Note: This story was dynamically reformatted for online reading convenience. Story_codes: nc,anal,snuff,humil,spanish Jessica hab'a recibido la llamada a primera hora de la tarde. Pensaba que no habr'a más reuniones durante el d'a. Siendo la jefa de operaciones de una gran multinacional pod'a tomarse ciertas libertades con el horario u otras cosas. No lo hac'a. Estaba demasiado dedicada al trabajo. As' hab'a conseguido semejante cargo con tan solo treinta años. Muchos por supuesto lo achacaban a su aspecto. No eran pocos los rumores sobre cómo hab'a conseguido el favor del fundador. Todos falsos, aunque eran comprensibles. Se trataba de una auténtica preciosidad de mujer. Una diosa. Carec'a totalmente de vida social. Únicamente se dedicaba al trabajo y a mantenerse en forma, porque ella también era consciente de su atractivo f'sico. Le gustaba estar guapa. Si eso la ayudaba o no a progresar, poco le importaba. Med'a un metro setenta, tal vez un poco más. Su pelo era largo, de color castaño oscuro, con muchas ondas. Se peinaba con la raya en medio dejando el cabello caer enmarcando su precioso rostro. Las ondas llegaban justo por detrás de los omoplatos a la espalda y casi hasta los pechos por delante. Dejaba al descubierto la mayor parte de la frente e incluso las mejillas, cubriendo tan solo el lateral de ambos lados. Ten'a el cuello largo, grácil, elegante como el de un cisne. Su cuerpo era envidiable. Ten'a la piel un poco bronceada, lo justo para darle una apariencia joven y saludable. Pose'a el tipo de una modelo solo que con mucho mejores curvas. Ten'a los pechos firmes, de talla casi noventa, bien redondeados. El trasero era simplemente perfecto. También una noventa, también redondo y firme. Era la clase de culo que se ve'a bien tras unos vaqueros, un bikini, una falda, o un vestido. El rostro no hac'a desmerecer ni un ápice a tan magn'fico cuerpo. Era ovalado y bien proporcionado. Los ojos eran color avellana, ligeramente hundidos en el rostro, con forma de almendra. Estaban coronados por unas finas cejas con ángulo muy suave. La nariz un poco chata y levantada. Los labios, pintados ligeramente de rosa, eran gruesos sin llegar a ser excesivos. Usaba algo de maquillaje. Poco. Aquel d'a, como cualquier d'a laboral, vest'a de forma elegante. Llevaba un vestido color beige muy claro, con escote en forma de U, demasiado recatado para mostrar más que el cuello. Ten'a las mangas largas, dejando a la vista solo las manos que, eso s', exhib'an una car'sima manicura, con las uñas de color rosa también muy claro. Estaba bien ceñido a la esbelta cintura de Jessica. De ese modo marcaba bien el contorno de los pechos y los glúteos, aunque sin el más m'nimo atisbo de vulgaridad. La parte inferior llegaba justo por debajo de las rodillas. El resto de las piernas estaba cubierto por medias color carne y unos zapatos gris claro. Llevaba encima un abrigo igual de largo que el vestido, color azul grisáceo. No era un d'a especialmente fr'o, as' que lo llevaba abierto. Ni siquiera hab'a metido los brazos en las mangas. Simplemente lo cargaba sobre los hombros. La llamada hab'a sido un tanto desagradable. La junta de accionistas no la quer'a en su puesto. Estaba haciendo un gran trabajo, por eso el fundador la hab'a contratado y le hab'a dado control absoluto sobre la empresa. También estaba cortando ciertas posibilidades de negocio poco legales para otros socios. Por supuesto eso no hab'a gustado a muchos de los accionistas. Aún as' hab'an aguantado. Todo se complicó cuando, gracias al renovado crecimiento de la empresa otras multinacionales más grandes hab'an mostrado interés por comprarles. La oferta era tan golosa que la mayor'a de los accionistas quer'an aceptarla. Jessica se negaba tajantemente. Ve'a la posibilidad de hacer mejor negocio