Note: This story was dynamically reformatted for online reading convenience. Keywords: rape snuff anal torture tentacles Las cinco chicas se hab'an reunido para una última "fiesta de pijamas" antes del primer año de universidad. Se conoc'an desde siempre. Hab'an ido al mismo colegio, al mismo instituto, y hab'an crecido en el mismo barrio. Ahora tal vez eran un poco mayores para una fiesta como esa, pero pronto tomar'an caminos distintos. Claro que todas hab'an prometido visitarse las unas a las otras, juntarse cada año, y mantener el contacto. Aún as', en unas pocas semanas todo ser'a distinto. Deb'an aprovechar. El destino pareció jugar en su favor. La familia de Heather se iba de viaje al completo. Ten'an la casa disponible solo para ellas. Una elección inmejorable. Sin llegar a ser una mansión, era una casa grande con un amplio jard'n dentro de las vallas. Estaba al final de la urbanización, tras la última curva. Los vecinos no molestar'an ni las oir'an, aunque tampoco ten'an pensado cometer muchos excesos. Tal vez algunas cervezas, poco más. En cualquier caso, la mayor'a del vecindario también estar'a de vacaciones. Pod'an explayarse tanto como quisieran. All' estaban, con toda la casa para ellas y segu'an reuniéndose en la habitación de Heather, como siempre. Algunas estaban sentadas en el suelo, otras en un par de sillas. Ten'an la comodidad que les hab'a dado año tras año de reuniones como esta. Heather, la anfitriona, era una de las que se sentaban en el suelo. Resultaba conveniente para las demás. Con un poco más de metro setenta, era la más alta del grupo. Su rostro era más bien redondo, agradable. Los labios rosados, con el inferior algo más grueso que el superior, mostrando casi siempre una sonrisa cálida. Las cejas eran de color castaño claro, finas y alargadas. El cabello, castaño oscuro, estaba dividido por una raya casi en medio, un poco inclinada hacia la izquierda, que ca'a por ambos lados de la cabeza rodeando las orejas para dejarlas a la vista, hasta casi mitad de la espalda. El mejor rasgo de aquella cara jovial y femenina era, sin lugar a dudas, los ojos. Redondos, grandes, de color azul claro. Podr'a pensarse que con un rostro as' ya bastaba. La naturaleza deb'a estar en desacuerdo, porque le hab'a concedido el cuerpo de una auténtica diosa. Piernas largas, bien formadas sin necesidad de matarse en el gimnasio. Vientre prácticamente plano. El trasero estaba bien formado sin ser demasiado carnoso gracias a una cadera ancha. Su figura podr'a haber sido de reloj de arena, pero los pechos destacaban aún más. Con una talla noventaicinco, todav'a firmes a pesar del tamaño. Si hab'a alguna pega que ponerle, aunque muy pocos la llamar'an as', ser'a su tez algo pálida. Sin duda se trataba de la clase de jovencita a la que sentaba bien cualquier ropa. Aquel d'a, acorde al esp'ritu de la reunión, vest'a de forma cómoda. Llevaba una camiseta de tirantes, de color verde muy claro, que pugnaba por mantener los pechos en su sitio. Completaba el atuendo con pantalones de pijama grises. No era desde luego su atuendo más sexy, pero destacaba su aspecto juvenil. A la derecha, también sentada en el suelo, Alyson. Era la clase de chica que uno esperaba encontrarse en series de televisión. Del tipo "vecina de al lado", aunque más atractiva. Teñ'a de rubio una melena hasta los hombros, cuidadosamente peinada para parecer desaliñada. Una paradoja en s' misma, pero muy efectiva para resaltar su sex-appeal natural. El rostro ten'a forma de corazón, con la barbilla estrecha y angulosa. Los labios más carnosos por el centro que por los extremos. Las cejas eran el último testigo del cabello antes marrón. Bajo ellas unos preciosos ojos verdes, p'caros y divertidos. Era otro auténtico bombón. El cuerpo tampoco dejaba mucho que desear. Alyson se tomaba muy en serio su apariencia. Corr'a, lo cual se dejaba ver en unas piernas fuertes y unas nalgas firmes y redondeadas. En el vientre se marcaban un poco, solo un poco, las abdominales. Los pechos, también perfectamente redondos, estaban muy cerca de la talla noventa. Para redondear aún más el conjunto, se preocupaba de mantener la piel bronceada, un poco más clara que el color de la miel. Era un poco más bajita que Heather, con algo menos de metro setenta, aunque de complexión un tanto más robusta. Esa aciaga noche hab'a elegido llevar un camisón rosado, trasparente alrededor del vientre, pero de color sólido tanto en los pechos como en toda la zona de la cadera. Permit'a intuir sus preciosas formas y un pequeño tatuaje con un carácter oriental justo por encima de los glúteos. En una de las sillas se encontraba Anne. No era tan alta como sus amigas, tan solo metro sesenta, pero su figura resultaba una auténtica delicia para los ojos. Desde luego tanto sus pechos como el trasero resaltaban menos que los de Heather o Alyson, pero estaban perfectamente proporcionados. La piel era un punto intermedio entre la de sus dos amigas, con las marcas del bikini como único punto discordante. Siempre le hab'a gustado llevar tan solo media melena, lisa, hasta mitad del cuello. El pelo era negro con bastante volumen, e iba peinado hacia atrás para dejar a la vista el rostro. Los ojos eran de marrón tan oscuro que casi parec'an negros. Los labios finos, pintados de rosa intenso. S', era una reunión entre amigas, pero Anne casi siempre llevaba algo de maquillaje, como la sombra de ojos oscura. Sus rasgos eran finos, delicados. Una curiosa mezcla entre niña buena y mujer seductora. Vest'a con sujetador y braguitas, ambas piezas negras, pero nada elegante o provocador. Encima llevaba una amplia camiseta, sin mangas, de color gris oscuro. Tiempo atrás hab'a sido la camiseta con la que su hermano mayor sal'a a correr. Ahora, como buena hermana pequeña, la hab'a heredado ella. Marian no sab'a muy bien si sentarse o recostarse sobre la cámara. Era la única pelirroja del grupo. Ten'a el pelo de color claro, muy rizado. Ca'a libremente alrededor de la cara para llegar unos cent'metros bajo los hombros. Necesitaba apartarse continuamente algunos mechones para poder ver. Era en ese