Note: This story was dynamically reformatted for online reading convenience. >Fórum - Capítulo 2 Durante los siguientes días, una mezcla de celos, remordimiento y excitación me tuvo permanentemente confundido y absorto. Buscando sinceramente una explicación a mis sentimientos encontr(C) en internet abundante -literatura - sobre la atracción fetichista que muchos hombres sentían con respecto a las embarazadas. Alguna de esa literatura podría ser considerada seria (estudios sociológicos, foros psicológicos,...) pero la mayor parte de lo que encontr(C) se podría clasificar bajo el epígrafe pornografía sin ninguna duda. En su mayoría eran sesiones fotográficas o videos en los que se veían a mujeres en avanzado estado de gestación siendo folladas de todas las maneras posibles: por delante, por detrás, de espaldas, de pi(C), de lado, (C)l encima, ella encima, en la boca, en el culo o incluso simultáneamente por dos o tres orificios. Algunos de esos hombres acababan corri(C)ndose sobre las enormes barrigas, otros esparcían su semilla sobre el co+/-o más o menos pelado de las futuras madres, pero la mayoría lo hacían sobre sus pechos grandes y henchidos de leche. Evidentemente toda esa imaginería me excitó sobremanera. Pero lo que más me llamó la atención fue una serie de foros de intercambio de contactos y fotografías en los que eran mujeres reales, a veces parejas, que explicaban sus experiencias y algunas publicaban fotografías. Al contrario que en los videos y fotografías de estudio, esas historias y esas fotografías transpiraban realismo y eso las hacía tremendamente más excitantes. Uno de los foros me resultó especialmente interesante. No dir(C) la dirección pero era el único donde la gente que escribía eran de mi mismo país, algunos de mi misma ciudad. Me resultaba excitante leer las fantasías de gente con la que me podía cruzar por la calle o en el supermercado. Algunos citaban lugares concretos en sus historias, sitios que yo conocía y que en algunos casos quedaban a apenas unos minutos andando de mi casa. La mayoría de las fantasías o historias más o menos verídicas (poco importa) trataban de encuentros con vecinas pre+/-adas que acababan en revolcones impetuosos, pero tambi(C)n muchos explicaban historias subidas de tono con personas de su familia: hermanas, primas, tías y algunas madres eran objeto de las fantasías de muchos de los que escribían en el foro. Poco a poco me fui enganchando a ese foro, entrando periódicamente a comprobar qu(C) nuevos contenidos había y leyendo las historias pasadas. Decidísuscribirme pagando una cuota mensual para poder acceder a contenido reservado, normalmente las fotografías que otros usuarios subían o enlaces a videos sobre la temática. Así pude acceder a toda una sección del foro donde la gente colgaba fotografías de sus parejas, algunas consentidas, otras robadas. Tambi(C)n había gente que colgaba fotografías profesionales como las que había encontrado por todo internet, pero esas dejaron de interesarme rápidamente. Abundaban las fotografías de mujeres en las típicas poses de book de embarazada, de lado, con o sin camiseta pero siempre mostrando su barriga. Algunas eran series completas donde se podía comprobar como iba creciendo la barriga a lo largo del embarazo. La mayoría de estas fotografías eran bastante recatadas, incluso aquellas en las que ella estaba en topless. Pronto descubrí que mi excitación y mi trempera crecían ante la visión de los enormes pechos de algunas embarazadas, esas redondeces que reposaban sobre las barrigas incapaces de soportar su propio peso. Esos pechos vasculados y repletos de leche, con unos pezones grandes de los que a veces caía una gotita. Me hice innumerables pajas mirando esos pechos rebosantes, esos escotes vertiginosos. Esas mujeres miraban a la cámara sonriendo, mostrando sin pudor sus armas. En algunas se distiguía una mirada pícara, provocativa. Sostenían sus pechos en sus manos o los apretaban con sus antebrazos. Solía envidiar la suerte de los que habían tomado esas fotografías porque ellos podían tocar, palpar, chupar esas tetas, hasta que me di cuenta que yo era uno de ellos, solo que Sonia parecía estar en una dimensión diferente. Hasta entonces. Poco a poco empec(C) a mirar a Sonia con los mismos ojos con los que miraba las fotografías del foro. Ya no era tan solo la calentura del no follar. Había algo más, un punto de picardía, de exhibicionismo. Sin pensarlo mucho empec(C) a buscar situaciones como las del foro en casa. Empec(C) yo tambi(C)n a -espiar - los momentos en los que Sonia se duchaba o se vestía, disfrutando del ligero balanceo de sus tetas cargadas. Por ese entonces me llamó la atención una entrada en el foro que era del todo inusual. La firmaba un tal -iluvmilkytits - que decía tener veinticinco a+/-os y se declaraba fetichista de los pechos de embarazadas. Al contrario que la gran mayoría de entradas del foro no colgaba fotografías ni explicaba historias más o menos inventadas. Su relato era sencillamente su día a día. El chico vivía obsesionado con los pechos de las mujeres y había descubierto que los que más le atraían eran los pechos grandes y rebosantes de las futuras madres. -Esos pechos -, decía, -que apenas caben en unos sujetadores que se han quedado varias tallas peque+/-os, que descansan pesados sobre barrigas grandes y redondas -. Explicaba tambi(C)n que estaba en el paro y que nunca había conseguido un trabajo estable despu(C)s de salir de la universidad pero que debido a la holgada situación financiera de sus padres tampoco lo necesitaba. Su día a día era pasear por la ciudad mirando de reojo los pechos de las mujeres con las que se cruzaba. Había descubierto un filón en los parques cercanos a su casa, donde las mujeres en avanzado estado de gestación iban a tomar algo el sol o tumbarse en la hierba ahora que había mejorado el tiempo. Algunas incluso aprovechaban para hacer yoga y otros ejercicios semejantes, que a (C)l le resultaban extremadamente eróticos. Intentaba acercarse a ellas para poder observar sus redondeces con más detalle pero siempre salía corriendo muerto de vergüenza. El chico estaba ciertamente obsesionado con el tema, casi enfermo. Su texto transpiraba frustación y en el último párrafo pedía ayuda. La mayoría de las respuestas le quitaban importancia como problema. -Es algo muy normal de los hombre que nos obsesionen los pechos de las mujeres -. Algunos le aconsejaban buscar un psicólogo. Tambi(C)n había los que le decían que se buscase novia o que se atreviese a entrarle a alguna mujer del parque (curiosamente, la idea de que las mujeres embarazadas están insatisfechas sexualmente y desean que un hombre de verdad las posea está muy extendida). No fue hasta un par de días despu(C)s que caí en algo del relato del chaval que al principio me había pasado desapercibido. Estaba en el curro y esper(C) a que todos salieran a comer para poder releer la entrada original. Y allí estaba. Cuando describía su recorrido diario por los parques buscando pechos y barrigas reconocí por su descripción el parque que había a dos manzanas de mi casa. Eran un par de detalles sutiles, casi sin importancia pero que juntos hacían que la identificación fuera casi inequívoca. Describía como acostumbraba a pasar por un peque+/-o camino que transcurría paralelo a la pared de la zona de juego del parque, pero a unos tres metros de altura. Abajo había una serie de bancos desde donde los padres vigilaban mientras lo ni+/-os jugaban. A menudo tambi(C)n había allí madres dando el pecho a sus hijos porque el sol del atardecer daba de cara y era un lugar muy agradable. Y tambi(C)n era el parque donde el grupo de preparación para el parto al que asistía Sonia iba dos veces por semana a hacer ejercicios en el c(C)sped. En el relato explicaba que ese parque estaba al lado del Hospital de la Maternidad. Tenía que ser el mismo parque. No pens(C) mucho porqu(C) lo hacía pero el siguiente sábado le propuse a Sonia que fu(C)ramos al parque a pasar la tarde. Ella pareció contenta de que yo tomara la iniciativa en una propuesta de familia. Yo me encargu(C) de todo, cogí una manta para el suelo y prepar(C) un poco de pica-pica mientras ella se ponía los leggins y la camiseta para hacer algunos estiramientos. Cuando llegamos al parque escogí el sitio estrat(C)gicamente junto al camino que transcurría junto a la pared del parque, aunque unos metros más adelante, de manera que podía ver si alguien que pasara por allí se detenía sospechosamente a echar un vistazo abajo. Evidentemente confiar que ese día concreto el chaval pasase por allí era pedir demasiado y conforme fue pasando la tarde fui perdiendo las esperanzas. Sonia estuvo sesteando y hacia las cinco se despertó medio remolona y se puso a hacer un poco de yoga para embarazadas. Yo la observaba haciendo las típicas posturas de relajación, con las piernas entrecruzadas y las manos apoyadas sobre las rodillas. Despu(C)s empezó a hacer estiramientos poco a poco, primero levantando el brazo derecho e inclinando el cuerpo hacia la