a largo plazo. Mejor para la empresa, pero cierto grupo de los accionistas mayoritarios estaban empeñados en obtener el bien inmediato. Poco pod'an hacer sin el apoyo del fundador, y este apoyaba las decisiones de Jessica. Como tampoco eran capaces de hacerla cambiar de opinión, llevaban un tiempo intentando convencerla de dimitir. Jessica, por supuesto, no iba a dejarse convencer. No le importaba si empleaban tácticas extrañas, como citarla en uno de los áticos de la empresa en lugar del centro de reuniones habitual. Estaba acostumbrada a esas pequeñas jugarretas. Sacar a la otra persona a un terreno donde se sintiese más cómoda. Estaban tan anticuadas como la mayor parte de la junta de accionistas. Solo se preguntaba si habr'an elegido a un representante o habr'an decidido reunirse all' al completo. Su experiencia le dictaba lo segundo, pero tampoco le inquietaba mucho encontrarse con toda la plana mayor. No le llevó mucho tiempo desde que aparcó en el parking del lujoso edificio hasta encontrarse en la veinteava planta. Aunque ten'a las llaves decidió llamar a la puerta. No reconoció a quien le abrió la puerta. Un hombre alto, de complexión atlética. Moreno con el pelo corto. No era especialmente atractivo o desagradable. De hecho, apenas ten'a rasgos que le pudiesen distinguir entre la multitud. Tal vez cierto porte militar acompañado de presencia intimidatoria. Vest'a de traje negro con corbata azul y camisa blanca. Jessica quedó un poco perpleja. La junta hab'a elegido un representante para hablar en nombre de todos otras veces, pero siempre un miembro de la propia junta. Este era un total desconocido. ¿Hab'an contratado una especie de negociador? Estaba claro que él la conoc'a. La hab'a saludado formalmente llamándola por su nombre. Se hab'a presentado simplemente como Bob. -No te hab'a visto antes, Bob. ¿Qué es todo esto? -Me han contratado para negociar usted. Respond'a secamente. El tono justo para no resultar desagradable. Tampoco estaba demasiado cerca de resultar amigable. Tan solo formal. -¿Eres una especie de mediador? -Podr'a decirse que s'. Ayudo a desatascar las negociaciones que se encuentran en un punto muerto. -Entiendo. Dame un minuto. Jessica ni siquiera hab'a atravesado aún el umbral de la puerta. Hizo un signo de pausa a Bob. Le costaba creer que alguien se llamase simplemente Bob. En cualquier caso, quer'a saber de qué iba aquel asunto. Rebusco en el bolso por uno de sus móviles. Llevaba uno personal, con números de familiares y de tan solo un par de amigas, y el laboral con una agenda tan grande como aquel ático de más de doscientos metros. Sacó el segundo. Buscó rápidamente el número de Cora, la única mujer miembro de la junta de accionistas. No eran precisamente amigas, pero hab'a cierta confianza entre ambas. Tras un par de tonos escuchó la voz de una mujer bien entrada en los cincuenta al otro lado del teléfono. -¿Jessica? Jessica evitó suspirar con resignación. Evidentemente deb'a aparecer su nombre en el teléfono de Cora, pero ese era el problema de la junta, no sab'an adaptarse a los tiempos. -S', soy yo. Estoy en el ático del centro. Esperaba reunirme con vosotros, pero aqu' solo hay un hombre que se hace llamar Bob. -S'. Esa fue toda la respuesta de Cora. Parec'a nerviosa. Más aún, inquieta. No era normal. Cora pod'a ser un dinosaurio en cuando a sus métodos de trabajo, pero estaba acostumbrada a operaciones de millones y millones tanto de euros como de dólares. Sin embargo le costaba hablar. -¿Entonces le habéis elegido para representaros? No vais a conseguir nada nuevo. -Escúchame, Jessica. - Cora hab'a levantado el tono de voz. Sonaba como si quisiese decir algo importante. - Ese hombre tiene autoridad para hablar por nosotros. Acepta su oferta, ¿de acuerdo?, simplemente acepta su oferta. Jessica