toma mi mano. La estrecho fuertemente y así estuvimos buen rato, hasta que suena el teléfono de Sara, y ésta, despidiéndose, nos deja, no sin antes encargarme a Mel y decirle que tras cenar fuera al cuarto o a ver el show del hotel si quería.

Así, terminamos Mel y yo de cenar de prisa. La noche era joven y decidimos pasear por la playa. Ahí corrimos un rato, jugamos, caminamos, siempre tomadas de las manos, con los dedos entrelazados. Ese detalle era importante para mí. Una amiga me decía que si alguien te tomaba de las manos de una manera normal, no significaba nada, pues así se tomaban de las manos los padres e hijos, o los hermanos, o los amigos. Pero si ese alguien te tomaba la mano y entrelazaba sus dedos contigo, significaba que esa relación era especial.

En la playa, nos detenemos, y nos miramos frente a frente. La cargo para que su rostro quede a mi altura. Ella se ríe, y me abraza por el cuello. No había otra alma en la arena. A lo lejos se oía la música del show, donde estaba toda la gente. Las olas rompiéndose en la costa ambientaban nuestro abrazo.

- te amo.

Me dice ella. Yo, embriagada de amor, y perdida por completo en su hermosa carita, la beso. Nos besamos apasionadamente, amorosamente. No quería que terminara nunca ese momento. Me sentía plena. Me sentía en el cielo.

Esa noche fue larga y triste. La madre de Mel nos alcanzó en el Lobby y tras agradecerme, se fueron a su habitación. Yo me fui sola a la mía. No podía dormir. Pensaba demasiado en ella. Abro el minibar y saco tres botellitas: una de tequila, una de brandy y otra de whisky. No acostumbro a beber, así que eso bastó para ponerme ebria. Lloré desconsoladamente, extrañando a mi niña. Me sentía demasiado mareada, hasta que vomité en un par de ocasiones, una en el pasillo camino al baño, y otra encima de la taza del baño. Tras bajárseme un poco lo ebria, tardo un rato en limpiar mi desastre. Eran ya las 3 am cuando me acuesto y quedo dormida.

Tras bañarme con agua fría, bajo al comedor. Allí estaban Mel y su madre. Con una seña, ésta me invita a unírseles. Desconozco los motivos de la madre de Mel para invitarme. Quizá le caí bien, o le gusté como amiga de su hija, o sólo quería una niñera gratis. No era que me importara, lo importante era que podía estar con Mel.

Como ya era nuestra rutina, jugamos en la alberca buen rato. Luego su madre le llama para ir a cambiarse y a comer. Ya me había resignado a no verla hasta la noche, pero cuando fui al snack bar fue grata mi sorpresa verla allí, con su madre y una gran hamburguesa. En eso, Mel me invita a sentar con ellas. Su ocupada madre nos deja solas tras recibir otra llamada. En eso Mel, que ya estaba sin su traje de baño y con un vestidito verde, muy fresco, me dice:

- Caro, quieres ver algo?

- sí claro, que es princesa?

La niña se pone entonces de pie, y tras un rápido vistazo alrededor, se levanta la falda dándome un pantyshot... o así sería si llevara puestas unas panties. Pero no. Me quedé literalmente babeando. Se sienta riéndo pícaramente. Me acerco a ella y le digo:

- voy al baño, encuéntrame allí en 2 minutos

Ella abre sus ojitos llena de emoción, y asiente con la cabeza.

Así, voy al baño, tomo el destinado a los discapacitados, también me quito las panties quedando sólo en mi falda blanca corta, y espero dos minutos. Los dos minutos más largos de mi vida.

Oigo que abren la puerta y mi corazón se estremece. Oigo unos pasitos de alguien buscando algo. Finalmente oigo que pregunta:

- Caro? Dónde estás?

Abro la puerta del baño y me asomo invitándola a entrar.

Apenas cerré con seguro la puerta, la abrazo y comienzo a besarla apasionadamente. Me siento en la taza y a ella la siento en mis piernas, frente a frente. Comienzo a acariciarle sus piernas y sus nalguitas, y con el dedo medio me atrevo a acariciarle su firme ano. La niña se estremeció un poco pero no dijo nada, seguía extasiada besándome. Comenzé a acariciarle su vulva, la cual ya estaba mojada. Ella llevó su manita hacia mis genitales, y abre sus ojitos, sorprendida, cuando se da cuenta de que tampoco tenía ya ropa interior.

