Author: Tod Natürlich Title: Primos Part: 6 Summary: Consideras las visitas semanales a casa de tus abuelos aburridas. Hasta que tus primas te muestran que hay cosas en qué ocuparse. Keywords: Mf gi fant 1st cons inc cous Language: Spanish ===== Primos ===== *** Despertares *** Algo en tu interior te despertó, y te impedía volver a dormir. Trataste varias veces de regresar al placer de la inconsciencia, no recordabas dónde estabas o lo que ocurría, sólo sabías que te encontrabas en un lugar cálido y acogedor, y que lo que más deseabas era dormir de nuevo, mas había algo en tu mente que te molestaba y te impedía dormir. Finalmente te decidiste y con dificultad abriste un ojo. Lo volviste a cerrar al instante, pues la luz te cegó. Una vez más lo abriste y cuando finalmente te acostumbraste a la luz viste que frente a tu rostro estaba el hermoso rostro de tu prima Diana, dormida como un ángel a tu lado, completamente desnudos y abrazados. Pero otros pensamientos te asaltaron al momento. ¿Qué hora era? Tal vez tu tía estaba a punto de entrar por la puerta para despertar a Diana, y si los veía así sería un escándalo. Te incorporaste de un salto, aventando las cobijas que los cubrían en el proceso, buscando un reloj. La luz del cuarto venía del foco, el cuál se había quedado encendido. Giraste y finalmente descubriste un reloj al lado de la cama, para tu alivio marcaba las 4:57. Diana también se había levantado asustada cuando tú lo hicieras, y al igual que tú miraba aliviada el reloj. Ya sin la preocupación del tiempo echaste una mirada a tu prima. Era hermosa, mucho más de lo que la recordabas, recorriste con la mirada sus pechos, bajaste hasta su ombligo y sus caderas y luego a su entrepierna, ahí viste su vello púbico parcialmente cubierto por manchas de tu semen, prueba de las actividades nocturnas. Diana te atrapó mirándola, y con presteza recogió su camisón y se cubrió de tus ojos. La miraste al rostro, esperando encontrar una broma, pero descubriste que estaba en verdad avergonzada y sonrojada. ---Es mejor que regreses a tu cuarto ---te dijo. Viste que su mirada se desviaba hacia tu polla, flácida en ese momento, pero al instante miró en otra dirección. Bastante desconcertado accediste y te retiraste tras recoger tu ropa. No entendías su actitud, teniendo en cuenta todo lo que habían hecho, pero lo aceptaste. Te metiste en tu pijama y te acostaste en tu cama, pensando. Un momento después escuchaste la puerta de Diana abrirse, y por un momento esperaste que entrara contigo, más escuchaste que era la puerta del baño la que se cerraba. Pensaste esperarla cuando saliera, o incluso regresar a su cuarto, pero el cansancio te venció y antes que lo supieras ya estabas dormido de nuevo. Despertaste mucho más descansado con el Sol en el rostro, y por un momento no encontraste ningún signo especial en aquella mañana, más pronto las irregularidades a tu alrededor entraron a tu mente. Ese no era tu cuarto, ni siquiera pertenecía a tu casa. Y justo cuando a tu mente acudían lentamente los recuerdos, la puerta de la alcoba se abrió y entró tu tía, hecha un remolino. Aún no recordabas bien lo que había ocurrido anoche con tu prima, pero el temor te llenó al ver la entrada de su mamá. ---Oh! ---dijo ella al ver que la veías---, que bueno que ya despertaste, ya es muy tarde y me tengo que ir a trabajar. Rodri salió a jugar con unos amigos pero no tardará mucho en regresar. Y Diana amaneció enferma, así que trata de mantener a Rodri en el piso de abajo. No te preocupes, regresaré antes de la comida, y creo que Diana dormirá hasta entonces. Lamento dejarte, pero se me hace tarde ---y sin esperar respuesta de tu parte salió. Te relajaste al oírla cerrar la puerta de la casa, y te obligaste a recordar. Tu prima y tú habían tenido sexo, en su cama. El pensamiento hizo que tu verga diera un respingo de satisfacción. Que te recordó que debías ir al baño. Una vez te descargaste, otra serie de pensamientos entraron a tu cabeza. Recordaste la forma en que tu prima te corrió anoche, cómo se cubría de ti, recordaste las palabras de tu tía, acerca de que había