movió la cabeza de lado a lado, negando. -Ya hemos pasado por esto, Cora. No podéis... -¡No lo entiendes Jessica!, ¡no entiendes una mierda! Acepta su oferta, ¿de acuerdo?, tan solo acepta su oferta. Con esas últimas palabras Cora colgó. Jessica miró algo sorprendida al teléfono. Lo guardó nuevamente en el bolso y volvió a mirar a Bob. Luego se encogió de hombros. -Parece que tu y yo vamos a tener una charla. Ambos entraron en el ático. Jessica no se fijó, pero Bob se aseguró de cerrar bien la puerta tras ellos. La joven ya hab'a estado all' antes. La empresa usaba ese ático para algunas reuniones, para alojar a socios que viv'an fuera de la ciudad, o para alguna de esas fiestas en las que ella procuraba no tomar parte. Aún as' hab'a estado anteriormente, cuando se alojaban socios o clientes de fuera. Siempre como en aquella ocasión, por asuntos laborales. No hab'a mucha decoración. Un par de sillones cómodos, una mesita donde ahora hab'a unos cuantos papeles y el malet'n de Bob, algunos armarios... La cocina, aunque sencilla, no estaba en una habitación distinta. Tan solo hab'a una barra americana. Tampoco es que se usase mucho, pero un piso entero sin cocina habr'a resultado raro. Además, as' ten'an un sitio para la nevera y, por añadidura, las bebidas fr'as. Jessica se sentó en uno de los sillones alrededor de la mesa, al lado contrario de la puerta. Bob justo en frente, aunque él trajo una silla desde la cocina. Ambos se miraron unos instantes. Era evidente que los dos sab'an guardar silencio para poner nerviosos a sus interlocutores. También se hizo evidente muy pronto que ninguno de los dos iba a ponerse nervioso con artimañas tan baratas. Bob sonrió con reconocimiento. Jessica devolvió el gesto. Ten'a una sonrisa radiante, vital, y enérgica. Fue la primera en hablar. -Escucha. Hoy ha sido un d'a largo. Estoy cansada. Acabemos cuanto antes. Hazme tu oferta para que pueda rechazarla rápido. Volvió a mostrar su magn'fica sonrisa. Pasaron casi dos horas negociando. Hab'an necesitado encender la luz para seguir viendo. Bob hab'a empezado fuerte. Sin más, diez millones por abandonar su puesto. Mucho mejor que cualquier finiquito. De hecho durante unos segundos se hab'a imaginado siendo rica con ese dinero. Aún as' lo rechazó. A largo plazo estaba segura de poder conseguir más en la empresa. Desde all' siguieron mejores ofertas cada vez. Jessica a veces se tomaba la molestia de responder, pero mentalmente las hab'a rechazado todas antes incluso de acabar de escucharlas. Bob hab'a descrito la situación como un punto muerto. Ella lo ve'a de otro modo. Simplemente no iba a ceder. Llegado ese punto ya era cuestión de orgullo. Sab'a que pod'a hacerlo mejor. Sab'a que pod'a convertir a la empresa en una de las primeras del sector a nivel mundial. Para ella no se trataba solo de dinero. Hab'a empezado sin nada. Se hab'a matado a estudiar mientras trabajaba para pagarse la carrera. Hab'a soportado a machistas y cerdos que la despreciaban por ser mujer o por ser guapa. Cuando finalmente ten'a la oportunidad, no iba a dejarla pasar. Prefer'a arruinarse a enriquecerse sin comprobar hasta donde era capaz de llegar. -Bob. - Todav'a se le hac'a raro llamar as' a alguien. - Tampoco me interesa. No quiero ese dinero. Imagino que tampoco a ti te gusta fallar. Lo entiendo. A pesar de todo, no puedes ofrecerme nada que quiera. El hombre se recostó sobre el respaldo de su asiento. Admiraba esa actitud. Además, estaban llegando al punto al que él quer'a llegar. Desde el momento en que hab'a abierto la puerta hab'a luchado contra el deseo de arruinar la negociación a posta. Al hablar con Jessica, comprobar su entrega, observar su simpat'a, esos deseos se hab'an acrecentado. Tristemente, al menos para él, era un profesional. Deb'a intentar hacerlo