Note: This story was dynamically reformatted for online reading convenience. >Fórum - Capítulo 1 Desde que Sonia se quedó embarazada las cosas en casa han cambiado radicalmente. Al principio fueron las náuseas y vómitos, despu(C)s unas ligeras p(C)rdidas a las que los m(C)dicos no dieron mayor importancia pero que a Sonia le quitaban el sue+/-o. Despu(C)s vino la ciática, que la dejaba clavada cada dos por tres y hacía que incluso estar tumbada en cama mucho rato en la misma postura fuera casi una tortura. Todas estas cosas son normales dentro de un embarazo, pero quizá hemos tenido la mala suerte de que nos hayan pasado todas, una despu(C)s de la otra. Y al final estas molestias han ido pasando factura a nuestra relación. No quiero parecer insensible pero tampoco me colgar(C) medallas que no merezca. Durante esas primeras semanas todo fue maravilloso, estábamos tan felices que los vómitos nos los tomábamos con alegría. Pero poco a poco el cansancio se ha ido acumulando y las malas sensaciones de los últimos meses han creado una cierta distancia afectiva entre nosotros, precisamente cuando se supone que menos debía pasar. La situación se ha ido deteriorando en muchos sentidos y, por supuesto, tambi(C)n en el terreno sexual. El físico de Sonia es de esos que rezuman sensualidad. Mide metro sesenta y cinco, pelo moreno y corto. Lo que más me gusta de ella es su culo, carnoso y redondo. Es uno de esos culos que lejos de acomplejar a la propietaria le otorgan una voluptuosidad caribe+/-a. Cuando pasaba desnuda camino del ba+/-o el balanceo de sus caderas me volvía loco e irremediablemente salía corriendo detrás de ellas. Sus pechos encajaban perfectamente en su físico, ni grandes ni peque+/-os y ligeramente caídos hacia los lados. Pero ahora, embarazada de seis meses, han crecido considerablemente, están cubiertos de venas que destacan sobre su piel clara y parecen notablemente más densos y pesados. Y digo -parecen - porque hace semanas que no puedo ni tocarlos. Cada vez que lo he intentado Sonia me ha apartado la mano quejándose de que le duelen. Al principio decía que era un dolor intenso y agudo, como el de una regla pero multiplicado por cien. El m(C)dico dijo que se debía al cóctel de hormonas que inundaba el cuerpo de Sonia y que durante el segundo trimestre el pecho iría acumulando grasa, se incrementaría el tama+/-o de las glándulas lácteas y el riego sanguíneo, y que todos estos procesos producen el aumento de pecho que estaba experimentando junto con un dolor que se podía intensificar en los periodos en que si no estuviera embarazada le vendría la regla. Todo muy normal. El m(C)dico tambi(C)n nos comentó que ese dolor de pecho iría remitiendo conforme avanzase el embarazo pero que en la mayoría de los casos se producía tambi(C)n un incremento más permanente de la sensibilidad en los pechos que hacía que a muchas embarazadas le resultase doloroso el contacto del pezón con la ropa o incluso las carícias de su pareja. Sea como fuere los pechos de Sonia eran terreno vetado. La veía saliendo de la ducha, con esos hermosos pechos grandes y pesados descansando sobre su barriga de seis meses y hubiera deseado saltar sobre ellos pero finalmente reprimía mis instintos y eso me generaba una gran frustración. Pero hasta entonces, no me había fijado en que los efectos del cambio físico de Sonia no solo evidentes para mi. Por la calle los vecinos nos empezaron a parar para felicitarnos e interesarse por como iba todo, en el trabajo de Sonia su barriga era tema de conversación a diario y en el metro casi siempre alguien se levantaba para dejarle sitio. Fue en la celebración del aniversario de mi suegra cuando me di cuenta de como afectaban los -otros - cambios físicos que sufría el cuerpo de Sonia en los hombres. Para el evento se reunió la familia más cercana: los padres de Sonia, sus dos hermanas y sus respectivas parejas. En total (C)ramos ocho en la mesa y como el nuestro iba a ser el primer nieto de la familia Sonia fue el centro de la charla durante gran parte de la cena. Sonia explicaba que poco a poco empezaba a sentirse mejor, aunque cada vez le costaba más encontrar una postura cómoda para dormir. Ya se que no todo el mundo tiene la buena costumbre de mirarte a los ojos cuando hablas, pero era evidente que tanto Alberto como Fran, los novios de las hermanas de Sonia, tenían mucho más inter(C)s en los pechos de Sonia que en lo que decía. Recuerdo perfectamente que ese día, despu(C)s de un invierno frío y unas semanas de primavera lluviosa, había hecho mucho calor durante todo el día. Estábamos a mediados de Mayo y parecía que el verano ya estaba llamando a la puerta. Sonia estaba especialmente contenta por el cambio de tiempo ya que por fin podría dejar de llevar capas y capas por si acaso llovía o hacía frío por la tarde. Con su barriga creciente su armario se había ido quedando limitado. Ese día podría estrenar la ropa pre-mama de verano que había comprado unas semanas atrás. Se trataba de un pantalón negro elástico y una blusa blanca con una cinta por debajo de los pechos y una abertura en la barriga para facilitar que le pudiera dar un poco el sol, que al parecer es muy bueno para la curar las estrías de esa piel tersa y maltratada. El problema, malditos dise+/-adores, es que la blusa tenía espacio de sobras para la barriga de Sonia, pero sus pechos apenas cabían en el compartimento superior de la blusa sin dejar desabotonado el botón superior del escote. Sonia estuvo dudando si cambiarse de ropa o no pero finalmente se dejó la blusa puesta, era fresca y hacía mucho calor. Además le apetecía ponerse algo nuevo. Así que Alberto, el novio de Sara, un armario con cara de chulo-playa que en realidad no caía bien a nadie de la familia, estuvo toda la noche mirándole el escote a Sonia sin ningún pudor. Y Fran, más poca cosa y más tímido, tambi(C)n echaba miradas furtivas cuando creía que nadie le miraba. La actitud de ambos me pareció totalmente reprochable, pero con un poco de perspectiva debo reconocer que yo tampoco pude evitar admirar las redoncedes blancas y vasculadas que asomaban del escote de Sonia y creo que hubiera sido así aunque no fuera mi pareja. El momento culminante de la noche fue cuando la madre de Sonia quiso tocar la barriga a su hija y notó una patada del beb(C). La algarabía fue considerable y uno a uno fueron todos posando sus manos en la panza de Sonia. Cuando llegó el turno de Fran se le notaba nervioso y más atento a los pechos que tenía a pocos centímetros de su cara que el vientre que estaba tocando. Pero en cambio Alberto intentó sacar el máximo partido a la situación y puso las dos manazas sobre la barriga de Sonia tan arriba que casi parecía que estuviera sosteniendo sus pechos. Sonia debió sentirse un tanto violentada porque le cogió las manos y las retiró un poco poniendo como excusa que las patadas las sentiría mejor un poco más abajo. En el camino de vuelta a casa estuve tentado de comentar con Sonia lo vergonzoso de la actitud de sus dos cu+/-ados pero al final me abstuve de crear mal rollo. Esa noche dormí más bien poco. En mi mente no paraban de aparecer imágenes de Alberto manoseando, chupando, mordiendo los pechos de Sonia mientras ella se los agarraba y gemía de placer. Arrastrado por la tremenda trempera que esas imágenes me estaban provocando me cerr(C) en el lavabo y me hice una paja descomunal imaginándome a Alberto corri(C)ndose sobre las tetas de mi mujer.