momento cuando se ve'an los ojos marrones bajo una cejas casi imperceptibles. Ten'a pecas en el rostro, sobretodo en el ceño, que le hac'an parecer aún más joven. Tanto su mirada como la mayor'a de sus expresiones eran bastante t'midas, enterrando el mito de la pelirroja fogosa. Med'a más o menos lo mismo que Alyson, pero su complexión era menos voluptuosa. No es que sus pechos fuesen pequeños o su trasero poco vistoso. Al contrario, pero era más bien esbelta, con una figura bonita sin excesos. Llevaba puesta una camiseta de color morado claro. También era de tirantes, aunque a diferencia de la de Heather, llegaba bastante arriba sin nada parecido a un escote. Las braguitas eran del mismo color, poco ceñidas. La última del grupo, Hanna, era junto a Anne la más bajita. Tal vez por eso siempre eleg'a la otra silla. No era voluptuosa. De hecho sus pechos eran más bien pequeños. Las nalgas, aunque redondeadas, segu'an la misma tónica. Por supuesto en su caso era normal. Hija de madre japonesa, hab'a heredado muchos rasgos asiáticos. Por eso no sorprend'a a nadie la anatom'a de aspecto delicado o los ojos un tanto rasgados. Sin embargo solo era medio asiática, lo cual le otorgaba otros beneficios. Al principio todo el mundo quedaba embriagado con el color verde oscuro de su mirada. En realidad el rostro era, sin lugar a dudas, su mayor virtud. Mirarla a la cara era similar a lo que uno deb'a sentir cuando contemplaba un ángel. Ayudaba mucho a esto una sonrisa dulce, unos gestos amables, y unas facciones finas como si un escultor las hubiese trabajado durante meses. El pelo rodeaba el rostro cuidadosamente. Nadie hubiese ocultado semejante joya. Su melena parec'a lisa por arriba, pero se iba rizando según se aproximaba a los hombros. Hab'a quienes pensaban que deb'a pasar horas peinándose, pero no le hac'a falta. De hecho hab'a intentado alisar la melena o rizarla del todo durante años. Al final se hab'a rendido. ¿Por qué no aprovechar un don natural? Llevaba la parte superior de un pijama blanco, sin mangas. En lugar de pantalones se hab'a puesto unas bragas negras con algunas rayas verticales blancas. Las cinco estaban alrededor de un objeto, un libro con las portadas negras, sin ilustraciones ni t'tulos. Alyson lo hab'a comprado por internet. Esa era su idea de introducir pequeños cambios en algo que hab'an hecho durante años. Durante todo ese tiempo hab'an probado de todo. Hablar de chicos, coger alguna borrachera, bajar pel'culas de miedo, jugar, subir la música a tope y bailar. Para la última reunión en mucho tiempo quer'a algo distinto. Desde luego jamás hab'an probado una sesión de brujer'a. -¿Se pueden comprar grimorios por internet? Hanna era bastante escéptica con esos temas. Solo cre'a en las matemáticas y en cualquier ciencia derivada de estas. -Me parece que te han timado. Alyson, tras un trago de cerveza, negó con la cabeza exagerando teatralmente el movimiento. Se fing'a ofendida. -Nadie me ha timado, zorra del sol naciente. Hanna le enseñó el dedo central a modo de respuesta. Mientras tanto Anne examinaba las páginas del libro. -Es un poco extraño que, para ser un libro tan viejo, esté escrito en nuestro idioma. -Vamos, el tipo que me lo vendió dec'a que es una traducción. He pagado por él menos que por las cervezas. ¿Qué más da?, será divertido. Alyson ya lo ten'a decidido. Estaba preparada para cualquier objeción. -No sé. Ahora era Heather, la anfitriona, quien expresaba sus dudas. Todas lo esperaban. Siempre era la más prudente. La niña buena. -Jugar con estas cosas me da un poco de mal rollo. Marian asintió con la cabeza. Tampoco le hac'a gracia. -Será divertido. - Repitió más enérgicamente Alyson. - Venga. Vamos a probar una vez. Anne asintió. Ten'a algo de curiosidad. -Puede ser interesante. Nunca se sabe. Heather segu'a viéndolo como una muy mala idea. -Esa página, esa que tienes abierta. Dice que hacen falta unas gotas de sangre. Anne releyó el último párrafo. -Sangre de v'rgenes. -Pues de Alyson no nos va a servir - se burló Hanna. - No creo que ninguna entidad oscura haga tanto la vista gorda. La rubia arrojó una almohada contra su amiga. No estaba enfadada. Era cierto que hab'a tenido más relaciones que el resto, pero no era la única en haberse estrenado. Hanna también lo hab'a hecho ya, y Anne ten'a novio desde hac'a meses. Precisamente fue la morena quien retomó la conversación. -Dice que una entidad oscura viene a concederte un favor, si lo controlas. - Hab'a llamado la atención de todas. - Podr'amos pedirle... no sé, que le de algo más de confianza a Marian. Todas se rieron un poco. Marian se lo tomó un poco más en serio. Sab'a bien que ten'a problemas. Incluso tartamudeaba al hablar con gente a quien conoc'a poco. Hubo unos instantes de silencio. Ninguna dijo nada. Miraron fijamente el libro. Habr'an sido incapaces de explicarlo, sin embargo se sent'an tentadas de intentarlo. ¿Por qué? Era un impulso oscuro, más allá del deseo de ayudar a una amiga. Como si el libro las llamase. Por supuesto guardaron esas impresiones, temerosas de compartirlas. Heather fue la primera en reaccionar. -Mejor vamos a pedir algo de comer y ponemos una pel'cula. Alyson hizo un gesto de resignación con la mano. Quer'a a Heather, pero a veces era una aguafiestas. -Podr'amos hacerlo para demostrarles que es una estupidez. Hanna, aún escéptica, se hab'a convencido. Era la única forma de acabar con esa chorrada -Mirad - insistió Heather tomando el libro abierto. - Hay que hacer marcas por la casa, pintar una estrella de cinco puntas en el suelo, y manchar de sangre el centro. Anne ya estaba también medio decidida. La curiosidad, natural o antinatural, pod'a con ella. -Venga. No va a pasar nada. Tenemos toda la noche, y todo el d'a de mañana, para limpiar. Alyson medio sonre'a mientras miraba triunfalmente a su amiga. Ya ten'a la mayor'a. En cualquier democracia habr'a bastado. Una fiesta de pijamas distaba bastante de ser una democracia, pero Heather acabar'a cediendo, lo sab'a. Sobretodo quedó claro al mirar a Marian. Ella no iba a pronunciarse, mucho menos cuando hab'an propuesto "ayudarla", pero