bien por todos los medios. -Voy a intentar tentarte un poco más. Hac'a rato que hab'a empezado a tutearla. A petición suya, claro. -Siéntete libre de hacerlo. Bob asintió antes de seguir hablando. -Volvemos a la oferta inicial. Diez millones. A parte de eso, la junta me ha autorizado a ofrecerte algo más. Te darán parte de sus acciones. Un tres por ciento de la empresa en total. Mientras la empresa siga ganando dinero, tú también lo harás. Podrás abrir tu propio negocio. Jessica deb'a admitirlo, esa oferta si le tentaba. Guardó silencio unos instantes. Al final volvió a mostrar su mejor sonrisa y negó con la cabeza. -No. Lo siento. Sigo sin poder aceptar. -Entiendo. Tengo que advertirte, era la última oferta. Si la rechazas no hay más que negociar. Ya no habrá marcha atrás. Jessica asintió. De algún modo no le gustaba cómo hab'a sonado eso, pero por su parte ya estaba todo dicho. -Aún as', debo rechazar. -¿Estás completamente segura?. -S'. Lo siento. Unas veces se gana, otras se pierde. Hoy no te tocaba ganar. Ambos se levantaron. Jessica aún sonre'a. No solo estaba en su carácter si no que, una vez más, se hab'a mantenido firme en su postura. Extendió la mano para estrechar la de Bob, que también se hab'a levantado. Bob, en lugar de extender la mano derecha, usó la izquierda para agarrar la muñeca de Jessica. Tiró con fuerza hacia s' mismo. Jessica no lo esperaba y fue incapaz de oponer resistencia. Trastabilló hacia delante solo para encontrarse con un puño en el estómago. Se dobló mientras abr'a la boca. El golpe le hab'a sacado el aire. Momentáneamente era incapaz de respirar. Cayó de rodillas al suelo. Apoyó la mano derecha para no caerse del todo mientras llevó la otra al estómago. No entend'a lo ocurrido. Miró a Bob. El hombre hab'a abierto el malet'n. Se giró con un par de bridas en las manos. Caminó hacia Jessica. Se situó detrás de la mujer y se agachó para agarrar el brazo derecho y llevarlo a la espalda. Después agarró también la otra mano. Las juntó para atarlas por las muñecas con las bridas. Jessica, de algún modo, consiguió levantarse. Bob aún estaba agarrándola por las dos manos pero todav'a no hab'a conseguido amarrarlas. Ella era una mujer fuerte. No solo mentalmente fuerte. Hac'a ejercicio, era joven, y el miedo le daba la fortaleza de la desesperación. Se agitó y se retorció hasta conseguir librar la mano derecha. En ese momento golpeó con el codo varias veces. Una tras otra. Al final consiguió soltar también la mano izquierda. Bob hab'a soltado ambas bridas. El puñetazo en el estómago sol'a bastar para casos similares. En aquella ocasión se hab'a equivocado. Se encontraba intentando contener un torbellino de movimiento. Los codazos no le hab'an hecho demasiado daño. Eran más bien molestos. Aún as' buscaba la forma de sostener a Jessica e inmovilizarla. Pasó sus brazos por debajo de las axilas de la chica. Después tiró hacia arriba y llevó ambas manos justo por encima de la nuca de su v'ctima. Hizo palanca empujando la cabeza hacia delante y los brazos atrás. De ese modo consiguió inmovilizar ambas manos. A decir verdad, ella segu'a moviendo ambas extremidades de forma frenética, pero no serv'an de nada una vez los ten'a mirando al techo. Tampoco serv'a de nada a Bob mantenerla as'. Solo hab'a ganado un pequeño respiro. Jessica por su parte no se hab'a rendido. Desde luego nunca se hab'a preparado para luchar contra un profesional, pero no pasaba horas ejercitándose para darse por vencida con tanta facilidad. Ya que ten'a los brazos inmovilizados trató de defenderse con lo demás. Intentó tirar con el resto del cuerpo adelante, después atrás, a un lado u otro. También lanzó algún pisotón. Siempre le hab'an dicho que era una buena forma de defenderse, pisar el pie del agresor con un buen tacón. Sin embargo, por