Estuvimos así un rato, masturbándonos mutuamente. Sus movimientos aún eran torpes aunque ya menos. Yo seguía sobando su delicioso clítoris y sus jugos empapaban ya mi mano. Finalmente siento esa tensión en su cuerpo, y más néctar en mi mano. Ella muerde mi labio inferior al grado que me dolía un poco, pero no me importaba, no quería interrumpir su orgasmo. Jadeando, recargada en mi pecho, me dice:

- ahora sigues tú!

Y comienza a besarme los pechos, a los cuales saca de las copas del sostén y comienza a chuparlos. Con una mano me sobaba los senos y con la otra me seguía masajeando mi vulva. En eso, creo yo que curiosa por lo que hice yo, siento que uno de sus dedos se desliza (mojado por mis jugos) hasta masajear mi ano, e intentó introducirlo ligeramente. Con eso tuve y dejé salir mi orgasmo mientras apagaba mis gritos de placer besándo la boca de mi princesa.

Tras arreglarnos, salgo yo primero del baño y tras dos minutos, ella. Nos miramos, riéndonos pícaramente, y nos sentamos de nuevo en el bar, mientras tomábamos un helado. La tarde transcurrió tranquila. Sara se llevó de paseo a Mel. Y yo me quedé extrañándola. Lo del baño fue sumamente excitante para ambas. Tenía tantas ganas de hacerla mía de nuevo.

Por la noche, tras cenar con Sara y Mel, ésta y yo nos vamos a ver el show del hotel. Sara se fue a un festejo o a una junta, no sé (y la verdad no me importaba).

Estaba por comenzar el show, que esa noche iba a estar dedicado a los niños. El destino tiene un peculiar sentido del humor, ya que la temática del show era ni más ni menos que las películas de Disney. El ver a los niños emocionados (incluyendo a mi Mel) me hizo enternecer. Mel era multifacética: tierna novia, inocente niña, apasionada amante. En eso, sale el sketch de Frozen. Al ver a las dos hermanas en el escenario me hizo recordar las panties que Mel usó nuestra primera noche. Comenzé a excitarme. Mel me ve y creo que lo notó. Tras acabar el show, la niña me toma de la mano y me lleva al lobby. Junto al elevador, me dice:

- creo que en tu cuarto será mejor, pues mi mami puede llegar al mío en cualquier momento, y si estoy contigo y llego más tarde, le puedo decir que estábamos platicando.

Y así nos dirijimos a mi cuarto.

El ruido de las olas ambientaba el sonido de nuestros besos apasionados. Estábamos ya desnudas, sentadas frente a frente en la cama, besándonos, acariciándo cada centímetro de nuestros cuerpos. Decido que es tiempo de intentar algo nuevo. Le digo a Mel que se coloque encima de mí, mirando hacia mis pies. Emocionada, lo hace.

- Así podemos lamernos al mismo tiempo y disfrutar las dos a la vez

Le dije.

Así, mi niña se coloca en posición ofreciéndome una maravillosa vista de su trasero. Ya estaba con su conchita toda húmeda, y podía observar plenamente su delicioso anito. Rosadito, estrechito, perfecto, tentador. Con lentitud me acerco a ella y coloco mi rostro entre sus nalguitas. Siento que ella se estremece un poco pero se relaja. Posteriormente siento que ella comienza a tocarme mi vulva con sus deditos, acariciándo mi clítoris inflamado.

El tener mi cara en su trasero era increíble. Su aroma me embriagaba. Inhalaba profundamente mientras tenía mis labios en su vulva y mi nariz en su ano. Comienzo a lamer sus infantiles genitales con suavidad. Me encantaba saborear sus jugos. En eso, siento que ella también comienza a lamerme, gimiendo de placer. Su curiosa lengua se introducía en mi vagina y estimulaba mi clítoris, mientras saboreaba mis jugos. Yo estaba perdida lamiéndole sus nalguitas y su vulva. Luego de unos breves instantes, siento que viene mi primer orgasmo, el cual tengo, intenso, fuerte, mientras sumo mi rostro entre sus glúteos. Me siento extraordinariamente mojada. La niña sigue lamiéndome, lo cual me excita en demasía. Sigo lamiendo su vulva y poco después siento que ella se tensa, y gime de placer. Su orgasmo hace que su anito se abra ligeramente, invitándome a disfrutar de él. Y así lo hago. Llena de lujuria, comienzo a lamer sus nalgas, su pliegue entre ambas, y finalmente, a besar y a lamer su ano.