la pelirroja quer'a probar. ¿Quién en su situación no habr'a estado dispuesta? Además, no iba a funcionar. -Está bien. - Dijo Heather tras un suspiro de resignación. - Pero tenéis que ayudarme a limpiar después, o mis padres nos matan a todas. Primero llegaron unos pequeños v'tores, después se pusieron manos a la obra. Imitaron los s'mbolos de esas páginas distanciándolos unos de otros tal como indicaban. Reunieron unas cuantas velas y pintaron la estrella con carm'n de labios rojo. Heather trajo un cuchillo bastante afilado para hacer un par de cortes. Uno en el pulgar de Marian. Nada serio, lo justo para dejar caer un par de gotas en el centro de la estrella. Otro en el suyo propio. Se escucharon algunas risas burlonas, sobretodo por parte de Alyson. Todas sospechaban que Heather aún no hab'a tenido ningún encuentro sexual, pero era un tema del que ella no hablaba, as' que jamás lo hab'an confirmado hasta el momento. Después fueron cada una a un extremo de la estrella. La habitación era grande, as' que hab'an intentado ocupar la mayor parte del suelo. Cada una estaba separada casi dos metros de la chica a su izquierda y a su derecha. -Ahora me siento algo rid'cula Hanna ve'a todo cada vez más absurdo. Ahora no iba a rajarse, pero le parec'a cómico. Heather la secundó. -Es que es una estupidez. Pero vamos a acabar rápido para recoger esto. Segu'a sin sentirse segura con todo el asunto. Hacerlo rápido era la mejor solución. Acabar para que dejasen de insistir. Hab'an hecho unas pequeñas notas. Cada una deb'a recitar una parte distinta, por orden. Empezaron a elevar sus vocecillas. Aunque no se dieron cuenta, se hizo el silencio más absoluto alrededor. Tan solo los cánticos eran audibles. Tampoco se fijaron en la intensidad de la llama aumentando o en la luz atenuándose fuera del alcance de las velas. Solo se dieron cuenta cuando apareció la criatura. No fue como en las pel'culas. Ningún efecto de luz. Nada de fuego o de olor a azufre. Sin sonidos sordos o rayos en el horizonte. Simplemente apareció. En un instante no hab'a nadie y al instante siguiente se encontraba justo en el centro de la estrella. Se quedaron all', calladas, con los ojos centrados en la bestia. Un ser de casi dos metros y medio de altura. Un poco más y no podr'a haberse plantado en pie sin romper el techo. Su piel era de color rojo muy oscuro. Los ojos, sin párpados, cejas, o pestañas, completamente negros. Ten'a la mand'bula de un animal. Los dientes, todos con forma de colmillo, sobresal'an de la boca. Era calvo. Aunque se intu'a su constitución extremadamente musculosa, no pod'an verla. La bestia ten'a un par de alas membranosas que llevaba cerradas, entrecruzadas por delante, como si llevase una capa o una gabardina. A la espalda, aunque solo Hannah pod'a verla, ten'a una larga cola que ca'a hasta el suelo desde la cadera para volver a subir casi hasta los hombros. Estaba acabada en una especie de pincho. La voz, un simple susurro inaudible a más de diez metros, resonó grave, con mucha potencia, en los o'dos de las chicas. -¿Cuál es el trato? Ahora se miraron las unas a las otras. Anne se tapaba la boca con la mano derecha para no gritar. Marian trataba de apartar la vista mirando hacia un lado y al suelo. Hanna miraba entre sorprendida y asustada, boquiabierta, mientras le temblaban las piernas. Heather negaba con la cabeza a la vez que intentaba estirar la mano en un intento absurdo por llegar al cuchillo, aunque no se atrev'a a andar. Alyson estaba tan asustada como las demás, pero fue la única que reunió valor para hablar. -¿Qué trato? El ser respondió sin apenas gesticular. -Habéis invocado un demonio, pero no habéis realizado ningún conjuro para controlarme o encerrarme. Debéis querer algo de m'. ¿Qué tenéis para ofrecer? Alyson no sab'a qué responder. Hab'an le'do cómo hacer el ritual, nada más. Ni control ni tratos. Esto no deb'a funcionar. Heather, con un gran esfuerzo, tomó el relevo. -¿qué...? - le costaba hablar - ¿qué te interesa? El demonio sonrió mostrando las largas hileras de colmillos bien afilados. -Un cuerpo para permanecer en vuestro mundo, unos pocos recién nacidos, la sangre de cien inocentes. Elegid. Tentadme. -Nosotras no... no tenemos nada de eso. - Heather quer'a creer que podr'a hacer algo. - Esto no ten'a que funcionar, ¿vale? Hemos le'do un libro estúpido, solo eso. No queremos nada de ti. Si puedes... irte, no volveremos a usar el libro. Es justo, ¿no? El demonio soltó unas cuantas carcajadas de nuevo solo audibles para ellas. Marian se asustó tanto que comenzó a mearse encima. Las piernas de Hanna cedieron haciéndola caer de bruces. Anne caminaba lentamente hacia la puerta tratando de no llamar la atención. Alyson y Heather, justo frente a la bestia, no se atrev'an ni a pestañear. -Sois las putas más tontas que he visto en décadas. Tantos siglos en este mundo y me segu's asombrando. Ahora tenéis vuestros avances, vuestra "sociedad de la información" - su tono era claramente una mofa. - Vuestros foros, chats, redes sociales. Con todo el conocimiento a vuestro alcance, segu's siendo tan estúpidas como cuando viv'ais en cavernas. En otro momento les habr'a llamado la atención escuchar un demonio, un ser de la antigüedad, hablando de los lujos tecnológicos. -Esto no funciona as'. Es mucho más divertido. Los demonios estamos obligados a cumplir nuestros tratos. Si no hay trato, tenéis que pagar el precio. Extendió las alas bruscamente al pronunciar las últimas palabras La bestia no pretend'a volar. Tan solo quer'a quitar el obstáculo que sus propias alas le supon'an. En el vientre ten'a al menos una docena de tentáculos que salieron disparados por doquier. Debajo, su miembro viril se extend'a casi treinta cent'metros, y aún estaba flácido. Resultaba más amenazador que sus dos enormes brazos acabados en garras tan afiladas como dagas. El pánico se extendió descontroladamente por la habitación. Heather, entre gritos, trató de llegar hasta la mesilla donde estaba el cuchillo. No vio al demonio corriendo a velocidad impensable para un ser de su tamaño, ni el golpe con el dorso de la mano que la