más que lo intentaba, aquel maldito apartaba los pies. Bob comenzaba a excitarse. Estaba pegado a la espalda de Jessica. Cada vez que ella se retorc'a pod'a notar las nalgas restregándose contra las piernas y la cadera. Necesitaba tomarla ya. Jessica segu'a empeñada en liberarse. No pod'a ser de otro modo. Por si la situación no fuese bastante mala en s' misma, cre'a estar notando el pene de su agresor rozando la parte baja de su espalda. -¡Suéltame! Extrañamente le soltó el brazo izquierdo. Ella intentó usarlo para golpear o librarse de algún modo. Cuando quiso darse cuenta, Bob lo hab'a agarrado. Retorc'a la muñeca con fuerza para obligarla a llevarla a la espalda. All' la siguió retorciendo. Jessica aulló de dolor. Cre'a que le iba a romper el brazo. No se dio cuenta a tiempo cuando el derecho también quedó libre. Aquel hombre usó la mano para agarrarla por el cuello y apretar. Jessica notó inmediatamente la falta de aire. Daba igual cuanto lo intentase, era incapaz de respirar. Agarró el antebrazo de Bob con la mano recién liberada. Intentó soltarse sin mucho éxito. Arañó la mano e intentó dar varios tirones. Nada funcionaba. Apenas se dio cuenta cuando empezó a abrir la boca y asomar la lengua entre los labios. Aunque segu'a agarrando el antebrazo de aquel hombre, ya lo hac'a solo de forma anecdótica. Las piernas le fallaban. Solo se sosten'a en pie porque su agresor la sujetaba por el cuello. Además, comenzaba a ver puntitos blancos. Bob estaba sorprendido por la resistencia que Jessica hab'a mostrado. Casi hab'a logrado librarse de la mano con la que estaba estrangulándola en un par de ocasiones. Finalmente la ten'a medio estrangulada. Unos segundos más y perder'a la consciencia. No era lo que él ten'a en mente. Aún no. La soltó solo un instante antes de dejarla sin sentido. Jessica se deslizó hasta caer de rodillas al suelo. Iba a caer hacia atrás, pero al chocar con las piernas de Bob, cayó de frente al suelo. All' comenzó a toser. Respiraba desesperadamente. Al hacerlo le dol'a la garganta y tos'a más aún. En cualquier caso, su cuerpo agradec'a el aire. Débil como para levantarse, con la mente todav'a demasiado nublada para pensar con claridad, vio la puerta al otro lado del salón. Comenzó a arrastrarse hacia ella. Bob agarró a la chica por los tobillos. La arrastró hacia s' mismo. Ella volv'a a revolverse, solo que de forma mucho más descoordinada e inofensiva. Esa segunda vez Bob no tuvo ninguna dificultad en agarrar ambas manos y "esposarlas" con una de las bridas. Iba a dejarlo as' cuando pensó que mejor no fiarse demasiado. Ya ten'a otra brida fuera, ¿por qué no usarla?. La colocó justo al lado de la otra. Las manos de Jessica quedaron as' atadas, por las muñecas, a la espalda, unos cent'metros por debajo de los omoplatos. Finalmente la ten'a a su merced. Durante unos segundos no ocurrió nada. Jessica apenas era capaz de moverse y Bob recuperaba un poco el aliento. El hombre ten'a una extraña sonrisa de satisfacción en el rostro. Hac'a tiempo que no encontraba una v'ctima que le excitase tanto. Primero, Jessica era una mujer escultural, de esas que normalmente solo pod'an verse en revistas o pel'culas. Segundo, se hab'a resistido con much'sima fuerza. Le encantaba quebrar a mujeres as'. Y por si todo eso fuera poco, estaba apunto de saciar sus bajos instintos. Sin delicadeza alguna comenzó a subir la parte baja del vestido de su v'ctima. Jessica no llevaba liguero para sostener las medias en su sitio, las que usaba eran de las que llevan tiras de silicona. Aún as' las braguitas eran bonitas, caras. Blancas, pequeñas, y muy ajustadas. Ni siquiera necesitaba quitarlas para contemplar el par de glúteos más perfectos que jamás hab'a visto. Ya se hab'a fijado en cuanto la dejó entrar, a través del vestido. Después