Author: Tod Natürlich
Title: Crucero
Summary: Clara entra al camarote de sus padres para encontrar evidencia de su 
"luna de miel", sin imaginar que su hermano tuvo la misma idea. Sin embargo lo 
que ocurre en el camarote de sus padres será la menor de sus preocupaciones una 
vez llegue la noche.
Keywords: mf, 1st, rape, inc, bro, sis, impreg
Language: Spanish


===== Crucero =====


Clara abrió la puerta del camarote y entró, era algo así como un lugar 
prohibido: el camarote de sus padres. Había conseguido la llave en recepción 
cuando sus padres bajaron a tierra para tomar un paseo. Ella y su hermano se 
habían quedado a bordo, ella porque no le interesaba visitar viejas ruinas, y 
su hermano porque había conocido a una española con quien coquetear.

Sus padres habían tomado el crucero como festejo de aniversario, y Clara sabía 
lo que debían hacer en su camarote por las noches, sólo quería alguna 
evidencia. Cerró la puerta tras sí y comenzó a abrir cajones, tratando de no 
desacomodar nada.

Finalmente encontró lo que buscaba en una de las maletas bajo la cama. Había 
varios paquetes de condones, algunos juguetes eróticos y unas cuantas prendas 
íntimas. Clara tomó un juego de ropa íntima satinado y un escalofrío la 
recorrió. Vio el reloj, sus padres no regresarían antes de cuatro horas, sonrió.

Se quitó rápidamente la falda que usaba y el traje de baño, y procedió a 
probarse la prenda. Le quedaba un poco grande, pero era excitante usarla. 
Caminó al baño del camarote y se miró en el espejo, hubo de aceptar que le 
quedaba bien, pensó lo que diría cualquier muchacho de verla así, tal vez usara 
algo por el estilo cuando decidiera acostarse con un chico, se sentía 
verdaderamente sexi.

Y sin embargo no le gustaba del todo. Salió del baño y se quitó las prendas, 
las guardó de vuelta en la maleta, y entonces notó algo que no había visto: un 
par de esposas. "¿Qué clase de cosas harán con éstas?" se preguntó. Se las 
llevó a la muñeca y las cerró, no eran esposas de utilería, como al principio 
pensó, sino verdaderas esposas de policía, "¿Dónde tendrán la llave?".

Caminó de vuelta al baño, pensando que ahí había visto una llave pequeña, se 
tropezó con el borde de la entrada, y al agarrarse escuchó el sonido de las 
esposas al cerrarse. Estaba atrapada, las esposas se habían cerrado sobre el 
toallero. Entró al baño y buscó las llaves por todos lados y en todos los 
cajones, no estaban ahí.

Se estiró todo lo que pudo hacia la maleta, abierta en la cama junto con sus 
ropas, pero le era imposible alcanzarlas. Entonces se dio cuenta que estaba 
completamente desnuda, miró dentro del baño y todo lo que encontró fue una 
pequeña toalla para la cara, la tomó y usó para cubrir su entrepierna. Tendría 
mucho que explicar cuando sus papás llegaran.

Sin embargo la puerta del camarote se abrió mucho antes de lo que Clara había 
planeado, y como el baño quedaba justo tras la puerta de entrada, ésta cerró la 
puerta del baño al abrirse. Clara estaba a punto de informar de su presencia y 
asumir las consecuencias cuando escuchó la voz de su hermano:

---Es el camarote de mis padres, no regresarán hasta la cena, yo tengo que 
compartir el mío con mi hermana.

Clara escuchó entonces una risa.

---¿Y para qué me trajiste aquí? ---dijo una chica con acento español.

---Fue el único lugar donde pensé estaríamos solos ---contestó Roberto. Clara 
recordó entonces que sobre la cama estaba su traje de baño así como los 
juguetes de sus papás, y decidió arriesgarse.

---¡Roberto! ---lo llamó desde el baño.