arrojó contra la pared de frente. La joven cayó deslizándose hasta quedar de rodillas, aturdida, con el antebrazo entre la frente y el muro. Marian se arrastraba, aún de bruces en el suelo, hacia la ventana a su espalda. Temblando de terror, consiguió levantarse. Casi empezó a correr. Entonces miró hacia atrás. Dudó. No pod'a dejar a sus amigas all'. Busco algo, cualquier cosa, mirando de un lado a otro. En ese momento uno de los tentáculos la impactó en el vientre con fuerza, suficiente para hacerle escupir algo de sangre. No la hab'a tumbado de milagro. El tentáculo se metió bajo su camisa para recorrer rápidamente el camino hacia arriba. Durante el recorrido rasgó la frágil prenda arrancándola casi de cuajo, exhibiendo as' los modestos pero hermosos pechos, del tamaño justo para alguien como ella, con pezones entre rosado y rojizo. Ella intentó sin ningún éxito quitárselo de encima a manotazos. Al final el apéndice subió más hasta enrollarse fuertemente en su cuello cortando casi toda la respiración. Marian lo agarró con ambas manos, intentando tirar hacia fuera, pero fue incapaz de hacer nada mientras la levantaba del suelo, momento en que comenzó a patalear alocadamente. Un segundo tentáculo atacó directamente la vagina, penetrándola con braguitas incluidas. Habr'a sangrado incluso de no ser virgen. Gesticuló para gritar, sin embargo tan solo se escuchó un gemido ahogado, lo único para lo que ten'a algo de aire. As' que no fue capaz de defenderse mientras el apéndice la violaba salvajemente. Al ver la escena, Alyson no lo dudó. Pod'a disfrutar metiéndose con sus amigas, provocándolas o haciendo bromas a su costa. A la hora de la verdad era muy protectora con ellas, como si fuese una hermana mayor. Agarró la silla más cercana para a continuación golpear al demonio. La bestia ni se inmutó, no obstante encontraba aquello especialmente molesto. Lanzó un tentáculo a cada pierna y otro a cada brazo. Aunque la chica forcejeaba, no era rival para la fuerza de un monstruo. Pronto estaba suspendida en el aire formando una equis con las cuatro extremidades. El demonio se acercó a ella. Con la garra del dedo 'ndice fue cortando el camisón, de arriba abajo. Se controló, quer'a mantenerla más o menos intacta por el momento. Eso no impidió algunos arañazos en el vientre, dejando finos hilillos de sangre. Con la fina prenda cortada, la tela se deslizó a ambos lados del cuerpo, quedando colgada tan solo gracias a los tirantes que, instantes después, fueron seccionados del mismo modo. Alyson estaba totalmente desnuda, suspendida casi en horizontal. Los pechos, demasiado firmes para aplastarse completamente por la gravedad, coronados por dos pequeños pezones de color marrón claro, ca'an a ambos lados. Gritaba y lloraba mientras no dejaba de intentar soltarse. Su sexo completamente depilado quedaba al aire, expuesto a la vista de su agresor. El demonio destinó dos tentáculos más a la rubia. El primero la penetró analmente, sin preámbulos. La joven abrió la boca tanto como la mand'bula le permit'a. Boqueaba como un pez fuera del agua. El segundo tentáculo llegó a la altura de las tetas. En lugar de usarlas para masturbarse, comenzó a dar fuertes latigazos, arrancando nuevos gritos. Mientras Heather hab'a intentado atacar al demonio, Anne no hab'a encontrado un ápice de valor en su interior. Ten'a que salir de all'. Jamás podr'a volver a mirarse al espejo por dejar a las demás atrás, pero ¿qué otra cosa pod'a hacer? En cuanto pudo se levantó. Corrió hacia la puerta. Estaba cerrada. ¿Por qué la hab'an cerrado si no hab'a nadie más en casa de Heather? Era una costumbre, una de esas cosas que hasta hace escasos minutos le parec'an de vital importancia. Ahora se le antojaban estúpidas. La abrió rápidamente. Justo antes de salir por la puerta vio fugazmente a Heahter. Su amiga se recuperaba. Cruzaron las miradas tan solo un instante. Anne fue incapaz de sostenerla más tiempo. Cuando se vio libre de obstáculos salió corriendo sin ver el tentáculo seguirla. Se enrolló al pie antes de dejarla avanzar dos metros. Anne cayó de boca al suelo. Ya estaba siendo arrastrada hacia atrás cuando fue consciente de cuanto estaba ocurriendo. El demonio tiró de ella hasta dejarla tumbada junto a él. -¡No!, a mi no, ¡a m' no! Contra todo pronóstico, el demonio sintió curiosidad por la súplica. Le encantaban esas pequeñas muestras de ego'smo. La dejó hablar. -¡Un cuerpo!, dices que quieres un cuerpo. Toma el de una de ellas. Es lo que quieres, ¿no? Luego nos dejas ir a las demás. La traición resultaba aún mejor para todo demonio. ¿Qué mejor muestra de vileza? All' estaba una jovencita intentando vender a sus amigas para salvar el pellejo. -¿Te parezco una hembra? Anne se apresuró a negar con la cabeza. El demonio arrancó entonces primero la camisa y luego la ropa interior. Sin duda una visión agradable. Cadera y senos perfectamente proporcionados. Ten'a un pequeño triángulo de vello púbico que ayudaba más bien poco a ocultar el sexo. Claro que pronto hab'a poco que cubrir. Tal como la ten'a, boca abajo contra el suelo, un segundo tentáculo la penetró tan salvajemente como a sus amigas. Anne apretó dientes y párpados mientras todo el cuerpo se sacud'a por el bombeo de su violador, por los golpes de la pérfida extremidad contra las sensibles paredes de su vagina. Gimió de dolor, dejó que las lágrimas arruinasen la sombra de ojos. No protestó ni intentó defenderse. Pensó que cuando el demonio acabase la dejar'a en paz. Durante todo ese tiempo Hanna hab'a tenido ocasiones para reaccionar. ¿Reaccionar cómo? A diferencia de Marian, no ten'a ninguna ventana cerca. La puerta era una opción incluso peor porque el monstruo estaba justo en mitad del camino. Pensó en agarrar algún objeto del que valerse en el ataque. Alyson, más robusta, ni siquiera hab'a causado un rasguño. Heather hab'a tenido aún menos suerte sin poder llegar al menos a acercarse. Las aproximaciones directas estaban fuera de discusión. De hecho se preguntaba si un arma convencional podr'a dañar a semejante aberración. Fue cuando pensó en algo. El mismo demonio hab'a mencionado