lo hab'a notado mientras forcejeaba con ella. En aquel momento, cuando por fin pod'a verlo sin más impedimentos que la fina tela de la ropa interior, le pareció aún mejor. El tamaño perfecto, la firmeza digna de modelos o atletas. Ya no aguantó más. Necesitaba poseerla. Normalmente evitaba violar a sus v'ctimas analmente. Requer'a demasiado esfuerzo. La vagina sol'a ser un blanco igual de apetecible y mucho más fácil. En este caso iba a hacer una excepción. No pod'a encontrarse con la mism'sima perfección y dejarlo pasar. Cuando Jessica comenzó a notar tirones en su ropa interior, fue como activar un resorte. Las fuerzas parecieron volverle de golpe. -¡No!, ¡No me harás eso! Desconoc'a los detalles. Solo sab'a que iba a intentar violarla. Pataleó una vez más. Dio un par de punta pies en el suelo antes de comprenderlo. Estando boca abajo las piernas casi eran incapaces de defenderla. Intentó incorporarse. Era bastante dif'cil sin usar las manos. Además, Bob usaba la zurda para empujarla contra el suelo. Hasta ese momento no se hab'a dado cuenta de cuan doloroso resultaba. Finalmente escuchó tela rasgándose. Sin saber demasiado bien por qué, le molestó mucho pensar en su cara lencer'a rasgada cual trapo viejo. Evidentemente tampoco le hicieron gracia los arañazos que le hab'a provocado al arrancárselas. Ni siquiera as', con el culo al aire, consegu'a hacerse a la idea de ir a ser violada. Siguió revolviéndose con todas sus fuerzas. Bob ya se hab'a abierto la cremallera de los pantalones. Carec'a de cualquier tipo de lubricante. Tal vez hubiese algo en la cocina. Incluso deb'a llevar algo en su malet'n. Sin embargo no quer'a levantarse dejándola "suelta". Optó por el método más tradicional posible. Se escupió en la mano derecha. Luego llevó el 'ndice al ano de Jessica. La mujer gritó al notarlo. Como era de esperar, hizo cuanta fuerza pudo para impedir que el dedo la penetrase. Bob la imaginó apretando los dientes en un vano esfuerzo por no gritar. Sin esperar más intentó penetrarla. No consiguió introducir más que unos cent'metros. Le resultó doloroso a la par que gratificante. Siguió empujón a empujón, rompiendo la férrea resistencia de la mujer, hasta penetrarla por completo. Debajo de Bob, Jessica se agitaba con fuerza. El violador se encontraba en su para'so particular, pero para ella era el infierno. Dol'a much'simo. No ten'a forma de expulsarlo. Solo se mov'a de lado a lado intentando quitárselo de encima mientras las lágrimas ca'an a través de las mejillas, arruinando el sutil maquillaje que se hab'a puesto ese d'a. -¡Fuera! - consegu'a gritar entre gruñidos de dolor. -¡Fuera!Bob agarró la melena con la zurda. Llevó la diestra a la mand'bula inferior de Jessica. Levantó la cabeza de su v'ctima forzándola a mirar al frente. No intentaba estrangularla de nuevo, ni partirle el cuello. Solo trataba de ponerla en una posición más incómoda, y lo consiguió. Jessica se vio obligada a aguantar que la sodomizasen. Cerró los ojos e intentó relajar el ano. Si no pod'a evitarlo, al menos quer'a hacerlo menos doloroso, porque ten'a la impresión de no poder aguantarlo más. No notó diferencia alguna. Esperó, pataleando contra el suelo, gritando ante las embestidas más fuertes, y sin parar de llorar. Cuando finalmente el sicario eyaculó en su interior, tampoco obtuvo el alivio que esperaba. Se sintió enferma, con ganas de vomitar. Bob siguió bombeando hasta soltar la última gota de semen en el interior de la chica. Rodó a un lado quedando tumbado boca arriba. La sonrisa de satisfacción en el rostro era más que palpable. Jessica notó al hombre retirarse de su espalda. Ni siquiera se hab'a dado cuenta que al tenerlo encima le hab'a costado más respirar. Se dio cuenta de algo evidente. Bob también necesitar'a un respiro. Todos los hombres requer'an