Note: This story was dynamically reformatted for online reading convenience. MIS DULCES CUERNOS Por chicomad 13/12/2012 "M+F, anal, bd, bi, cheat, Fdom, toys" Mis relaciones de pareja han devenido como una sucesión de fracasos a medio plazo a causa de mi mente perversa. Soy un enfermo, incapaz de mantener una relación normal sin estropearla con mis proposiciones indecentes que tarde o temprano me delatan. Disimulo bien mis apetencias al principio, momento en que todo parece ir bien, pero poco a poco voy insinuando fantas'as que tarde o temprano exijo, y que finalmente arruinan mi oportunidad de sentar cabeza y formar mi propia familia. Pero no voy a hablar de esas relaciones ahora, sino de las dos durante las cuales acontecieron hechos muy singulares que incrementaron mi adicción por lo escabroso. Cierto es que desde niño tuve bastante imaginación sexual, y fui precoz no en la experiencia sino en imaginar fantas'as perversas. Pero quizá fuera mi tercera novia la que me trastornó en mis tiempos mozos. Recuerdo que cuando empezamos a salir ella se excitaba mucho y con facilidad cuando nos tocábamos. Era virgen y en casi todo lo sexual se inició conmigo. Pero nunca he logrado comprender por qué no volvió a humedecer las bragas como el primer d'a en que le met' mano debajo de su falda. En poco tiempo era yo quien parec'a tener que rogarle sexo, y me costaba mucho conseguir ponerla a cien. Por lo demás la relación era satisfactoria y ten'amos plena confianza el uno del otro. A lo largo de nuestra relación, que duró seis años, le fui infiel en dos ocasiones al recurrir a los servicios de prostitutas, buscando experiencias más morbosas que mi novia jamás tomar'a la iniciativa de probar. Pero quién sabe, quizá hubiera hecho yo lo mismo aún sintiéndome satisfecho con ella. Eso s', si algo puedo decir en honor a la fidelidad es que siempre he sido adicto a todas mis novias, y tengo la certeza de que jamás me cansar'a sexualmente de ninguna de ellas. Todas fueron el ingrediente indispensable en mis pensamientos sexuales, y cada vez que romp'amos deb'an pasar años para dejar de masturbarme pensando en ellas. Hubiera pasado la vida entera con cualquiera de mis novias si alguna hubiera compartido mis inclinaciones sexuales. Mis dos primeras relaciones terminaron simplemente por la distancia y mis obligaciones laborales, nadie tuvo la culpa. Pero esa tercera novia que tuve, la relación más larga que he tenido hasta ahora, fue el detonante de mi perversión, si acaso no iba a convertirme en lo que soy de todos modos más tarde o más temprano. Todo comenzó una noche en el apartamento de veraneo de mis padres. All' cada año conviv'amos durante algunos d'as de vacaciones un grupo de amigos. Sol'amos pasar una semana entera disfrutando de la playa, cocinando y jugando a las cartas. Una calurosa madrugada mi novia se levantó de la cama como si fuera a ir al baño, pero en un apartamento pequeño no es necesario ver para sentir hacia dónde se dirigen los pasos, y yo que no dorm'a profundamente noté algo extraño. Los huesos de los dedos de sus pies descalzos daban pequeños chasquidos al andar con sigilo, y al o'rla me pareció que se dirig'a hacia la sala de estar donde dorm'a otra pareja. Permanec' inmóvil y agudicé el o'do durante lo que me pareció demasiado tiempo. Finalmente sent' que entró en el baño y que usó el lavabo antes de volver a la cama. Yo fing' seguir durmiendo profundamente. Otras noches hizo lo mismo, y cada vez tardaba más en volver, quizá sólo un par de minutos pero a m' me parec'an bien largos. Lo más desconcertante es que al d'a siguiente nunca me contaba qué hac'a fuera de la cama por la noche, y yo tampoco se lo preguntaba porque descubr' un sabor agridulce en aquella intriga. Yo aún segu'a teniendo plena confianza en ella, pero al mismo tiempo sent'a morbo al fantasear sobre qué hac'a durante esas visitas a la sala o quizás a la terraza del apartamento. La imaginaba siéndome infiel y me excitaba la idea, aunque en el fondo sab'a que ser'a una experiencia desagradable averiguar que as' fuera. Un fin de semana repetimos la ocasión con los mismos amigos ya casi al final del verano. Pero tuve la locura enfermiza de ocultar unos d'as antes mi cámara de video en el interior de un altavoz haciendo coincidir el objetivo con el hueco de agudos. También taladré un agujero en una vieja mini cadena de música donde instalé un led infrarrojo. Cuando ideé la artimaña sent' morbo y me masturbé pensando en ello. Pero cuando fui al piso un par de d'as antes y lo instalé sent' vergüenza y pánico ante la idea de que me pillaran. Comprobé que la imagen grabada en modo nocturno por infrarrojos era n'tida y con buena perspectiva respecto al sofá cama. A lo largo de la tarde del viernes que volvimos all' para disfrutar de los últimos d'as de vacaciones, me acobardé y decid' abandonar la empresa que como