El ecodonante profesional
por Nikto30 (nikto30 arroba gmail punto com)

Vaya por delante que soy un profesional. Si usted ha llegado aquí esperando una
historia subida de tono, algo con lo que motivar la lívido o ejercitar el bíceps
sepa que va errado. Me tomo mi trabajo muy en serio y esto me ha llevado a tener
una buena reputación dentro de mi profesión. Quizá por ello se me ha pedido que
escriba estas líneas explicando a qué me dedico y la importancia  de que exista
el servicio que yo proveo.

Soy lo que en jerga médica se conoce como un ecodonante de esperma o, más
llanamente, un semental. No es una palabra que me guste, pero es exactamente lo
que soy: un semental. Mi trabajo consiste en proporcionar uno de los elementos
necesarios para la concepción: los espermatozoides. Pero lo más importante es
que, a diferencia de otros métodos conceptivos existentes, yo hago la entrega
insitu, es decir, directamente en el útero de la madre, sin vasos, probetas ni
jeringas. Sin intermediarios, en definitiva. Eso me permite garantizar la máxima
calidad del producto.

Como presentación diré que soy un hombre blanco de 29 años, metro ochenta y
cinco de altura y setenta y cinco quilogramos de peso.
Soy una persona físicamente muy capacitada. No se lo tomen como una
bravuconería, el hecho de que me dedique a lo que me dedico no es una
casualidad. Estoy dotado en muchos aspectos para esta profesión y me cuido a
conciencia. Mi cuerpo es mi herramienta de trabajo y lo cultivo tanto a nivel
físico como intelectual.

Mis clientes reciben un completo historial médico que incluye un estudio
genético, el historial de todas las enfermedades que he tenido (básicamente
resfriados) y los medicamentos que se me prescribieron, un chequeo actualizado
con información de diferentes parámetros químicos y que, por supuesto, incluye
pruebas para un amplio espectro de enfermedades víricas, e información dietética
y nutricional. Soy muy cuidadoso respecto a lo que como y bebo, no fumo ni
ingiero alcohol, drogas o anabolizantes. Mantengo el equilibrio entre grasas,
proteínas e hidratos de carbono en mis ingestas y hago diferentes deportes para
mantenerme en perfecto estado físico. El rango de edades de los ecodonantes es
reducido, llevo tres años dedicándome a ésto y calculo que estoy en el ecuador
de mi carrera. Hay dos factores que influyen en ello: el primero es que la
espermatogénesis se ve afectada con la edad, y el segundo y más importante es
que los clientes prefieren donantes jóvenes.

Evidentemente el dossier que les entrego contiene gran cantidad de datos
relativos a la calidad de mi esperma y información anatómica sobre mis
genitales, dado que el contacto de éstos será directo con la madre. Estos son
aspectos en los que estoy especialmente capacitado. Mi semen tiene una media de
150 millones de espermatozoides por mililitro y eso está más del 50% por encima
de la media y produzco una cantidad no menor de 10 mililitros en cada
eyaculación. Este valor está dentro de la definición de hiperespermia pero es
absolutamente normal y, en mi caso, no está provocada por ninguna infección y no
se ha encontrado ninguna disfunción que pueda estar relacionada con una
sobreproducción de esperma. La calidad individual de mis espermatozoides también
se sitúa por encima de la media y he comprobado que determinadas prácticas
abundan en este hecho. Aproximadamente el 90% de mis espermatozoides están vivos
y el 60% son completamente funcionales (tipo A, bien formados y motiles). Eso
significa que en cada sesión produzco del orden de 900 millones de células
espermáticas de máxima calidad. Para que se hagan una idea, este valor es del
orden de 10 veces superior a la media. Como último dato referente a la calidad
de mi esperma decir que soy capaz de eyacular entre 2 y 3 veces por semana sin
que ésta apenas se resienta. No ofrezco ningún tipo de garantía, evidentemente,
pero la estadística me avala con cerca de un 50% de éxito en una única sesión.