Parece que ella realmente disfrutaba eso, pues movía sus caderas sensualmente. Con mis manos separaba sus nalgas y lamía suavemente al principio, y luego más vigorosamente su ano. Era realmente delicioso. Mientras lo lamía, cuando sentía que se relajaba, arpovechaba para introducir ligeramente mi lengua en él, además, con mis dedos lo acariciaban e introducía de vez en vez la punta de mi dedo índice en su ano, el cual se sentía increíblemente estrecho y caliente. Aún sin que Mel me tocara (estaba demasiado ocupada disfrutando de lo que yo le hacía) tuve otro orgasmo: el hacerle el amor a su ano me excitaba en demasía. Finalmente, siento que Mel se moja mucho de su vaginita, y se tensa, gritando de placer. Su orgasmo fue intenso, y lo más interesante, fue un orgasmo anal.

La niña cae rendida encima de mí, y tras recuperar el aliento, me dice:

- Eso fue muy bonito Caro... te puedo hacer lo mismo yo?

- claro princesa, a mi también me gusta cuando me acarician mi anito.

Diciéndo ésto, me pongo en cuatro patas, y le expongo totalmente mi trasero a Mel. Volteo a verla y la veo allí, sonriente, mordiéndose el labio, se acerca a mi culo, mientras me dice:

- Me gusta tu tatuaje. No lo tenías antes verdad?

Ya no recordaba que me había hecho el tatuaje, pero me dio alegría que fuera del gusto de Mel

- No cariño, me lo hice para tí... te excita?

Ella asiente con la cabeza. Se acerca a mí y comienza a acariciarme las nalgas, luego, a cada una le da un suave beso. Yo me sentía chorreando. Comienza a besar más y más mis glúteos, hasta que finalmente siento su carita en medio de mis nalgas, siento su respiración agitada, y su ansiosa lengua recorrer mi ano. Era una sensación increíblemente pervertida y placentera. La niña logra introducir su lengua en mi ano, y luego uno de sus deditos, el cual entra por completo. Sigue lamiéndome el ano, cual gatito hambriento. Entonces, mi orgasmo me hace gritar un poco, y dejo caer boca abajo en la cama, respirando agitadamente. Mel se recuesta a mi lado y me besa apasionadamente en los labios. Nos quedamos abrazadas un rato, hasta que decido que ya es tarde. Nos vestimos y llevo a Mel a su habitación.

Esa noche me acosté relajada en mi cama. Aún sentía la lengüita de Mel en mi ano, y aún tenía el sabor de ella en mi boca. Me siento muy feliz, pero de pronto, cual balde de agua fría, me percato de algo: mañana será mi última noche en el hotel.

Mi felicidad empieza a ser desplazada por un sentimiento de tristeza, coraje y nostalgia. No sé que pasará luego de mañana. No sé que pasará después de que Mel y yo nos separemos. No sé que sera mi vida después de ella. Ya no me imagino sin verla. Ella es mucho más que ua aventura de verano, es la primera mujer de la que puedo decir con certeza, que realmente amo.

Pero, decidí dejar de preocuparme y empezar a ocuparme. Si mañana sería mi último día con ella, lo disfrutaría al máximo.

Por la mañana, bajo a desayunar con Mel y su madre, como ya era costumbre. El destino, como ya dije, tiene un peculiar sentido del humor, pero además, a veces nos pone las cosas en el camino y nos deja a nosotros decidir nuestro propia ruta. Sara me dice durante el desayuno:

- Caro, tengo que pedirte un enorme favor, no sé si quieras o puedas hacerlo

Sorprendida, le digo:

- Dime, si está en mis manos ayudarte, así lo haré.

- Bueno, ummm...