Se hizo el silencio en el camarote. Luego su hermano habló:

---¿Clara?

---Creo que mejor me voy ---dijo entonces la chica española.

---No, pero... ---comenzó a decir Roberto, mas ya la puerta del camarote se 
abría y cerraba---. ¿Qué estás haciendo aquí...? ---preguntó Roberto, enojado, 
abriendo la puerta del baño, y frenándose en seco al ver a su hermana, desnuda, 
con una toalla cubriendo su entrepierna y esposada al toallero---. ¿Qué pasó?

Clara se cubrió los pechos con la mano libre.

---Busca la llave de estas cosas, debe estar en la maleta sobre la cama, y 
pásame mi ropa, quieres ---Roberto no apartaba la vista de su hermana---. 
¡Apúrate, quieres!

Roberto finalmente fue a la cama.

---¿Quién te hizo esto? ---preguntó y comenzó a revolver la maleta---, ¿o acaso 
estabas esculcando las cosas de los viejos?

Clara no contestó.

---Apúrate, por favor.

De pronto Roberto apareció de vuelta en el baño, ya no se veía preocupado, sino 
más bien molesto.

---¡Estabas esculcando las cosas de mamá y papá! ¿Sabes lo que me hiciste? 
---Clara volvió a cubrirse, pero no contestó---. Iba a tirarme a esa 
españolita, y por tu culpa no me volverá a hablar ---Roberto tomó aire---. 
Debería dejarte así para que mamá y papá te encuentren.

---¡No! Por favor ---le rogó Clara, sintiéndose cada vez más desnuda.

---¿No? ¿Por qué no? ¿Para que no te metas en líos? ¿Y qué hay de mí? 
---Roberto calló un momento, su rostro cambió, y sus ojos pasaron a examinar el 
cuerpo de su hermana---. Te ayudaré si tú me ayudas ---dijo al fin.

Clara se sonrojó, sabía lo que su hermano proponía, pero no podía creerlo.

---¿Cómo?

---Comienza por dejarme ver tus pechos, hermanita ---le ordenó Roberto.

---Pero soy tu hermana ---se quejó Clara, apretando aún más la mano para 
cubrirse.

---Y la culpable de que yo siga siendo virgen ---reclamó Roberto---. Has eso o 
te dejo para que mamá y papá te encuentren.

Clara tragó saliva, miró el rostro de su hermano y vio ahí la determinación, 
entonces lentamente retiró su mano.

---Tienes hermosos senos, hermanita ---sonrió Roberto.

---Bien, ahora busca la llave ---exigió Clara.

---No, hasta que haya visto todo. ¿por qué no te quitas esa toalla de encima?

Clara lo miró, pero no reclamó. Cerró las piernas con fuerza y retiró la 
toalla, aún así se podía ver la pelusa púbica sobre su vulva, escondida entre 
sus piernas. Por más que pensaba que todo eso estaba mal, la excitaba que su 
hermano la observara.

---Eres hermosa, hermanita ---comentó Roberto, quien ya respiraba agitadamente. 
Extendió una mano y acarició la mejilla de Clara. Ésta se sorprendió, pero el 
toque era tan agradable que cerró los ojos y lo dejó continuar. Pronto la mano 
de Roberto bajó por su cuello y comenzó a tocar la parte superior de sus 
pechos. Clara sabía que debía negarse, pero era tan excitante---. Déjame verte, 
hermanita ---le pidió Roberto, y ésta vez era casi una súplica, no una 
orden---. Nunca he visto una mujer antes.

Clara abrió los ojos, y casi inconscientemente relajó levemente los músculos de 
las piernas. Sentía que iba a hiperventilar de seguir tan excitada. La mano de 
Roberto pasó sobre su pezón, y Clara hizo un esfuerzo por no soltar un gemido. 
Luego Roberto siguió sobre su estómago, su ombligo, hasta llegar a sus piernas. 
Ahí comenzó a aplicar fuerza para abrírselas. Clara reaccionó.

