Author: Tod Natürlich
Title: La Amenaza del Futuro
Part: 1
Summary: Un muchacho queda varado en el futuro tras un encuentro con una 
máquina del tiempo.
Keywords: MF gi fant ScFi
Language: Spanish


===== La Amenaza del Futuro =====

*** Una mañana muy, muy distante ***


Sueños de hermosos rostros, de dulces sabores y suaves olores corrían por mi 
mente cuando desperté. No recordaba qué había soñado, sólo tenía la sensación 
del placer que el sueño me producía, e intenté fundirme de nuevo al sopor, 
recuperar las sensaciones. Entonces me percaté que aún lo sentía, que no era un 
sueño. Un fugaz lengüetazo recorrió mi verga y, con pereza y placer, abrí los 
ojos.

Me encontré con un hermoso panorama: sobre mí se inclinaba una niña de 
increíble belleza, sus ojos me miraban mezcla de curiosidad e inocencia, su 
cabello dorado caía sobre sus hombros en ondas que acentuaban la belleza innata 
de su rostro, sus labios, rojos y bien formados, formaron una sonrisa y pronto 
una risa salió de ellos. La niña se apartó el pelo del rostro y habló a su 
compañera, quien se encargaba de lamer con delicadeza mi creciente polla. Dijo 
algo que no comprendí, pero los labios que estaban alrededor de mi verga se 
estrecharon, como tratando de forzar el semen a salir, cosa que pronto 
ocurriría si no se detenía.

En juego, como era todo lo que ocurría en ese extraño lugar, tomé a la niña de 
cabello dorado y la levanté, para enfrentarme a su hermana (o al menos supongo 
que era su hermana, siendo casi idénticas), quien soltó mi verga para escapar, 
entre risas, de mis manos.

Me di la vuelta con presteza y atrapé su pie, lanzándome luego sobre ella, 
quien no paraba de reírse. La acosté en el suave pasto sobre el que había 
estado durmiendo y le di la vuelta. Al igual que su hermana tenía el cabello 
dorado y unos rasgos perfectos, hubiera podido pasar por una niña de doce o 
trece años, aunque bien podía ser mucho mayor que yo. Miré sus orejas, ocultas 
por su dorada cabellera, eran puntiagudas, y sus pupilas en forma de avellana 
delataban las diferencias que habían entre nosotros.

Seguía riéndose y jugando a escapar de mí, pero la sostenía contra el césped, y 
aunque no me considero un hombre fuerte, lo era mucho más que ella. Bajé mi 
vista hacia su pequeño cuerpo: se cubría con una delgada túnica de una tela 
suave, color verde claro, que acentuaba el brillo de su piel. Con una mano abrí 
la túnica hasta dejar a la vista sus pechos, no eran muy grandes, cosa que la 
hacía asemejarse aún más a una niña, pero los pezones estaban rígidos y su risa 
se convirtió en un gemido de placer cuando apliqué mis labios a uno de ellos. 
Sin embargo la lamida que me había dado antes de despertar me tenía en un 
estado que no admitía más juegos. Solté su pezón y con mi mano levanté su 
túnica para descubrir su vientre, no usaba nada debajo, al igual que su 
hermana, que nos observaba mientras acariciaba su conchita.

Toqué con mis dedos la entrada a su vagina, encontrándola húmeda y lista, sin 
embargo la niña se rió de nuevo y apartó mi mano, cubriendo su vulva con una 
mano y sus pechos con la otra, en una imitación de decencia que sólo alteraba 
su inagotable sonrisa y el brillo divertido de sus ojos. Correspondí su sonrisa 
y lentamente me acerqué a su rostro hasta compartir mis labios con los suyos. 
Esto era o que deseaba, pues al instante sus pequeños brazos y piernecitas 
estuvieron a mi alrededor mientras su lengua jugueteaba con la mía.

Sin desprender el beso comencé a buscar con mi verga la entrada a su vaginita, 
labor difícil si no se puede ver, respirar, y se tiene el cuerpo atrapado por 
los brazos y piernas de la amante. De pronto sentí que una pequeñas y delicadas 
manos tomaban mi miembro y lo encaminaban a su meta. Supuse que se trataba de 
su hermana, aunque bien puso ser cualquier otro de los niños, no intenté 
descubrirlo, sino que con fuerza presioné cuando sentí que los labios de su 
vulva tocaban mi glande.

La niña se apartó de mí al sentir que la invadía, y comenzó a jadear, cerrando 
los ojos. Su vagina era muy estrecha, no acostumbrada al tamaño de mi verga. 
Presioné varias veces, ganando unos cuantos centímetros cada vez, hasta que 
todo mi órgano estuvo dentro del diminuto cuerpo de la niña. Comencé entonces a 
moverme, sabiendo que pronto eyacularía, y deseando darle un orgasmo a la niña. 
Ella correspondió, moviéndose y gimiendo mientras mascullaba palabras en su 
idioma, creo que yo también decía algo, aunque no recuerdo qué. Antes de que me 
diera cuenta la niña estaba gritando de placer mientras se movía bajo mí, y su 
vagina estrujaba mi verga succionándola con espasmos orgásmicos, fue demasiado 
para mí y con un grito dejé salir mi semen impulsándome con fuerza en su 
interior. Chorro tras chorro derramé en su pequeño útero, mientras oleadas de 
placer me recorrían de pies a cabeza.

Finalmente, con un suspiro, mi orgasmo sucumbió. Estuve a punto de dejarme 
caer, pero logré hacerme a un lado para no aplastar a la niña, cuya vagina 
seguía exprimiendo mi flácida polla, y ella se reía feliz por el placer que 
había obtenido. Finalmente me dio un beso y se levantó, escurriendo mi esperma 
entre sus piernecitas. Fue a con su hermana, que estaba tirada en el césped, en 
el camino se deshizo de la túnica, y pronto ella y su hermana estaban riendo 
juntas, mientras una niña lamía mi esperma del coñito de la otra y viceversa.

Me limpié lo mejor que pude, y recuperé mis pantalones, con los que jugaban un 
grupo de hermosos niños. Luego examiné los alrededores. El césped estaba igual, 
sin cambios, los árboles frutales también y sobre La Gran Roca ya estaban 
montones de frutas, el desayuno para todos. Luego miré hacia el final del 
claro, donde descansaba el objeto más extraño del lugar (después de mí mismo). 
Era una esfera de dos metros de diámetro, que reflejaba la luz como hecha de 
aluminio, sostenida sobre una base del mismo material. El césped alrededor de 
la base aparecía arrancado, como si un fuerte viento lo hubiera quitado de su 
camino, y algo así debía haber ocurrido. Era la máquina del tiempo, el 
transporte que me había traído hasta ésta época.