Se vé un poco titubeante. Me pregunto si será algo malo o bueno lo que me va a pedir. Acaso me va a pedir que deje en paz a Mel?

- verás, para festejar el cierre del contrato, organizamos una fiesta de toda la noche fuera del hotel... y como tú y Melanie parecen llevarse muy bien, me preguntaba si podías cuidar de ella durante la noche. Regresaría mañana como a las nueve, pues nuestro vuelo sale a las tres.

Trato de disimular mi entusiasmo al aceptar. No así Mel, quien está visiblemente entusiasmada y contenta. Además, mi vuelo salía a la 1, por lo que había tiempo.

El resto del día transcurrió casi con normalidad: jugamos en la piscina, comimos en el restaurante y luego Mel y su madre fueron a su habitación.

- te esperamos a las 9, de acuerdo?

Me dijo Sara. Como sería la última noche con mi princesa, decidí que esa sería una de las noches más especiales para ella. Pedí servicio a la habitación y decoré el cuarto y el jacuzzi, con flores, velas aromáticas y pétalos sobre la cama. Además, pedí comida para cenar íntimamente, además de una botella de vino. Finalmente, busco algo entre mis cosas, algo especial que no creí usar: un pequeño y delgado dildo. Esa noche, quería quedar grabada en la memoria de Mel para siempre.

Esa noche, tomaría su virginidad.

Ya casi es hora, y tras arreglarme y ponerme un lindo vestidito corto, voy por mi musa. Su madre me recibe y me deja con ella. Mel se ve hermosa, radiante, con su boquita coral, sus hermosos ojos, su naricita respingadita, sus colitas de caballo con moñitos, su blusita blanca, su faldita corta escocesa, tableada. Sus medias blancas hasta el muslo. El delicioso aroma de shampoo de chicle de frutas de su cabello...

- Mel, vamos a mi cuarto. Allí estaremos mejor.

Ella asiente, me toma de mi mano (entrelazando dedos por supuesto) y vamos a mi cuarto. Al llegar, le pido que espere un momento en el vestíbulo, mientras enciendo las velas, pongo la música y sirvo la comida. Nos sentamos a comer lasaña y vino tinto. Decidí que le daría a ella también algo de vino. Además yo también bebería sólo un poco. Mi objetivo era relajarla y hacer de su pérdida de la virginidad un evento menos ansioso y más placentero.

Ella bebió su copa de vino, la cual llené a la mitad. Se observaba muy relajada y se reía con facilidad. Además, no dejaba de acariciarme, tocarme los senos y el trasero. Yo me tomé una copa sólamente, como dije, no suelo beber. Finalmente, ella viene hacia mí, y comienza a besarme apasionadamente. Yo la cargo y la arrojo en la cama. Ella me veía, sonriente, feliz. Creo que ella no se había caído en la cuenta de que esa sería nuestra última noche juntas. Su mirada de amor y ternura despertó mi lujuria.

Sin quitarle la ropa, la volteo y hago que se ponga boca abajo, con el rostro hacia abajo y el culito levantado. Así, decido ir por mi cámara y tomar algunas fotos, preguntándole antes si podía hacerlo. Ella aceptó siempre y cuando yo también me dejara sacar algunas. Al verla empinadita, boca abajo, me acerco a su traserito, el cual movía de un lado a otro, como invitándome a probarlo. Comenzé a acariciar sus nalgas, suaves, delicadas, y a besárselas y lamérselas. Me sentía como un animal en celo, quizá por el alcohol, no lo sé. Comienzo a bajarle sus bragas de algodón, deslizándolas hasta medio muslo, dejando al descubierto su delicioso ano y su jugosa vulva. Tomo algunas fotos más, y procedo a acariciarla con mi lengua en todo su trasero. Comienzo con sus nalguitas, luego chupo y lamo vigorosamente su vulva y su clítoris mientras masajeaba con mi dedo su ano, introduciéndo un poco de mi dedo para sentir su estrechez. Comienzo a sentirla my húmeda, y movía mucho sus caderitas, deseosa de más. Comienzo a lamer su ano, el cual estaba ya dilatadito por mi dedo, y pude introducir mi lengua en él un poco más. Me encantaba lamérle el ano mientras sentía sus nalgas en mi cara. Mi vagina estaba como grifo de agua abierto. Con mi mano la masturbo mientras le hacía el rimjob de su vida. En eso, siento que está por venirse y decido lamerle la vulvita. En eso, siento que se tensa, grita de placer y para mi sorpresa, llena mi boca de líquido. Estaba eyaculando. Ésta niña, a sus seis añitos, era una squirter y yo estaba saboreando sus dulces jugos. Eso me excitó de sobremanera, y comenzé a masturbarme por encima de mis panties mientras ella recuperaba el aliento. Ella me observa haciéndo ésto, y se acerca a mí, quita mi mano y la sustituye con la suya, mientras me besa el cuello y, tras sacarme un seno de la blusa, comienza a chuparme el pezón. Me pide que me quite las panties y así lo hago. Ella me dice que me empine al igual que ella y comienza a besarme el trasero y mis genitales, al tiempo que siento sus manitas en mi ano. Me sorprendí un poco cuando introdujo un par de dedos en mi ano, pero eso me excitó aún más, y terminé empapando la carita de mi amada por la intensidad de mi orgasmo.