---¡No! ¡Roberto, soy tu hermana!

Roberto apartó su mano de golpe. La dureza regresó a su rostro.

---Si tú me dejas así ---dijo, señalando el bulto en su pantalón---, entonces 
yo te dejo así ---dijo, señalando la muñeca esposada de Clara.

Clara bajó la cabeza y comenzó a abrir las piernas. Escuchó entonces un cierre, 
y al abrir los ojos vio que su hermano se había quitado el traje de baño. 
Aquella era la primera verga que veía en persona, y le dio al mismo tiempo 
miedo y curiosidad.

Las manos de Roberto fueron a sus piernas y la ayudó a abrirlas, viendo de 
frente la vagina de su hermana. Clara se sonrojó, pero no cerró las piernas, 
aquello era excitante y la humedad en los labios de su vagina lo demostraba.

---Es increíble ---comentó Roberto---. Eres mucho más bonita que cualquier 
actriz ---Clara sabía que se refería a actrices eróticas, pero aún así sonrió 
ante el cumplido.

Entonces Roberto extendió un dedo y tocó con este el centro de la vulva de 
Clara. Clara saltó ante el contacto, había sido electrizante.

---Muéstrame cómo debo tocarte, hermanita ---dijo Roberto mientras con su dedo 
recorría la vulva de arriba abajo. Clara vio que la otra mano de Roberto estaba 
ocupada frotando su propia verga.

---No, Roberto, somos hermanos ---insistió Clara una vez más, se llevó la mano 
a la entrepierna para retirar la de Roberto, pero éste se la atrapó y comenzó a 
masturbarla con su propia mano. Clara no pudo evitar un gemido, y cuando 
Roberto la soltó, siguió masturbándose.

Clara podía sentir que un orgasmo estaba cerca y concentró sus dedos en su 
clítoris, pero entonces Roberto intervino. Retiró la mano de su hermana y la 
condujo a su verga. Clara estaba muy cerca, y aquello sólo añadió a su 
excitación, comenzó a acariciar la polla como había visto que su hermano lo 
hiciera. Roberto por su parte volvió a prestar atención al coño de Clara, la 
tocó imitándola, aunque algo más rudo.

Clara sentía que estaba ya muy cerca, y los dedos de su hermano sobre su 
clítoris no tardarían en hacer que se viniera, también sentía la verga de éste 
palpitar bajo su mano. Sabía que todo eso estaba mal, pero se sentía demasiado 
bien para detenerse.

De pronto Roberto movió un dedo hacia el centro del coño de su hermana y 
presionó. Clara aguantó la respiración al sentir que el dedo de su hermano la 
penetraba, estaba tan húmeda que entró sin dificultad, se sentía muy extraño 
mientras frotaba las paredes de su vagina y el resto de la mano acariciaba su 
clítoris.

Clara sintió que el orgasmo le llegaba.

---Me vengo ---le dijo a su hermano, ya sin preocupaciones. Sintió entonces que 
la verga de éste temblaba y alcanzó a ver cómo comenzaba a disparar semen sobre 
su mano y estómago al tiempo que lanzaba un grito de placer. Entonces ella 
también gimió, retorció todo su cuerpo y se dejó caer en el piso del baño.

---Gracias, hermanita ---dijo Roberto.

---¿Cómo pudiste hacerme esto? ---reclamó entonces Clara, cubriéndose de 
nuevo---, ¡Soy tu hermana!

Roberto se levantó, y casi se tropezó con su propio traje de baño, de camino 
hacia la cama.

---¡Pero te viniste, te gustó!

Clara se sonrojó aún más. 

---¡Dame de una vez la llave!

Roberto volvió a con ella con su traje de baño puesto y una pequeña llave en la 
mano.

---¿No le vas a decir nada a mamá y papá, verdad? ---le pidió entregándosela.