recuperarse después de mantener relaciones. Ignoró el dolor. Ignoró el asco al sentir el semen goteando desde el ano hasta el suelo. Ignoró el miedo, la rabia, y la humillación. Con cierto esfuerzo, apoyando el rostro en el suelo, consiguió alzarse hasta quedar de rodillas. Desde esa postura le costó menos levantarse. Echó a correr hacia la puerta de entrada. Los tacones ayudaban poco, pero no iba a pararse para quitarlos. Si consegu'a abrir la puerta y gritar, algún vecino podr'a escucharla. Si nadie la escuchaba simplemente seguir'a corriendo. Prácticamente chocó al llegar. Necesitaba abrirla. Al tener las manos atadas a la espalda requirió darse la vuelta para agarrar el pomo. Contempló a Bob levantarse con cierto esfuerzo y echar a correr hacia ella. El movimiento de manos se volvió entonces frenético. Consiguió girarlo casi por completo. Bob la alcanzó justo en ese momento. La garró del cuello con la mano izquierda. Lanzó un par de puñetazos más al estómago, notando la firmeza de la zona abdominal de Jessica. Aún as' la hizo doblarse hacia delante una vez más. Soltó el cuello para agarrar la melena. De ese modo la forzó a caminar hasta el sofá. Cuando estaban al lado utilizó ambas manos para empujarla, casi arrojarla, al asiento. Jessica cayó boca abajo una vez más, justo al lado de su propio abrigo. Se dio la vuelta rápidamente temiendo un nuevo ataque. Levantó las piernas. Estaba dispuesta a dar cuantas patadas necesitase intentando que no volviese a tocarla. Sin embargo Bob estaba sacando algo del malet'n. -¿Para esto te han pagado? - preguntó entre lágrimas. - ¿Para violarme? ¡Vais a caer todos! Tú y todos esos cerdos. Bob sacó un cuchillo militar del malet'n. La visión deb'a ser impresionante porque Jessica dejó de hablar inmediatamente. Bob se acercó despacio hasta ella, jugueteando con el cuchillo de camino. -Me contratan para solucionar problemas. He intentado que aceptases una oferta más que razonable. Como no lo has hecho... tengo que solucionar el problema. ¿Entiendes? Jessica pasaba la vista continuamente del cuchillo a Bob. Solucionar el problema. Ella era el problema. Entonces, ¿con solucionar se refer'a a...? El pánico se apoderó de su rostro mientras miró fijamente a Bob. -Eso es. Voy a matarte. -¡No! -Si Jessica. Voy a matarte. Voy a usar este cuchillo para matarte. -¡No puedes! La mujer intentó retroceder mientras aquel demente se acercaba. Ya se hab'a alejado tanto como pod'a. El respaldo la reten'a all'. -Te has... dentro... El ADN, te identificar'an -Chica lista. - Bob negó con la cabeza mientras pasaba el dedo 'ndice por el fijo del cuchillo. - Ya tienen mi ADN. No les sirve de nada si no me tienen a m' también para compararlo. -No... - repitió incrédula. Estaba tan asustada que ni siquiera sab'a cuando hab'a roto a llorar. Intentó pensar en algo. - ¡Espera! Dimitiré. No tienen que darme dinero. Nada. Simplemente dimitiré. ¿No quer'an eso? -Antes te he dicho que no tendr'as más oportunidades, ¿Recuerdas? Ya casi estaba encima. Jessica le dio un par de patadas para alejarlo. Aunque funcionó, notó que tan solo estaba consiguiendo entretener más a Bob. Además, casi ten'a encima el cuchillo. -¡Espera!, ¡Espera!, ¡Espera! Bob se detuvo. Casi estaba relamiéndose los labios. -¿Sabes?, me gustas. Eres lista, guapa, y me ha encantado follarte el culo. El mejor que he probado nunca. - Sonrió mientras se acercaba más aún. Ya ten'a una nueva erección. - Me has dejado la polla sucia. Es normal si lo piensas, ha estado en tu culo. Si hubiese una forma de limpiarla volver'a bastante contento a casa. - Acercó el miembro al aterrorizado rostro de Jessica. - Muy contento. Jessica quedó inmóvil, sin respuesta, unos instantes. Sab'a lo que le estaba sugiriendo. Hab'a realizado pocas felaciones en su vida. Era la clase