El segundo aspecto es el referente a mi dotación anatómica. En este punto
querría decir que en lo que a mi trabajo se refiere el tamaño sí que importa. No
así para dar placer a la mujer. Es importante conocer que la zona erógenamente
sensible de la vagina femenina es el tercio anterior de la misma, es decir, los
primeros pocos centímetros. Un pene ancho producirá mayor rozamiento y placer
pero un pene más largo supone poca ventaja comparativa en ese aspecto. También
es cierto que un pene demasiado ancho (el mío mide 5 centímetros de diámetro)
puede ser un handicap con algunas mujeres pero los músculos de la vagina son
mucho más elásticos de lo que nos imaginamos, tan solo hace falta recordar que
es por ese mismo canal por donde se da a luz. Pero en mi profesión disponer de
un pene largo tiene dos ventajas. La primera es anatómica, dado que permite
depositar el esperma en el lugar más idóneo para la concepción. Éste se
encuentra a las puertas del útero, en la cerviz, donde se concentra la mucosa
uterina, que ha de servir de sustento y medio de transporte para los
espermatozoides. En mi caso, veintidós centímetros de pene me permiten depositar
mi esperma en el lugar de mayor probabilidad de fecundación sin introducir
completamente el miembro en el cuerpo de la madre. La segunda ventaja es de tipo
físico y he de reconocer que no está sustentada por ningún estudio científico.
Simplemente se refiere a que una mayor longitud, acompañada de una mayor dureza
y elasticidad a lo largo del conducto seminal, produce una eyaculación más
potente. Este hecho, unido a la mayor viscosidad de mi esperma, hace que algunas
mujeres describan el momento de la eyaculación como si las hubieran golpeado por
dentro.

También decir, y no es un hecho menor sino más bien al contrario, que mi físico
y mi dotación producen un estado de excitación en la mayoría de las mujeres que
facilita mucho la correcta lubricación del conducto vaginal y la disposición del
útero a recibir el semen. Está de más decir que este hecho es absolutamente
básico. Por un lado la excitación y la lubricación facilitan la penetración
(nunca inicio la penetración si la mujer no está preparada) y por otro aumenta
las posibilidades de embarazo.

Una vez mostradas mis credenciales, explicaré el protocolo que se sigue en todo
el proceso, desde que la pareja decide probar la opción de un ecodonante hasta
que se realiza la sesión. Los ejemplos aquí referidos se refieren,
evidentemente, a casos y personas perfectamente anónimas.

El contacto inicial siempre se realiza a través de clínicas de fertilidad con
las que tengo convenios de colaboración. Estas clínicas disponen de los métodos
de fertilidad más modernos dentro de la medicina convencional pero cada vez más
ofrecen servicios como los ecodonantes a sus clientes. El coste del tratamiento
se reparte oscila entre los 2000 y 2500 euros por sesión y se reparte al 50%
entre el ecodonante y la clínica. Además la clínica es la encargada de hacer el
seguimiento de los donantes con chequeos periódicos que incluyen siempre
análisis de calidad del esperma.

Los clientes de este tipo de servicios acostumbran a ser parejas en las que el
hombre tiene alguna disfunción o problema de fertilidad. También, y cada vez
más, mujeres solas. En cualquier caso, son personas con reservas respecto a los
métodos tradicionales de fertilidad asistida con toda la carga química que
llevan consigo. Personalmente prefiero las parejas porque a pesar de que en un
principio pueden surgir dudas o complejos, una vez superados la relación laboral
es satisfactoria casi en el 100% de los casos (lo cual no quiere decir que la
mujer se quede embarazada siempre). Las mujeres solas tienden a implicarse
emocionalmente en el proceso y eso tan solo conlleva problemas. Nuevamente se
debe ser profesional para superar este tipo de situaciones.

Si los clientes se muestran interesados, reciben primero información general
sobre el protocolo y soporte psicológico. La participación de un psicólogo es
muy importante, sobretodo en el caso de parejas, donde a los problemas de
fertilidad se unen a menudo emociones encontradas fruto de que la novia o mujer
realice el acto sexual con un tercero, que en el mejor de los casos genera
desazón e incomodidad y en el peor celos y complejos difíciles de solucionar. Es
importante hacer notar, tanto al hombre como a la mujer, que el acto es sexual
estrictamente en el sentido académico y que no existe ninguna connotación
romántica, erótica y mucho menos pornográfica en el proceso. Deben visualizarme
como una herramienta. En algunos casos el psicólogo compara mi pene simple y
llanamente con una jeringa.