Clara negó con la cabeza y tomó la llave. Antes que pudiera decir nada más 
Roberto ya había ido, dejándola sola en el camarote.

Sólo entonces miró Clara de vuelta a su entrepierna. En realidad había 
disfrutado mucho el que su hermano la masturbara mientras ella también lo 
hacía, pero sabía que estaba mal. Miró su vulva, que comenzaba a cerrarse, y 
vio que el semen de su hermano escurría sobre ella. Rápidamente tomó un papel 
del baño y lo limpió, probablemente nada había entrado. Recordó también la 
sensación cuando su hermano introdujo su dedo y se preguntó si así se sentiría 
tener una verga dentro. Recordando el tamaño de la de su hermano (bastante 
mayor que un dedo) debía ser mucho mejor.

Cuando por fin se quitó las esposas hubo de apurarse a tomar un baño para 
quitarse el semen de su hermano, vestirse y regresar todo a su lugar para que 
sus padres no notaran nada. Apenas lo hizo a tiempo antes que éstos regresaran 
agotados de todo un día de recorrer museos y ruinas.

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Clara se durmió antes que llegara su hermano, tratando de no pensar en lo que 
había pasado, sin embargo sus sueños la traicionaban. Soñaba que su hermano la 
tocaba de nuevo, que acariciaba todo su cuerpo mientras ella estaba de nuevo 
desnuda y esposada. Despertó de golpe sintiendo un peso sobre su cuerpo.

Roberto estaba en la cama, sobre ella, besando su mejilla mientras sus manos 
acariciaban el cuerpo de su hermana por sobre el camisón.

---¡Roberto! ---exclamó Clara sorprendida, todavía algo dormida. Antes que 
pudiera decir algo más su hermano la besó en los labios, Clara supo que su 
hermano había estado bebiendo.

Roberto metió la mano bajo el camisón de su hermana y tocó su coño desnudo, 
acariciándolo de arriba abajo. No sabía que su hermana durmiera sólo con el 
camisón, pero la sorpresa le encantó. 

---Te amo hermanita ---le dijo dándole otro beso.

Clara no sabía qué decir, sabía que debía parar eso, pero el beso había sido 
tan agradable, como también lo eran las manos de Roberto recorriendo su cuerpo 
y acariciando su vulva.

---Por favor, ya no más ---logró decir, y al mover sus manos para tratar de 
apartarlo se topó con su polla desnuda. Clara dio un respingo cuando Roberto 
presionó un dedo contra su vagina.

---Solo déjame hacer lo mismo que en la tarde, hermanita ---dijo Roberto, 
levantando con su mano el camisón de Clara al tiempo que acariciaba su monte, 
su ombligo, su tórax, sus pechos. Clara se arqueó al sentir la mano de su 
hermano recorrer todo el frente de su cuerpo, mientras la otra acariciaba su 
espalda y sus labios la besaban.

---Pero está mal ---logró quejarse Clara entre gemidos. Sintió de pronto que no 
era ya el dedo de Roberto lo que acariciaba su labia, sino la punta de la verga 
de su hermano---. ¡No, por favor! ---gimió, pero su voluntad no le bastó para 
apartarse.

---Sólo déjame frotarla hermanita, eso es todo ---pidió Roberto mientras movía 
su glande sobre la húmeda apertura a la vagina de su hermana, tocando cada vez 
su clítoris con el glande y sacando un gemido de Clara.

Clara no respondió, la sensación era tan placentera al tiempo que su hermano 
acariciaba todo sus pechos y su cuerpo. "Sólo lo dejaré hacerlo un poco más." 
Pensó ya sin poder decir nada, percatándose que su cadera se movía por sí misma 
para encontrarse con la verga de su hermano.