de mujer que los hombres se esfuerzan por conseguir, as' que los intentos por agradar sol'an venir por parte de sus pretendientes. Por supuesto lo realmente desagradable era, precisamente, que aquel pene acababa de estar dentro de su ano. Requirió de un gran esfuerzo para abrir la boca. Bob no realizó ningún esfuerzo por su parte. Esperó a que Jessica se doblase hacia delante y empezase a chupar. No hubo ningún tipo de preliminar. Ni lamer primero ni nada parecido. Al hombre le dio igual. Sentir los preciosos labios de la chica cerrarse sobre su miembro fue suficiente. Utilizó la mano derecha para agarrar el cabello de Jessica. No intentó controlarla. Tan solo se concentró en mantener el pelo apartado del rostro. Quer'a contemplarla. -Abre los ojos y m'rame. Cuando obedeció, Bob casi alcanzó el orgasmo por segunda vez. Ver su mirada derrotada, asustada, mientras mov'a la cabeza de arriba abajo intentando contener las arcadas, era como un sueño hecho realidad para Bob. Impidió a la joven acabar su trabajo. Cuando se sintió apunto de eyacular, tiró hacia atrás del pelo de Jessica obligándola a sacarse el pene de la boca. La soltó para poder masturbarse con esa mano. -¡Ni se te ocurra moverte o dejar de mirarme ahora! Jessica obedeció. Quedó quieta mientras Bob se masturbaba a escasos cent'metros de su mejilla derecha. Siguió mirando directamente a los ojos del asesino mientras los suyos propios lloraban sin control. Quiso apartarse cuando el primer chorro le dio precisamente en la mejilla. Aguantó. También aguantó los demás en el resto del bolso. No empezó a moverse ni siquiera cuando el hombre se dejó caer sobre una de las sillas. En aquella ocasión decidió no intentar nada. Guardó silencio, como intentando evitar molestar, hasta que contempló al sicario reincorporándose. Bob se abrochó la cremallera antes de caminar al respaldo del sofá. -Tu última acción en este mundo ha sido chupármela. ¡Puta! -¡No!, ¡Dijiste que...! Sin darle oportunidad a más, Bob la agarró de nuevo por la melena. Tiro hacia atrás con tanta fuerza que Jessica casi se mareó al ver el horizonte cambiando tan de repente. Hundió el cuchillo en el delicado cuello de cisne de la mujer. La sangre saltó hacia delante y arriba mientras le seccionaba arterias y venas. Pod'a haber hecho un movimiento más rápido. En lugar de eso se tomó su tiempo, causando mucho más dolor, mucha más angustia, a su v'ctima El impulso de Jessica fue agarrarse la herida con ambas manos. No pudo porque aún estaban atadas a la espalda. El dolor fue atroz. Intentó gritar. Solo se escuchó una especie de gorgoteo desde la garganta. Sacudió las piernas sin control, arrojando ambos zapatos en el intento. Mientras tanto ve'a un chorro de l'quido rojo proyectarse como el agua de una tuber'a rota. Tampoco pod'a respirar. Todo el torso del vestido quedó empapado en sangre. Bob segu'a sosteniendo a Jessica por el pelo. A pesar de las patadas a la nada, consegu'a mantenerla sentada en el sofá. Susurró al o'do de su agonizante v'ctima. -Mañana, cuando vuestra limpiadora abra la puerta, te verá en este sofá. El salón encharcado con tu sangre. Toda la cara llena se semen. Después vendrá la polic'a a sacar fotos de tu cadáver. Tus amigas, tu familia... y quienes me pagan. Todos sabrán que moriste con la cara llena de semen, tras chuparla como una puta. Jessica aún debió entenderlo, porque el cuerpo se sacudió un par de veces. Movió los labios para decir algo. Bob pensó que era un "por favor". A parte de algunos espasmos más, fueron sus últimos movimientos. Su bello rostro quedó congelado para siempre con una expresión de dolor y pánico. Los ojos abiertos de par en par. Solo cuando ya no manaba nada se sangre, Bob la soltó, dejándola sentada en el mismo sofá en el que hab'an negociado a lo largo de la tarde.