conjuros para controlarle o encerrarle. Si los hechizos de invocación contenidos en el grimorio funcionaban, también deb'a contener esos otros. A regañadientes, recriminándose a s' misma, ignoro los sucesos de los alrededores. Se movió en silencio hasta el escritorio de la habitación. All' estaba el libro junto a los móviles. Pasó rápidamente la vista de cada uno al siguiente. Todos sin cobertura. Hannah era una joven inteligente, curiosa. De tener menos prisa se habr'a preguntado si la presencia del demonio alteraba en modo alguno los campos magnéticos y eléctricos de los alrededores. Habr'a pensado sobre la posibilidad de una adaptación a los nuevos tiempos por parte de la bestia. ¿Acaso no hab'a mencionado las virtudes de internet? Habr'an sido valoraciones interesantes. Carec'a del tiempo o la calma necesarias. Pasó inmediatamente al libro. Rebuscó apresuradamente. Páginas hacia delante, páginas hacia atrás. Un 'ndice habr'a resultado demasiado bonito para ser cierto. Finalmente creyó dar con algo. Aprovechó el pintalabios de la mesa para dibujar rápidamente un pentáculo. Susurró los primeros versos del conjuro. Tras la tercera o cuarta frase uno de los tentáculos se enredó en su pie izquierdo como lo hab'a hecho en el de Anne hac'a tan solo unos instantes. Hannah trató de agarrarse a la mesa volcándola en el intento. A pesar de perderle la pista al libro siguió tratando de liberarse. Llegó a clavar las uñas en el suelo consiguiendo únicamente romperlas a la vez que rasgaba sus propios dedos. El demonio pose'a facultades innaturales. Justo ese tipo de facultades eran necesarias para hacerle frente. Ninguna de las jóvenes las ten'a. Hannah notó el tentáculo tirando hacia arriba. Cuando quiso comprender la situación ya estaba de cabeza en el aire. Solo la sujetaba de un pie. La otra pierna ca'a hacia un lado en un ángulo cercano a los noventa grados. -Buen intento, zorra. Esas palabras confirmaron la teor'a de Hannah. Finalmente hab'a encontrado una llave capaz de salvarlas. Ya no ten'a el libro a mano, pero el demonio no contaba con algo. La joven ser'a débil incluso comparada con otras chicas de su edad. A cambio era lista. A pesar de la situación hab'a memorizado cada palabra del conjuro. No le importó que otro tentáculo la desnudase con la misma brutalidad que a sus amigas. Tampoco le molestó ver la melena cayendo al suelo. Simplemente siguió recitando. Una vez terminase podr'a llorar o acurrucarse en una esquina. -Deja de decir guarradas. El tentáculo que acababa de desnudarla se introdujo con fuerza en la boca de Hannah, abriéndose un hueco a través de sus preciosos labios , profanándolos. Casi le partió el cuello al echarla hacia atrás. Hannah agarró el apéndice con ambas manos intentando sacarlo. Mordió hasta hacerse daño en la mand'bula. Nada sirvió. Su cabeza segu'a moviéndose de atrás a delante con cada nueva embestida. Los pechos, dos pequeños mont'culos acabados en areolas y pezones de color caramelo, ca'an en dirección a la mand'bula, sin llegar muy lejos. Aún as' resultaba hipnótico verlos agitarse. Al final se hab'a convertido en una estudiante medio japonesa siendo violada por tentáculos. Solo la diferenciaba que, al igual que sus compañeras, era mayor de edad. De todos modos tampoco habr'a sabido verle la gracia. Heather consiguió reincorporarse. Hab'a visto fugazmente a Anne intentando escapar. Todo lo demás se reduc'a a ruidos y gritos. Tras levantarse, aún un poco mareada, giró para dejar la espalda apoyada en la pared. El espectáculo le revolvió el estómago. Marian apenas apoyaba la punta de los pies en el suelo mientras el tentáculo segu'a apretando cada vez más el cuello. Al mismo tiempo el segundo segu'a violándola despiadadamente. Ya no quedaba nada de virgen en su sexo. El rostro de la joven comenzaba a enrojecerse mientras la lengua asomaba t'midamente entre los labios. Al lado, Hannah hab'a intentado sacar de su boca el miembro invasor utilizando ambas manos. Tras fracasar, ahora colgaban libremente. El demonio la hab'a levantado un poco, as' que solo rozaba el suelo con la punta de los dedos. Las lágrimas ca'an entremezclándose con la melena. La cabeza se agitaba tan fuertemente que estaba un poco mareada, eso sin contar las ganas de vomitar. Anne segu'a sin defenderse. Permanec'a en el suelo apretando las manos en un infructuoso intento de soportar el dolor. Era la más afortunada. Aunque estaba siendo violada, el segundo tentáculo solo la manten'a atrapada en el suelo. Medida totalmente innecesaria, no iba a enfrentarse a semejante fuerza de la naturaleza. Emit'a gemidos lastimeros a cada nueva penetración. Incluso dichos gemidos trataba de contenerlos, como si temiese hacer enfadar al monstruo. Alyson ya se hab'a quedado afónica de gritar. El ano aún no se hab'a acostumbrado al tamaño del tentáculo invasor que parec'a empeñado en llegar al menos hasta el estómago. Por si eso fuese poco, los latigazos segu'an destrozándola. Ten'a los pechos, los hermosos pechos, llenos de arañazos y cortes. El abdomen, el interior de los muslos, los brazos. Todo hab'a corrido la misma suerte. La piel bronceada estaba salpicada con su propia sangre aqu' y allá. El demonio la hab'a mantenido en un estado de constante dolor. Como buen torturador, sab'a mantener el punto exacto en el que la agon'a resultaba insoportable, pero la v'ctima aún no perd'a el sentido. Alyson, una chica valiente, fuerte, hab'a resistido tanto como pudo. Los músculos de sus extremidades se hab'an tensado mientras ella intentaba encontrar cualquier oportunidad de liberar al menos uno de los brazos o una de las piernas. El cuerpo joven y firme estaba también cubierto de sudor. El tiempo de resistir, sin embargo, ya hab'a pasado. Entre gritos de agon'a se escuchaba alguna súplica. Ese era el panorama para Heather. Momentos atrás hab'a sido la única voz de la razón. La única que optaba por ser sensatas. El demonio la miró fijamente. Segu'a torturando a sus amigas mientras la miraba a ella cargado de lujuria. Temblorosa, caminó hasta el cuchillo, sin dejar de mirar a la bestia. Necesito un par de tientos con las manos