Roberto se movía cada vez más rápido y con más ímpetu, y Clara pronto sintió 
que el glande presionaba con fuerza antes de deslizarse por su clítoris hacia 
arriba. Clara sentía el peligro, pero el placer era mucho mayor. De pronto 
tanto ella como Roberto presionaron con demasiada fuerza, y el glande de su 
hermano penetró en su vagina. Ambos se quedaron congelados.

---Por favor no. Soy virgen ---rogó Clara abriendo los ojos y mirando a su 
hermano. Roberto respiraba con rapidez, mirando a su hermana con el conflicto 
en los ojos.

---Lo siento hermanita ---exclamó Roberto, honestamente arrepentido, y empujó.

Clara se tensó al sentir el dolor cuando la verga de su hermano rompió su 
himen, robándole su virginidad, pero fue un dolor muy pasajero, reemplazado 
casi al instante por la sensación de presión en su interior, de estar 
completamente llena cuando la verga de su hermano tocó partes que Clara nunca 
se imaginara.

Roberto gimió junto a su hermana, disfrutando el estar dentro de ella, pero 
pronto comenzó a retirarse e impulsarse de nuevo. Aquello sacó gemidos de 
Clara, de no haber estado tan húmeda le habría dolido, pero sólo sintió un 
pequeño escozor por la pérdida de su virginidad, el resto era el placer de 
sentir a su hermano en su cuerpo.

Roberto entró y salió varias veces, haciendo movimientos cada vez más rápidos y 
profundos, mientras acariciaba los pechos de su hermana. Clara gemía incapaz de 
resistirse al placer, aceptando lo que estaban haciendo y deseando que pronto 
llegara el orgasmo que su hermano le prometía.

Al pensar aquello fue que recordó algo mucho peor.

---Ro... Roberto. Por favor, no... no tengo protección. Soy fértil... tienes 
que parar. Por... favor ---logró articular entre gemidos.

---Eres tan suave hermanita ---gimió Roberto en respuesta---, tan cálida, tan 
estrecha ---se movió con aún más ahínco. Clara gimió, aquello era divino, y 
podía sentir su orgasmo aproximándose.

---Sólo... no te vengas.... dentro ---rogó Clara, sin importarle ya nada más.

Roberto asintió y siguió moviéndose, cada vez más rápido. Clara movió sus manos 
a donde su verga se unía con su vagina y comenzó a frotar su clítoris, estaban 
increíblemente húmedos ahí, en su interior Clara sabía que aquella humedad era 
suficiente para embarazarla, pero el placer era demasiado para que importara. 
Gimió cada vez más fuerte, al tiempo que su hermano le apretaba los pechos y 
gemía.

---¡Me vengo, me vengo hermanita!  ---gimió Roberto empujando con fuerza y 
dejando su verga tan dentro como pudo.

---¡No, por favor, no! ---gimió Clara, al tiempo que sentía pulsar la verga de 
su hermano en su vagina, llenando su útero de esperma, sabía que la estaba 
embarazando, su propio hermano estaba haciendo un bebé con ella, el pensamiento 
era terrorífico y excitante, tanto que no pudo más y su propio orgasmo la 
alcanzó. Dio un grito y arqueó la espalda al tiempo que las últimas gotas de 
semen entraban en su cuerpo.

Roberto se quedó sobre ella cuando su orgasmo pasó, seguía acariciando sus 
pechos y cuerpo con suavidad, ya sin la ansiedad del sexo, mientras su verga se 
desinflaba dentro de su hermana.

---Gracias hermanita, en verdad te amo, y siempre te amaré, sin importar lo que 
pase ---Le dijo antes darle un último beso en los labios y levantarse para ir a 
su cama.

Clara no pudo dormir, tratando de reprimir las lágrimas. Cada vez que se 
llevaba la mano a su vulva sentía más semen que escurría de ella. No sólo su 
hermano le había robado su virginidad, sino que la había preñado, estaba segura 
de ello. De nuevo trató de aguantar las lágrimas mientras se frotaba el 
estómago, preguntándose cuándo comenzaría a crecer.