Si tanto los interesados como el psicólogo dan luz verde se produce la
asignación del ecodonante. Normalmente cada clínica dispone de 2 o 3 donantes en
convenio pero no es extraño que haya intercambios o cesiones puntuales. El
objetivo es que el ecodonante sea el máximo de compatible. Evidentemente se
tienen en cuenta aspectos raciales pero no son los únicos. Una vez realizada la
asignación al cliente se le facilita un dossier con toda la información sobre el
donante que he expuesto un poco más arriba. Dicho dossier contiene fotografías
del ecodonante: cara, desnudo de frente y de espaldas y primer plano de los
genitales en reposo.

El primer contacto cara a cara con el cliente es siempre un momento delicado.
Tiene mucha importancia la primera impresión que se llevan de uno, no solo a
nivel físico, si no también intelectual. De ahí que, como ya he dicho, dé mucha
importancia a cultivar la mente y no solo el cuerpo. En la entrevista es
importante tener claro porqué estás tú allí y también porqué lo están ellos (o
ella). Debes mostrarte profesional pero simpático al mismo tiempo, serio pero
agradable. No se trata de que les muestres que entiendes su situación. La
comprensión puede interpretarse como condescendencia y eso es fatal desde el
punto de vista emocional y, por tanto, laboral. Te contratan tanto por la
calidad del servicio que das como por la discreción. Es importante tener una
buena relación pero el objetivo no es hacerse amigos. Comento esto porque es un
error que he visto cometer a otros en mi profesión y las consecuencias nunca son
positivas.

El acuerdo puede cerrarse en esa primera reunión o puede requerir de otro
encuentro posterior. Si después de la segunda reunión no están seguros es mejor
dejarlo correr. El aspecto psicológico es muy importante y no hay lugar a medias
tintas. Mucho menos si se hacen patentes desavenencias entre la pareja. En esos
casos soy yo mismo quien me disculpo parando el proceso. Mi trabajo no es romper
parejas. Este es un punto muy importante y el principal filtro al proceso por lo
que a mi concierne. Si todo el mundo está de acuerdo se pacta entonces la
sesión. Recomiendo a mis clientes que ésta se produzca en el primer periodo
fértil que tenga la madre, sin posponerlo más. Hacerlo tan solo acarrearía más
tiempo para dudar, lo cual puede desencadenar en un menor convencimiento en el
caso de que se llegue hasta el final, lo cual puede ser pernicioso para la
pareja, o en la rotura unilateral del acuerdo, lo cual tampoco es bueno desde el
punto de vista laboral. Por lo tanto, se pacta una fecha pasados entre 10 y 15
días después del último día de menstruación. También se acuerda el lugar en que
se realizará la sesión. Las clínicas con las que personalmente trabajo disponen
todas de salas acondicionadas al efecto, pero no todas son así. Lugares
alternativos acostumbran a ser la casa del cliente o incluso un hotel, aunque
esto último se da en raras ocasiones. Tres de cada cinco prefieren quedar en su
propia casa, el resto prácticamente todos escogen hacerlo en la propia clínica.
Al final se les proporcionan unas instrucciones escritas que contienen
información sobre técnicas para aumentar la probabilidad de fecundación y
consejos, sobretodo de tipo higiénico, para la sesión.

Poniendo como ejemplo una sesión en casa del cliente, aparezco el día y hora
convenidos (normalmente por la tarde) acompañado del psicólogo y un pequeño
maletín. En el caso de parejas, normalmente nos reciben los dos a la puerta de
la casa, vestidos de manera cuidadamente casual. En una ocasión al abrir la
puerta nos encontramos que el marido con camisa y corbata, acabado de llegar de
la oficina, y su mujer detrás de él completamente desnuda. Tal extremo no es en
absoluto necesario pero para ella fue como romper el hielo sin darle tiempo a
que se formara. Otros te invitan a una copa o a comer algo. Yo acostumbro a
aceptar un vaso de agua mineral y propongo comenzar con la sesión. Entonces te
acompañan a la habitación y te muestra la cama. Inspecciono atentamente la
estancia comprobando que todo esté limpio (soy escrupuloso al respecto). También
compruebo si existe un baño, vestidor o, en su defecto, una habitación contigua
en la que prepararme. Una vez localizada y obtenido el permiso para usarla les
preparo para la sesión en sí. Doy instrucciones a la mujer de desvestirse e
introducirse en la cama. Es importante que no pase frío mientras espera. Le
sugiero también que comience a estimularse para ganar tiempo. En el caso de
parejas es decisión de ambos si el marido estará presente o no, pero acostumbra
a ser que sí. El psicólogo que me acompaña no acostumbra a estar dentro de la
habitación durante la sesión y su tarea es estar atento a la situación anímica
del cliente y dar soporte al marido si éste se queda fuera. Una vez instruidos
me dirijo a la estancia que previamente había localizado y me desnudo.