antes de agarrarlo y levantarla apuntando hacia delante, como si lo quisiera de escudo entre ambos. Un escudo insignificante. -Desnúdate. Heather escuchó la voz. No reaccionó. A parte de ser demasiado t'mida, estaba viendo a sus mejores amigas violadas brutalmente. Desde luego hab'a pocos incentivos para obedecer. Con los ojos llorosos, las manos temblando, levantó aún más el cuchillo. -Suéltalas. - La voz también temblaba. - Por favor. ¿No es suficiente? Amenazó con un par de punzadas al aire. Visto desde fuera era claramente rid'culo. El demonio llevó a Alyson, sin soltarla, justo en medio de ambos. Quer'a que la viese bien. Tan bruscamente como hab'a entrado, sacó el tentáculo del ano. La rubia gimió de dolor al notar su orificio vaciarse de golpe. Al mismo tiempo cesaron los latigazos. Por un momento Heather pensó haber conseguido algo. Agarró aún más fuerte el cuchillo, tal vez consiguiese disuadirlo del todo. Quizás el monstruo solo se mostrase tan fuerte cuando no hab'a ninguna amenaza seria. El demonio siguió actuando. Uno de los dos tentáculos se enrolló al abdomen de Alyson, justo por encima de la cadera. El otro se enrolló a la altura del pecho, pasando por las dos axilas. Al principio nada parec'a estar ocurriendo. Pronto Alyson comenzó a gritar de dolor. Las abdominales se tensaron. La joven renovó fuerzas para tirar con brazos y piernas. Fue inútil. -¡Para!, ¡¿qué haces?! Heather no recibió una respuesta con palabras. Solo escuchó los gritos de Alyson elevarse un par de tonos. Desde all' todo ocurrió muy rápido. Los dos tentáculos tiraron en direcciones opuestas. La piel de la rubia comenzó a desgarrarse un poco por encima de la altura del estómago. Sonaba como un trozo de tela rasgándose. Después crujieron algunos huesos. Finalmente la espina dorsal se partió en dos. Ya sin resistencia, un grupo de tentáculos separó el torso de las piernas. V'sceras y sangre cayeron al suelo bajo la joven. Después los tentáculos arrojaron cada mitad hacia paredes opuestas. Las piernas ten'an espasmos. Daban la impresión de estar dando algunas pataditas. La parte superior golpeó contra la pared antes de caer al suelo boca arriba. En sus últimos momentos, Alyson palpó tratando de encontrar el sitio donde deb'a tener la parte baja del abdomen. All' ya no hab'a nada. -¡Oh Dios!, ¡Oh Dios!,Oh... Los ojos quedaron abiertos, congelados e inertes. Heather e incluso Anne hab'an gritado, horrorizadas, sin parar. Sus suplicas hab'an ca'do en oidos sordos. Heather dejó caer el cuchillo. El demonio, mientras tanto, movilizó los tentáculos que hab'an quedado libres. Dos fueron hacia Hannah, penetrándola tanto anal como vaginalmente. La joven asiática gritó a través del tentáculo en su boca. Marian, cuyos pies ya no tocaban el suelo, recibió la tercera extremidad directamente en el culo. Debió percibir el dolor porque se retorció cuanto pudo, pero segu'a más concentrada en la alarmante falta de ox'geno. Los tres restantes atacaron a Anne. Como Hannah, acabó penetrada en todos los orificios, obligada al sexo oral y anal por primera vez en su vida. Eso hab'an sido solo dos de los tres. El tercero entró también en la vagina. Entre ambos ocupaban demasiado. De no haber estado boca abajo, se habr'a visto un bulto en el vientre, avanzando y retrocediendo sin piedad. -Desnúdate. Heather, histérica, en mitad de un ataque de pánico, comprendió. No ten'a tiempo siquiera para llorar la espeluznante muerte de su amiga. El demonio daba una instrucción. Ni advertencias ni amenazas. Cada negativa significaba presenciar algo horrible. Solo pod'a hacer algo. Obedecer. Con las manos temblorosas comenzó a quitarse la camisa. Cuando llegaba a la altura de los pechos se detuvo. Apunto estuvo de dejarla caer. Cerró los ojos para proseguir con su labor. Los pechos quedaron libres en todo su esplendor. Dos perfectos mont'culos de carne, piel blanquecina, pezones de areolas redondas, rosadas. El cuerpo de una diosa. -¿Por qué no te marchas? Preguntó entre lloros mientras se cubr'a con ambas manos. -Ya estás aqu'. Puedes ir donde quieras. El demonio señalo los pantalones con la mano izquierda. La joven lloró un poco más. Giró el rostro para evitar el contacto visual con aquella criatura. Lentamente deslizó las manos hasta la goma de sus pantalones, volviendo a revelar sus magn'ficas tetas. Bajó la última prenda. No fue sensual como un striptease. No se puso a bailar ni intentó excitar a nadie. Tan solo se bajó los pantalones torpemente. Al ser un pijama, no llevaba bragas. Pronto dejó a la vista su sexo cubierto por una pequeña mata de pelo rizado. Tan solo depilaba cuanto pod'a asomar de un bikini, un poco más para evitar posibles descuidos. Intentó agacharse para cubrir mejor los pechos y la vagina. El demonio se apresuró a agarrarla por la melena con la mano derecha, forzándola a ponerse en pie. -¿Por qué no me voy? No puedo abandonar las marcas que habéis dibujado en la casa. ¿Para qué iba a necesitar un cuerpo si no? La bestia rió mostrando las fauces. Pasado un tiempo volver'a a su mundo. Deb'a aprovechar el tiempo. Acercó la cabeza a la chica. Sacó la lengua, larga, asquerosa, y maloliente. Comenzó a lamerla sin ternura alguna, empezando por el estómago, el ombligo, y llegando hasta los pechos. All' se detuve un buen rato. Heather lloraba y negaba con la cabeza. Miraba en todas direcciones menos hacia el monstruo. Alrededor, Marian ya no tocaba el suelo con los pies. La saliva ca'a libremente de su boca abierta. Pataleaba con fuerza. Aunque los tentáculos segu'an violándola, ella ya les daba poca importancia. Apenas los sent'a. Llevaba demasiado tiempo sin introducir ox'geno en el cuerpo. Sufr'a espasmos por todo el cuerpo. Uno de los brazos aún intentaba quitar el tentáculo del cuello. El otro se estiraba hacia delante como si intentase agarrar algo. Hannah estaba cerca de la pelirroja. No se le escapaba que su amiga iba a morir estrangulada. Aunque segu'a colgada por el pie, se encontraba a menos de un paso de Marian. Estiró la mano derecha tanto como pudo. Le costó mucho esfuerzo, mucha tensión en el hombro y el abdomen. Era