izquierda, despu(C)s hacia el otro lado y repetir. Mientras Sonia estaba concentrada en sus ejercicios le ví. Tenía que ser (C)l. Iba solo, aparentaba veintipocos y parecía muy poca cosa. Con el pelo peinado de lado, gafas de pasta, jersey rojo y tejanos. Parecía salido de una película de nerds. Estaba parado sobre el borde del camino mirando hacia abajo pero parecía que no encontraba lo que buscaba. El chico ya venía por el camino cuando Sonia cambió de ejercicio y se tumbó en el c(C)sped, encogió las piernas y con los pies planos en el suelo empezó a mover la pelvis arriba y abajo. Fue un prodigio de sincronización. El punto de vista del chico debió ser espectacular. A parte de la connotación sexual de ese movimiento p(C)lvico, el chico debía tener un primer plano del portentoso escote de Sonia, apenas contenido por el elástico de la camiseta del Decathlon que no daba abasto entre la barriga y sus pechos, que se balanceaban al ritmo de sus caderas. Las areolas asomaban la cabeza, grandes y oscuras sobre la piel clara de Sonia y sus sensibles pezones se marcaban en la tela a apenas dos centímetros del borde, amenazando con escaparse de su prisión de tela. Yo estaba pasmado y al mirarle pude comprobar como el chico tambi(C)n se había quedado petrificado, con la boca abierta y los ojos fijos en los pechos de Sonia. Mi mujer no pareció darse cuenta de la presencia del voyeur y con cada embestida parecía que sus pechos se escapaban de la camiseta mostrando un poco más de su oscura pezonera. El tiempo se detuvo unos instantes, hasta que (C)l se dio cuenta de que yo le estaba mirando, entonces bajó la cabeza, susurró un -lo siento - y se fue casi corriendo... Sonia siguió a lo suyo y despu(C)s de unas pocas repeticiones más volvió a cambiar de ejercicio. Yo mientras admiraba su sensual cuerpo pensaba en nuestro mirón con excitación, deseoso de volver a casa para ver si compartiría el episodio con nuestros contertulianos del foro. Esa noche, con Sonia ya durmiendo entr(C) en el foro esperando noticias del chico. En el hilo tan solo había dos respuesta más. Yo revivía una y otra vez el episodio de esa tarde con excitación pero de alguna manera esperaba algún tipo de feedback y al no haberlo me cortó el rollo. Al día siguiente volví a entrar en el foro pasada la media noche y esta vez vi que sí que había dos nuevos hilos, uno firmado por -iluvmilkytits -. Rápidamente entr(C) en el hilo de mi joven amigo y empec(C) a leer su entrada: -Ayer tuve una experiencia casi religiosa. Se meapareció en el parque una belleza de cabello moreno y pechos rellenos. Estoy convencido que fue el destino quien colocó a esa mujer, esa perfecta aparición, ante mis ojos. Estaba paseando por un parque cerca de casa, uno de mis recorridos habituales. La tarde no había sido provechosa y me dirigía ya hacia casa cuando al girar el camino me encontr(C) con esa mujer embarazada en una postura imposible mostrándome sin pudor sus pechos, grandes e ingrávidos. Estaba ahí, junto al camino, con los ojos cerrados y recostada en el suelo mostrándome el escote perfecto. Unos pechos blancos y henchidos, apenas cubiertos por su camiseta. Y en medio de ambos el canal al paraíso, lubricado de sudor, esperando que alguien lo recorriese. Hubiera dado todo lo que tengo por hundir mi cara entre esos pechos, por lamer hasta la última gota de sudor que los cubría. Tengo esa imagen grabada en mi mente desde ayer y tengo que reconoceros que me he masturbado varias veces pensando en ellos. La visión de esos pechos colmados de leche, pesados, alimenta mi fetiche desde ayer. Me siento extasiado y a la vez perdido. Amigos, os pido ayuda de nuevo, antes de que empiece a enloquecer. ¿Qu(C) debo hacer? - A esas alturas mi polla estaba dura como el hierro. La sola idea de que ese chico se hubiera masturbado con las visión de los pechos de Sonia me había acelerado el corazón. El hilo tenía 5 respuestas de algunos asiduos al foro: las normales de -qu(C) suerte cabrón - y -tranquilo amigo -. Quizá fuera la calentura pero puls(C) el botón de responder y le respondí: -Amigo, sois pocos los que hab(C)is podido disfrutar de esa visión de pureza que comentas. No es de extra+/-ar que te haya marcado tan profundamente. Te aconsejo que no la pierdas, que la persigas. Ve al parque, esp(C)rala, búscala, saborea su visión y vuelve aquí a explicarnoslo. - Reconozco que el tono era rimbombante pero pretendía seguir el estilo -milagroso - de su texto. Mi intención era clara: quería que (C)l quisiera más, porque yo quería más.