Aún quiero más de ella. Me volteo hacia mi princesa, la beso y le digo:

- Quieres intentar otra cosa? Algo que hará que las dos disfrutemos al mismo tiempo?

Mel asiente con su cabecita, entusiasmada. Entonces, le indico que se coloque semisentada, con las piernitas abiertas. Aún teníamos puesta nuestra ropa, lo que lo hacía especialmente excitante. Yo me coloco en posición similar, y acercando mi cuerpo al de ella, hago que nuestras vulvas se peguen una con la otra, dándonos un beso íntimo. Era demasiado sexy el sentir su lampiña vulva, escurriendo, ardiendo, pegar contra la mía. Comienzo a mover mis caderas, frotándo nuestros genitales.

- Te gusta princesa?

La respuesta era obvia, ya que comenzó a lubricar más, a jadear y a contonear su pelvis.

- sí Caro... ah...ah... se siente... ah... muy, muy rico...

Tras frotarnos un poco, siento un nuevo e intenso orgasmo. El sentir mi clítoris de adulta rozar el pequeño e infantil clítoris de mi princesa era demasiado. Me vengo, escurriendo, chorreando néctar en abundancia. Pero continúo a pesar de estar muy sensible tras mi orgasmo. Quiero que ella se venga otra vez. Tras un par de minutos, la siento demasiado húmeda, como si se hubiera hecho pis. La niña tiembla, estremeciéndose de placer. Eso confirmó mi tesis de que mi pequeña princesa ya era una squirter a sus seis añitos. Ambas nos recostamos en la cama, recuperando el aliento tras tan intensos orgasmos.

Aún jadeando, me levanto. Le pido que espere un poco mientras enciendo las velas y los inciensos en el baño. Luego, la tomo de la mano y la llevo conmigo. Así, nos desnudamos y nos metemos al jacuzzi a relajarnos. Pero no pasó mucho tiempo antes de que ella comenzara a acariciar mis senos y a besarlos y chuparlos. Comienzo a masturbarla nuevamente. Pasamos un buen rato dentro del agua. Me encantaba sentir su resbalosa piel contra la mía. Besar su infantil boquita. No sé cuantos orgasmos tuvimos. Cinco, siete, diez... me sentía en el cielo. En ese momento era claro que existía un Dios y uno de sus ángeles estaba conmigo, amándome.

Tras salir del agua, vamos a la cama a seguir con nuestra pasión. En eso le digo:

- princesa, sabes que ésta va a ser nuestra última noche juntas?

Ella abrió los ojos, dándose cuenta de ello.

- No te acordabas Mel?

- No. No sé por qué creí que estaríamos juntas siempre...

Casi lloro al oír eso. Pero sólo la besé, y le dije:

- antes de que nos vayamos a casa, quiero hacer algo muy especial contigo.

Tomo el dildo rosado de mi bolso. Ella lo mira con curiosidad.

- Sabes qué es ser virgen princesa?

Le pregunto. Ella, tímidamente me responde:

- pues creo que es cuando una mujer lo hace con un hombre y éste mete su... cosa en... la cosa de ella.