amanecido enferma; tu estómago te recordó que no habías probado bocado, mientras que el agridulce sabor de boca que tenías hacía referencia al dulce néctar que probaras anoche; y encima de eso tu primo Rodri no tardaría en regresar y acaparar toda tu atención por el resto del día. Decidiste que debías enfrentar a Diana, pedirle disculpas y ver cómo reaccionaba. Entonces podría decidir si te quedabas o si acortabas tu visita. Dos escenarios pasaron por tu mente al pararte frente a al puerta cerrada del cuarto en que anoche experimentaras tan deliciosos placeres. Por un lado Diana podía invitarte a su cama de nuevo, rehaciendo la fantasía de la noche anterior con renovado vigor, y era por eso que le había dicho a su mamá que estaba enferma; pero también cabía que la hubieras lastimado anoche, hecho algo que no le agradara, y que ahora no sólo no quisiera volver a verte, sino que podría acusarte de violación. Giraste el pomo de la puerta mientras desechabas ese pensamiento. Diana te había invitado a su lecho, no había sido violación, no hiciste nada que ella no quisiera. Empujaste la puerta y entraste al opaco cuarto. No sabías si era tu imaginación, pero te pareció que el dulce olor del cuerpo de tu prima y el tuyo invadía el ambiente. Diste un paso adelante, seguro de que no habías hecho nada malo. En la cama, de espaldas a ti, descansaba tu prima. Diste un paso hacia ella cuando en tu mente apareció una palabra, y luego una frase: "Quiero darle mi virginidad a mi novio". Te detuviste en el aire. Le habías quitado su virginidad anoche, pese que ella te dijo que no lo hicieras. Y bien podías haberla lastimado. Ya no estabas tan seguro de tu inocencia. Pero antes que pudieras recapacitar, tu prima se volteó en la cama y te miró con ojos turbios de sueño. Esperaste anhelante que dijera algo, un reclamo, un grito, un cumplido. Tu prima te miró y sonrió, se apartó en la cama para que pudieras sentarte y te preguntó suavemente: ---¿Cómo dormiste? Tardaste un momento en contestar, ya no tenías miedo, pero estabas fascinado por su belleza. ---Bien. ¿Y tú? ---Tuve bonitos sueños, pero creo que me estiré algo anoche, estoy muy adolorida ---te explicó mientras trataba de estirarse bajo las cobijas, y un gesto de dolor marcaba sus facciones. ---Yo... lo siento ---comenzaste. ---¿Cómo? ---preguntó ella mirándote de nuevo. ---Siento haberte lastimado. Haberte quitado tu... ---no podías decirlo---, el regalo para tu novio ---terminaste al fin. Diana te miró desconcertada y luego soltó una serie de fuertes risas, que el dolor le obligó a controlar. ---No me duele "ahí" ---dijo significativamente---, me duele la espalda, las piernas, los brazos, como si hubiera hecho mucho ejercicio. Y claro que lo hice ---añadió con un guiño---. Creo que me estiré un tendón, eso es todo ---dijo moviéndose de nuevo---, y con respecto a mi virginidad, no te preocupes. En primer lugar recuerdo muy bien haberte dicho que te la daba ---aclaró, seria---, y además no la tomaste, no llegaste a penetrarme del todo ---finalizó. Te quedaste perplejo (cosa normal en su presencia) al oírla hablar con tanta soltura de su encuentro. Y no se te ocurrió nada que decir, excepto tomar su mano en la tuya y acariciarla. Diana sonrió de nuevo y te miró con ternura, misma que te diste cuenta emanaban tus ojos. ---Quizá podríamos hacerlo de nuevo ---sugirió. Tu pulso se aceleró, abriste los ojos y sentiste que tu verga se preparaba. Diana notó aquello---, pero no ahora, estoy bastante cansada y adolorida, y además creo que alguien acaba de entrar ---se incorporó en la cama y te dio un beso en la mejilla, para luego recostarse y cerrar los ojos, al tiempo que desde abajo llegaba el grito de su hermanito llamándote. Pasaste el resto de la semana allá. Más no hubo muchas oportunidades para estar a solas con tu prima, y las pocas que hubo Diana se negó a proseguir, regida por la cautela. Regresaste a tu casa con una admiración mucho más grande de tu prima, no sólo era lista, extrovertida y muy hermosa, sino también precavida y capaz de controlar sus impulsos en situaciones que sabías, tú no podrías.