como intentar hacer abdominales. A pesar de todo consiguió estrechar el brazo de su amiga. Fue poco tiempo. Pudo sentir la vida escaparse de Marian. Notó las uñas clavándose en su propio antebrazo. Lloró e intentó tirar de su amiga. Al final solo pudo sostenerle la mano hasta el último momento. Los tentáculos siguieron violándolas sin contemplaciones. El que estaba aferrado al cuello de Marian siguió ejerciendo más presión de forma progresiva. Los huesos llegaron a ceder por la fuerza, aplastándose entre crujidos. La cabeza comenzó a moverse de forma grotesca al no tener sus puntos de apoyo naturales. El demonio forzó a Heather a darse la vuelta, quedando de espaldas a la bestia. Además, también ten'a el espejo de su habitación justo delante. Si miraba pod'a verse a s' misma desnuda. El demonio la levantó por el pelo. Ella gritó de dolor. Para aliviarlo solo pudo aferrarse con ambas manos al brazo de la bestia, intentando mitigar la presión. Los pechos se levantaron un poco más, dando un espectáculo aún mejor. Cualquier hombre habr'a tenido una erección al verla. El demonio no era distinto, excepto que su erección equival'a a medio brazo. Utilizó la mano libre para agarrar a Heather por el torso, as' le fue más sencillo dirigirla. Ella pataleaba. Intentó cubrirse con las piernas, encontrar un punto de apoyo. Al forcejear sus senos se balanceaban más. Cuando abr'a las piernas, ocasionalmente, pod'an verse los labios vaginales, prietos, inexplorados hasta el momento. El demonio colocó el glande a la entrada del sexo de su v'ctima. Después solo necesitó dejarla descender. La gravedad se encargó del resto. Heather sintió el dolor más grande de su vida. Miró al espejo para ver el miembro de su violador hundido en ella. De un solo golpe hab'a roto el himen y desgarrado parte de las paredes vaginales. Al principio no gritó. Se quedo mirándose a s' misma, horrorizada, viendo el enorme miembro entrar y salir, cada vez con más sangre. Vio su precioso rostro torciéndose por el dolor. Las lágrimas, la boca abrirse cuanto pudo para gritar. Contempló todo eso antes de escuchar un grito desgarrador. El suyo propio. Anne cre'a ser incapaz de aguantar más dolor. No quer'a ni pensar el estado de su vagina y útero al ser penetrado por dos tentáculos a la vez. Sab'a que deb'a ser malo. También gritaba a través del apéndice que violaba su boca. Ya no sab'a cuanto tiempo llevaba as'. Por su limitada experiencia sexual, al principio hab'a pensado que ser'a breve, que los tentáculos seguir'an en ella hasta correrse. Ahora estaba menos segura. ¿A caso iban a correrse?, ¿por qué?, ¿por qué no lo hab'an hecho ya? La verdad se escapaba a sus conocimientos. Aquella bestia sent'a tanto placer haciendo daño como fornicando. Los tentáculos no eran órganos sexuales, eran simples armas naturales. La bestia se habr'a saciado con el simple hecho de golpearlas hasta reducirlas a una pulpa informe de sangre, v'sceras, y huesos. Sin embargo quer'a algo más, quer'a hacerlas sufrir. Sab'a que las mujeres sent'an más angustia siendo violadas. El sufrimiento aumentaba cuanto más asco, repulsión, o desprecio, les causaba su agresor. Por eso Anne, al igual que el resto, se estaba llevando el paquete completo. Violada por aquellos apéndices, sufriendo el dolor de una doble penetración, asustada tras ver el grotesco espectáculo de la muerte de Alyson. Su única esperanza hab'a sido que el demonio acabase rápido, pero ahora esa esperanza se desvanec'a. Aún sin conocer los motivos, comprendió que durar'a mientras resultase divertido para su agresor. Heather continuaba gritando mientras no dejaba de llorar. Su vagina no acababa de adaptarse al tamaño desmedido de aquel maldito falo. Cada penetración dol'a al menos tanto como la anterior. Además, el ritmo salvaje con el que la estaba violando no ayudaba. Con una sola mano la obligaba a subir y bajar, como si se estuviese masturbando con ella. Sus pechos se agitaban violentamente. Sub'an con fuerza para después bajar cual peso muerto y volver a rebotar hacia arriba. De no haber estado sintiendo como su sexo se estaba desgarrando, habr'a resultado una sensación muy desagradable. Al principio hab'a seguido mirando al espejo. Hab'a visto la sangre derramándose cada vez que parte del miembro sal'a de ella. Las piernas agitándose en busca de alguna posición en la que pudiese acomodar mejor el pene invasor. Suficiente para quebrar la cordura de cualquiera. Por eso ahora se tapaba la cara con ambas manos, como si creyese que al no verlo resultar'a más fácil. Ninguna de ellas sab'a que el tiempo de su agresor se iba agotando. En el fondo él habr'a preferido algún tipo de pacto que le permitiese quedarse all' un poco más. Ten'a muchas ideas en la cabeza sobre cómo divertirse aún más. Quizás su suerte mejorase la próxima vez. Lo cual le recordó que deb'a garantizar una próxima vez. Anne notó los tentáculos salir de su cuerpo. Ano, vagina, boca, todo quedó vac'o en un instante. La sensación le resulto extraña, dolorosa cuando las extremidades salieron. En esos momentos de conmoción, dos tentáculos la agarraron por los brazos. Sin ningún tipo de delicadeza la arrastró por la habitación. Anne no supo demasiado claramente donde iba hasta que se encontró frente al maldito libro. Lloraba tanto que tardó unos instantes en identificarlo. -Abre la última página. La voz del demonio la sobresaltó tanto que al principio no notó que le hab'a soltado ambos brazos, sujetándola solo por el pie. -No voy a repetirlo. Anne recordó lo ocurrido tras la última orden, cuando Heather protestó en lugar de desnudarse. No quer'a acabar igual que su amiga rubia. Se apresuró a pasar páginas, torpemente, hasta llegar a la última. All' hab'a otro conjuro, uno que solo requer'a leer ciertas palabras en voz alta. Leer un conjuro les hab'a llevado a esa situación, a ese momento. Era más que reticente a probar de nuevo. Entonces vio por primera vez la cola del Demonio. La pasó por delante de sus ojos, muy lentamente, mostrándole el pincho que la coronaba. Después la perdió de vista. No supo donde estaba hasta sentirlo apretando un poco, lo