Sonriendo, le digo:

- así es princesa. Ésta noche tan especial quiero que hagamos algo muy especial: quiero quitarte tu virginidad

Ella me mira, extrañada, pensativa. Finalmente pregunta:

- pero... cómo? Tú también eres mujer!

Entonces le muestro nuevamente el dildo.

- con ésto princesa. Quiero que ésta noche sea inolvidable.

Le presto el aparato, y lo analiza.

- Duele?

Le contesto honestamente:

- un poco al principio. Pero ese dildo es muy delgadito y seré muy cuidadosa princesa. A lo mejor sangras un poquito pero nada más un poquito. Luego te va a gustar cómo se siente cuando tienes el dildo adentro y una mujer lo mueve para que disfrutes. Si no quieres, no lo haremos. Pero me gustaría hacerlo porque significaría mucho para mí, y tú tendrás un inolvidable recuerdo mío.

Aún no se veía muy convencida. En eso se me ocurre algo. Mientras la beso, le pregunto:

- quieres meterme el dildo a mí primero?

Ella asiente entusiasmada. Así, me acuesto, y de digo cómo hacerlo. Ella se pone entre mis piernas, me da unos besitos tiernos en mis muslos y vulva que hacen que me lubrique mucho. Toma el dildo y lo mete poco a poco en mi vagina. Por lo delgadito del mismo, entra muy fácilmente. Me estremezco un poco y gimo de placer.

- Te duele Caro?

- no corazón, al contrario, se siente muy rico...

La niña lo introduce aún más:

- ahora sácalo y mételo varias veces, rítmicamente princesa... sí, así...

Elevo la cabeza para mirarla. Se ve muy entrada en lo que hace. Mira fijamente cómo el dildo me penetra. Mordiéndose el labio comienza a hacerlo más rápidamente. Finalmente, me retuerzo en la cama y tengo otro orgasmo.

Ella se acuesta encima de mí, me besa y me dice:

- yo también quiero intentarlo!

La recuesto. Separo sus piernitas. Primero debo excitarla, así que comienzo a lamerle la vulva y el clítoris. Tras llevarla casi al límite, tomo el dildo, aún empapado de mis fluidos, y lo coloco en su introito vaginal.

- si te duele dime y me detengo princesa.

Ella asiente. Comienzo a introducirlo, muy despacio. Su virginal vagina está sumamente estrecha, y aún con ese delgado dildo, batallo un poco para introducirlo. Mirándola siempre para ver si le duele, finalmente logro introducirlo lo suficiente y así rompo la resistencia de su himen, entonces el dildo entra un poco más. La niña cerró sus ojitos en expresión de dolor.

- te dolió mi amor?

- sólo un poquito, como un torzón chiquito. Pero ya no me duele tanto... ahora siento raro, siento rico...

Saco el dildo un poco. Lo observo con un poquito de sangrado. No mucho, supongo que lo pequeño de su himen hizo que el sangrado fuera escaso. Lo introduzco de nuevo, y luego lo saco otra vez. Cada vez era más sencillo el hacerlo, y era obvio que Mel lo estaba disfrutando. En eso, me dice:

- ahí viene Caro, otra vez...

Fue un hermoso espectáculo el ver su orgasmo. Saco el dildo, mientras ella seguía jadeando con los ojos cerrados. Observo el dildo, lleno de sus jugos, con un poquitín de sangre. No sé por qué, lo chupé, saboreando sus fluidos. Lejos de repugnarme, me hizo sentir más cerca de ella. Nos recostamos, abrazadas. Ella durmió primero, o eso creí, pues cuando comenzé a llorar pensando en el día de mañana, ella me dice:

- No llores Caro, vas a ver que vamos a estar juntas.

Creo que en su infantil imaginación ella daba por hecho de que íbamos a seguir juntas por siempre. Le doy un beso en la cabecita. Ella se voltea para verme y me dice las más maravillosas palabras que he oído:

- Caro... quieres ser mi novia?

Con lágrimas en los ojos, sonriendo como nunca en mi vida, y cubriéndole su carita de besos, le doy la única respuesta que podría darle:

- claro que sí princesa. Sí quiero ser tu novia!