Acostumbro a masturbarme en ese momento para desentumecer el miembro y henchirlo
de sangre. Es importante que esa primera erección sea provocada tanto física
como psicológicamente. Dispongo de dos o tres fantasías de las que tiro para
excitarme y a veces recurro a material pornográfico que llevo en el maletín. Una
vez conseguida la erección vuelvo a ponerme los calzoncillos y ya no me los
quito hasta estar junto a la madre. Una temperatura adecuada de los genitales es
siempre importante para mantener la calidad del esperma y en ese concreto
momento también para facilitar y mantener la erección. Entonces llamo a la
puerta de la habitación y entro. En ese momento te sientes observado. Todos los
ojos de la habitación están fijos en tu entrepierna. Es algo normal y acabas
acostumbrándote pero al principio puede ser un poco cortante. Si la pareja está
en la habitación la situación es incluso un poco más extraña. El hombre en estos
casos acostumbra a no saber dónde ponerse, si quedarse de pié o sentarse, si
acercarse a su mujer o mantenerse en un segundo plano. En general me es
indiferente su presencia, aunque en una ocasión estaba tan cerca que parecía que
quisiese unirse a la acción y tuve que hacerle sentarse en una silla que había
en la habitación. Esto tampoco es un menage-a-trois.

Después está la mujer. No niego que disfrute de mi trabajo y que normalmente sea
muy excitante. Ocasionalmente tengo algunas dificultades para mantener la
concentración, bien porque la mujer a la que estás fecundando no es tu tipo,
bien por todo lo contrario. Cualquier de los dos casos los entiendo como un
problema laboral, hay que afrontarlo con mayor concentración, serenidad y
profesionalidad. Normalmente me encuentro una persona sana y agradable.
Físicamente he visto de todo: anchas y delgadas, altas y bajas, fibradas y
blandas, pechos grandes y pequeños, culos redondos y planos, caderas estrechas,
piernas celulíticas,... de todo. En cualquier caso, una vez entro en la cama con
la mujer pongo en marcha toda una serie de recursos destinados a que ella se
encuentre a gusto y receptiva sexualmente. Prefiero que la mujer sea
absolutamente pasiva y me deje hacer. Como ya he dicho no me despojo de los
calzoncillos hasta es mismo momento y es más, intento que mi miembro, mi
erección, no sean demasiado evidentes. Pero siempre reconozco las caras de
sorpresa en mis clientes cuando por fin me desnudo completamente. Algunas
mujeres incluso intentan tocarlo pero no lo permito, rechazando educadamente sus
caricias.

Compruebo entonces que la vagina esté en disposición de aceptar mi pene. Si es
necesario aplico un ligero masaje en clítoris y los labios ayudado de un poco de
aceite de oliva. Los gemidos y sollozos son bienvenidos, puesto que indican un
estado de excitación propicio para la penetración y la fecundación. Me aplico
entonces un poco de aceite en el pene y apoyo el glande en la entrada de la
vagina. Este es un momento de escalofríos en ellas y nerviosismo en ellos. Trato
de no generar tensión e inicio la penetración, poco a poco pero sin pausa. Si
todo está correcto en tres o cuatro embestidas sitúo la punta de mi pene contra
su cerviz e inicio el asalto a su útero. Procuro mantener una cadencia continua
y ligeramente elevada que incremente la excitación de la mujer. La mayoría de
las mujeres tienen al menos un orgasmo durante la sesión, siendo no extraño que
sean más de uno o continuado en algunos casos. Rara vez ella no llega al orgasmo
antes del depósito, pero ello no es imprescindible para la fecundación, por lo
que es algo que no me preocupa. Tengo la postura ergonómicamente estudiada para
poder mantener el ritmo durante el tiempo necesario para poder descargar el
máximo de semen en el interior de la madre. Sitúo una almohada bajo su cadera de
manera que su pelvis se eleve ligeramente. Me coloco entonces de rodillas entre
sus piernas y la penetro en postura misionero. En esta postura normalmente ellas
me rodean con sus piernas mejorando la posición anatómica de la penetración,
pero al mismo tiempo atrayéndome con fuerza hacia ellas. En un primer momento
permito que noten mi pene profundamente en su interior puesto que muchas se
excitan sobremanera sintiéndose llenas, pero hay que recordar que más adentro no
significa más posibilidades de fecundación, por lo que cuando preparo la llegada
del orgasmo tomo las riendas de la situación.