justo para hacer un poco de sangre. Aquello acalló cualquier conflicto mental. Anne recito el conjuro sin entender una sola palabra de cuanto estaba diciendo. No estaban en su idioma, tan solo escritas para repetirlas fonéticamente. Cuando acabó, el libro brilló con una luz rojiza para desaparecer unos segundos más tarde. Ni siquiera el Demonio sab'a donde habr'a ido. Una librer'a, una biblioteca, la estanter'a de alguna universidad. Daba igual. Anne tuvo poco tiempo para plantearse aquella pregunta o cualquier otra. El pincho se hundió de golpe. El cuerpo de la joven comenzó a agitarse sin control mientras su asesino retorc'a el arma. A todos los efectos ya estaba muerta, pero su cuerpo tardó un poco más en enterarse. Heather carec'a de experiencia para saber que, normalmente, los hombres aceleraban el ritmo antes de eyacular. Tampoco es que ella notase la diferencia, pero era justo lo que estaba ocurriendo. No se dio cuenta hasta que el dolor se acrecentó. Retiró las manos del rostro para ver que estaba ocurriendo. La eyaculación hizo que se hinchara como en los primeros pasos de un embarazo. Ella cerró los puños tratando de soportar el dolor. Cuando acabó, el demonio levantó un poco más Heather para sacarle su miembro. El semen cayó mezclado con la sangre de la joven. Se escurrió por sus muslos manchándole casi todo el interior de las piernas. La soltó. Su miembro estaba a punto de volver a sufrir una erección y pensaba volver a emplearla en Heather, pero ella no estaba en condiciones de escapar. La chica cayó de rodillas en el suelo. No estaba tan conmocionado como para quedarse all' esperando, pero tampoco reunió fuerzas para levantarse. Lo intentó. Las piernas no le sosten'an. Volvió a quedar de rodillas en el suelo, sobre su propia sangre. Comenzó a gatear sin ninguna dirección en mente. -No sé vosotras, pero yo tengo hambre. Volveré pronto a mi mundo. All' la comida es poco variada. As' que, si no os importa, llenaré el estómago por aqu'. Heather se quedó helada al escucharlo. Dio la vuelta quedando sentada en el suelo, mirando al Demonio. Este no fue a por ella. Movió a Hannah hasta volver a ponerla entre ambos. Aún estaba de cabeza, pero le dio la vuelta usando todos los tentáculos libres que ahora ten'a. Soltó el pie para sujetarla únicamente por los brazos. Fue retirando las demás extremidades dejando para el final el tentáculo de la boca. No lo hab'a introducido solo por puro placer. Deb'a callarla. Hasta ese momento. Hannah trató de hablar en cuanto el apéndice salió de su boca. Al principio le costó vocalizar, casi se hab'a desencajado la mand'bula y estaba un tanto mareada por permanecer de cabeza hacia el suelo. Tras unos sonidos sin sentido, mientras el Demonio la acercaba a sus fauces, finalizó el conjuro anterior. No ocurrió nada. -Vas a tener que empezar desde el principio. Lástima que no tengas tiempo. Heather consiguió levantarse para caer de rodillas una vez más. Alzó la mano hacia su amiga. Suplicó por ella. Eso gustaba aún más al demonio. Hannah era inteligente. Brillante. Comenzó a recitar el conjuro desde el principio, lo hab'a memorizado. Hablaba tan rápido que costaba entenderla. Entre lloros, tratando de mantener la calma. Era su última oportunidad. Al escucharla, el demonio también decidió perder menos tiempo. Apartó la cabeza hacia un lado y mordió directamente el cuello. Arrancó un trozo de carne y se echó atrás para masticarlo. Salpicó sangre como si se tratase de una fuente. Heather gritó con todas sus fuerzas. Fue lo único que pudo hacer mientras contemplaba al monstruo devorar a su amiga que, al principio, estaba viva. Al final no quedaba nada de Hannah. El demonio volvió a centrar su atención en la única superviviente del grupo. Ya estaba completamente erecto de nuevo. La chica trataba de alejarse de él nuevamente, pero no pod'a correr más que sus tentáculos. La agarró de las cuatro extremidades, como hab'a hecho con Alyson antes. Volvió a darle la vuelta para dejarla mirando al espejo. La descendió lentamente sobre el glande, pero esta vez lo dirigió al ano. Heather negó con la cabeza mientras gritaba. De nada le sirvió. El miembro la penetró con más rudeza que antes. Cuando ya estaba sodomizándola, le soltó brazos y piernas. La sujetó por los costados con sus propias manos. Haciéndola subir y bajar. Ella intentó soltarse. Pataleó, buscó algo para golpear... El cuerpo volv'a a agitarse, los pechos volv'an a balancearse salvajemente. Tras unos instantes vio la cola, ya manchada con la sangre de Anne, acercarse a su vagina. Intentó protegerse. Le dio patadas con las piernas. Cuando eso falló las flexionó tratando de cubrir la entrada a su sexo. El demonio sab'a que no aguantar'a as' indefinidamente, pero no le gustaba esperar. Utilizó dos tentáculos para volver a abrirlas, solo temporalmente. Heather, al tener las piernas inutilizadas, agarró la cola con las dos manos justo cuando estaba a punto de entrar en ella. Consiguió retenerla unos segundos, pero no ten'a bastante fuerza. Al principio el nuevo dolor fue tolerable, después el pincho se clavó en el útero, y desde all' siguió ascendiendo. La joven gritó con todas sus fuerzas hasta que sus sonidos ya ni siquiera parec'an humanos. En el espejo pod'a ver el bulto de la cola ascendiendo lentamente por su interior. Debió romper algo dentro, porque empezó a sangrar más intensamente. El dolor no se parec'a a nada que hubiese imaginado antes. Incluso hab'a olvidado que estaban sodomizándola. El demonio le agarró el pelo obligándola a mirar hacia arriba. Pocos segundos después Heather comenzó a escupir sangre, a ahogarse con ella. Finalmente la cola asomó desde la boca tras expulsar esta sangre y algunas v'sceras. La bestia sacó rápidamente la cola del cuerpo de Heather. La dejó caer antes de eyacular sobre ella. En la cercan'a se escuchaban sirenas de polic'a. Algún vecino deb'a haber escuchado los gritos. Poco importaba, el demonio ya estaba desvaneciéndose. Casi lamentó no quedarse para escuchar las explicaciones que trataban darle a todo lo ocurrido. La gente ya no cre'a en demonios. Esa era su mejor protección.