La noche se pasó muy rápido. Más rápido de lo que hubiera querido. El despertador sonó y me apresuro a despertar a mi joven novia. Novia. Sí. Ya éramos novias, si bien ese día nos separaríamos contra nuestra voluntad.

Ya en su habitación (la cual destendí para aparentar que es allí donde habíamos dormido), llegó su madre a eso de las 9. Me dió las gracias, me despedí de Mel, y partí a mi habitación a empacar. El autobús al aeropuerto pasaría por mi a las 10 y media, así que me dí prisa.

En el lobby, suspiré mientras esperaba el autobús. Ni siquiera pude darle un abrazo o beso de despedida a Mel. Ya son las 10:30. Ya no falta mucho para irme y alejarme de ella, quizá para siempre. En eso suena mi teléfono. Es un mensaje. Emocionada, lo veo. Era Mel:

"no te vayas a ir todavía. Vamos en camino a despedirte"

Poco después veo que del elevador sale corriendo Mel, seguida por su madre. Llegan conmigo. Su madre es la primera en hablar:

- Lo siento, Melanie insistió en venir a despedirte. Le dije que a lo mejor no era prudente pero ella casi me rogó.

- no es molestia, al contrario, me da mucho gusto que mi princesa halla venido a despedirme.

En eso, el autobús viene a lo lejos. Ya casi es hora.

- Caro... gracias por todo. Cuidate mucho, te voy a extrañar muchísimo...

Me dice la pequeña, llorando a moco tendido. Con un nudo terrible en la garganta, y con los ojos ya con lágrimas, me agacho y la abrazo fuertemente. Ella hace lo mismo. Su madre nos observa a unos pasos, pero no me importa. Me despego de ella, la abrazo de su cabezita y nos pegamos las frentes, quedando nuestros rostros a sólo unos centímetros de separación.

- Nunca te olvidaré Mel. Cuidate mucho princesa. Yo también te voy a extrañar.

El autobús se detiene. Es hora de abordar.

Sabía que no debía hacerlo. Sabía que podía haber gente mirando. Sabía que podía meterme en problemas serios. Sabía que su madre estaba viéndonos de cerca. Pero nada me importó. Acerqué mi rostro al de ella y le dí un suave, breve y tierno beso en los labios. Ella sonríe, feliz. Volteo a ver a su madre, quien sorprendentemente no dijo nada. Sólo nos miraba, sonriente, tiernamente. El chofer guarda mis maletas, y subo al autobús, despidiéndome a través de la ventanilla de ese ángel que cambió mi vida.

El vuelo fue breve, con escala en la capital. Mientras me dirigía a la sala de espera a tomar el otro avión, sonó mi teléfono. Un mensaje, de Mel:

"te amo. Siempre siempre siempre te amaré y siempre siempre siempre vas a ser mi novia. Te amo Caro"

En ese momento, con mis sentimientos a flor de piel, rompo a llorar. Me importó un comino que la sala de espera estuviera llena. Lloré como nunca. Alguna gente me veía extrañada. Otros me veían tristemente. Al subir al avión, seguía llorando. La sobrecargo, una guapa y sexy rubia con un cuerpo de reloj de arena y peinado alto, me preguntó si todo estaba bien. Le dije que sí. No sé bien porqué, pero se acercó a mí, y me abrazó con dulzura. Comenzé a llorar en su hombro. La sobrecargo me acariciaba la cabeza, consolándome, y pacientemente esperó a que me calmara antes de llevarme a mi asiento.

En la casa y oficina, la gente notaba algo diferente en mí. Si bien me notaban como en las nubes, cual adolescente enamorada, me observaban muy triste. Pasaron varios días y no sabía nada de Mel. Quizá ella ya se olvidó de mí. Pensé en llamarla, pero tenía miedo de que las cosas se malentendieran (o en este caso, se entendieran a la perfección) con su madre. Algunas compañeras me preguntaban qué pasaba, otras sólo murmuraban que era mal de amores. Las menos allegadas decían que seguía sin superar lo de Dora.

Eran finales de junio, y recibo una llamada a mi celular. Un número foráneo que no conocía. No acostumbro a contestar esas llamadas por aquello de las extorsiones y asuntos similares. Pero volvieron a llamar otras 3 veces. Finalmente contesto:

- Caro? Gracias a Dios que contestas!