El orgasmo es el momento crítico. Por un lado porque la cantidad de esperma y la
potencia del orgasmo no pueden controlarse y dependen más de las sensaciones, de
la propia excitación, y por otro porque hay que ser muy consciente de tu trabajo
para depositar el semen en el lugar correcto y de la manera correcta.
Personalmente me dejo llevar, aumentando la frecuencia y la potencia de las
embestidas. Las mujeres, evidentemente, notan el cambio y muchas sincronizan su
orgasmo con el mío. En el último momento me freno un poco y descargo la primera
vez a las puertas del útero finalizando después la arremetida. Repito el proceso
en cada embestida durante más o menos un minuto, en total entre ocho y diez
descargas. Es el momento de mayor excitación por parte de ambos. Ellas intentan
agarrarse a lo que sea: a mis brazos, al colchón, la almohada,... Las camas
tiemblan y los cabezales golpean contra la pared. Sus piernas me aprisionan y
sus gritos, a veces, resuenan por toda la habitación. Y lo más curioso es que
todos, y me incluyo, podemos cara de tremendo dolor.

Permanezco con el pene introducido en su interior durante al menos unos segundos
antes de retirarlo poco a poco. Intentando que los músculos se contraigan a mi
paso cerrando la cavidad vaginal y evitando pérdidas de esperma. Si tengo con
que aumento un poco más la altura de su pelvis con otra almohada o un cojín y me
retiro poco a poco a la ducha conminándola a que mantenga la postura hasta que
yo vuelva, para que la gravedad también ponga su grano de arena. No me
entretengo demasiado en la ducha de manera que cuando vuelvo a la habitación ya
vestido han pasado menos de cinco minutos. Le recomiendo entonces a la mujer que
permanezca en cama lo que quede del día y que espere a la mañana siguiente para
ducharse. Las posibilidades de fecundación son máximas a partir de la media hora
del coito y bajan a partir de las dos horas. Aunque puede producirse la unión
del óvulo y el espermatozoide durante el periodo sorprendentemente largo de
hasta 36 horas las probabilidades son casi despreciables. Me despido entonces
con un apretón de manos y deseándoles suerte y les informo de que pueden
disponer de los servicios del psicólogo y que éste esperará fuera durante unos
minutos antes de marcharse.

Como ya he dicho, la ratio de éxito en mi caso es muy elevada, cerca del 50% de
las sesiones acaban en embarazo. La gente sabe de probabilidades, lo que
arriesgan y lo que consiguen a cambio y yo no engaño a nadie. El porcentaje de
satisfacción con el servicio que doy está cercano al 100% y eso es mi principal
aval. Hago mi trabajo y lo hago bien. Auguro un buen futuro a esta profesión por
que tiene los componentes básicos de un servicio público y porque la sociedad en
general está más sensibilizada con soluciones alternativas a problemas
tradicionales, más sanas y respetuosas con el ambiente y con las personas.
Cuando dentro de unos años mi rendimiento baje me retiraré, consciente de mis
limitaciones. Tengo en mente formar una cooperativa de ecodonantes que consiga
convenios con las clínicas y pueda negociar los servicios y los precios de tú a
tú, consiguiendo las mejores opciones para los clientes y también para los
trabajadores. Es un futuro relativamente cercano. Mientras tanto: sepan que
pueden contar conmigo.

Muchas gracias.

FIN

01 de Junio de 2007