- eh, quién llama, perdón?

- soy Sara, la madre de Melanie, de la playa, si te acuerdas verdad?

Cielos, era la madre de Mel. Cómo consiguió mi número? Para qué me llamaba? Acaso vió las fotos o los mensajes del teléfono de Mel? Hablaba para reclamarme? O para decirme que ya me había denunciado? Mi corazón latía a mil por hora.

- s... sí, recuerdo... cómo conseguiste mi número?

- no fué fácil, tuve que ver el celular de Mel. Tenía un número guardado como Caro Playa, y supuse que eras tú.

- y en qué te puedo servir Sara?

- bueno, no sé si Melanie te ha llamado o no, pero está muy triste sabes? A veces no quiere comer y a veces llora de la nada. Cuando le pregunto me dice que no tiene nada, pero la he visto varias veces mirando fotos de la playa, sobre todo una donde estás con ella en la alberca.

- ya veo...

- creo que te extraña mucho Caro. Sabes, el cumpleaños de Mel es el próximo día 27...

Es verdad. Mi novia está por cumplir 7 años. Me enojé conmigo misma por no haberlo recordado.

- ... y ella me pidió algo especial de regalo. Me dijo que de regalo quería verte otra vez, así que pensé en que si no estabas muy ocupada te vinieras ese día a la fiesta...

En realidad, esas fechas tenía mucho trabajo, pero no me importaba. Tomé un avión para llegar a su fiesta, pero se retrasó el vuelo y llegaría más tarde. Le avisé de ésto a Sara, y le pedí que no dijera nada a Mel, para sorprenderla.

Durante el vuelo vino a mi mente el momento en que Mel y yo nos despedimos. Su madre no dijo nada sobre el beso. Quizá pensó que éramos muy grandes amigas, y cariñosas una con la otra. O quizá era de mente abierta. Pero nada importaba. Iba a ver a Mel y eso me hacía sentir feliz.

El taxi me deja frente a una hermosa casa, muy grande. Es ya casi media noche. Llamo a la puerta y me recibe Sara. Me saluda de beso en la mejilla y me lleva a la sala, mientras me dice que le da mucho gusto que haya ido, pues Mel se iba a poner muy contenta.

Sara llama a su hija. Ésta baja por la escalera hacia la sala, donde yo estaba. Se veía preciosa con un vestido muy llamativo y un peinado perfecto.

- qué pasa mami?

- Melanie, mira quien vino a felicitarte!

En eso, mi novia me ve. Abre sus ojos, los cuales comienzar a dejar salir abundantes lágrimas, al igual que los míos. Me pongo de pie, y abro mis brazos para recibir a mi princesa, quien viene corriendo hacia mí. La abrazo con fuerza. Las dos estamos llorando. Incluso Sara llora de emoción. Mel me dice lo mucho que me extraño, y lo mucho que le hacía falta. Sobra decir que ese sentimento era totalmente compartido por mí. Realmente necesitaba estar con mi princesa.

EPÍLOGO

El día siguiente a su cumpleaños Mel y yo salimos a comer y al cine, ya como novias oficiales (aunque aún a escondidas). Tras eso regresé a mi ciudad. Mel y yo seguimos en contacto telefónico, pero yo necesitaba estar con ella. Decidí aventurarme y abrir una sucursal de nuestro negocio en su ciudad. Ante mi sorpresa fue una excelente decisión, pues los clientes se multiplicaron. Pero lo más importante era que estaba más cerca de Mel. De hecho, la oficina estaba a unos pasos de su colegio. A veces yo iba por ella cuando Sara estaba muy ocupada, y se quedaba conmigo en la oficina. Hasta acondicioné un cuarto con una cama y más cosas para que fuera nuestro nido de amor. Sigo amando a Mel más que nunca, y el sexo sigue siendo increíble. Ella me dice que cuando cumpla 18 se va a casar conmigo. Eso sería realmente hermoso.

No sé que nos depare el destino, pero una cosa es segura, yo lucharé por estar siempre junto al amor de mi vida: esa dulce princesa que quería unos panties usados como regalo de cumpleaños.

FIN.