idea fantástica estaba bien, pero que en realidad era una tonter'a arriesgada. Sin embargo una casualidad oportuna hizo que todos bajaran a la calle menos yo a saludar a unos amigos, brindándome la oportunidad de poner en marcha la cámara y en modo lento, lo cual permit'a realizar una grabación de cuatro horas y media desde aquel instante. Cuatro horas y media podr'an no ser suficientes y era probable que alguien desconectase la mini cadena a la hora de acostarse por la luminosidad de sus leds. Esa noche no pude pegar ojo. Efectivamente mi novia volvió a hacer una incursión nocturna. Miré la hora y comprobé que el momento entraba en el rango de autonom'a de la cámara. A la mañana siguiente ya estaba un poco harto de ese asunto, me daba igual el resultado pero quer'a lo antes posible despejar la duda que me impidió conciliar el sueño. No pude comprobar la cinta hasta la tarde del lunes en la que viajé ciento veinte kilómetros ida y vuelta desde mi vivienda habitual para comprobar la cinta, a riesgo de que no contuviera nada interesante y haber malgastado mi tiempo. Pero angustiosamente descubr' que hab'a funcionado, y digo angustia porque la emoción que sent'a mientras pasaba la cinta era demasiado ansiosa. Adelantando la imagen en modo rápido pude ver a la pareja de amigos durmiendo todo el tiempo en la misma postura, ella sobre el costado de cara a la pared y él boca arriba junto al borde del sofá. Casi al final de la grabación apareció de repente mi novia y se agachó en cuclillas junto a él. En ese momento sent' que se me encogió el estómago y que me faltaba ox'geno en la cabeza. Detuve la cinta y sal' a la terraza a tomar el aire. Estaba aterrorizado y excitado a la vez. Después de darme unos segundos recuperé el resuello y me apresuré a conectar la cámara al televisor para ver la escena sentado cómodamente en el mismo sofá que hab'a sido el escenario de a saber qué. Rebobiné la cinta hasta justo el momento en que estaba a punto de aparecer en escena mi novia y congelé la imagen. Me bajé los pantalones y calzoncillos hasta medio muslo y comencé a masturbarme. Cuando me convenc' a m' mismo de que deb'a disfrutar de lo que iba a ver, le di al play. Mi novia apareció y se puso en cuclillas con sus piernas desnudas, sólo llevaba bragas y una camiseta. Nuestro amigo reaccionó al instante como si la estuviera esperando y comenzaron a besarse y acariciarse el rostro con dulzura. Me dolió profundamente ese beso. Pero la escena no tardó en volverse obscena, y como si ya lo hubieran hecho antes mi novia con decisión deslizó su mano bajo el pantalón del pijama de su amante y lo masturbó mientras segu'a besándolo. Al minuto y con el miembro totalmente expuesto fuera de la ropa, pude ver como el chico tuvo un orgasmo sin mover ni un pelo para no despertar a su pareja. Después de volver a acariciarse con cariño mi novia desapareció de la escena con la misma frescura con la que vino. No pude pensar en otra cosa durante una semana. Pero lejos de atormentarme me estuve masturbando con más frecuencia de lo acostumbrado, excitado con la visión de mi novia en cuclillas haciendo una paja a un conocido. Después de años haciéndome la misma pregunta he llegado a la conclusión de que estaban bastante enganchados tanto afectiva como f'sicamente, si no cómo iban a arriesgarse de esa manera pudiendo ser pillados tan fácilmente. Lo que no logro entender es por qué mi novia jamás compartió conmigo ese morbo del que era capaz. Nunca le dije que sab'a que me pon'a los cuernos, y nuestra relación no parec'a estar afectada por dicha circunstancia. Aproximadamente un año después nos separamos por motivos que nada tienen que ver con lo sucedido en aquel apartamento. Es más, desde entonces me hice adicto a la idea de imaginar a mi novia teniendo sexo con otros hombres, y lo peor es que ahora no sé excitarme de otra forma. Cuando empiezo una nueva relación no puedo evitar imaginar este tipo de fantas'as con mi nueva pareja, y con el tiempo acabo siempre estropeándolo todo. Para coronar el colmo de mis experiencias contaré la última y más fuerte, la que me ha convertido en un verdadero enfermo. Hace ya tiempo me trasladé a la capital para trabajar durante algunos años, y all' conoc' a una compañera que me tiró los tejos. No me parec'a demasiado atractiva pero me dejé llevar y descubr' a la mejor mujer que he tenido jamás. Era muy inteligente y ten'a la cabeza bien amueblada, pero algo en su forma de ser hab'a hecho que sus escasas relaciones no duraran más de dos meses. De muy joven fue empollona y un cero a la izquierda para los chicos de su edad. Sus primeras relaciones llegaron tarde y a mi entender carec'an de pasión por ser ella de naturaleza poco sexual. Conmigo le fue bien, y a pesar de su escasa experiencia y falta de deseo se comportaba de un modo servicial y satisfactorio en todos los aspectos. Quise desterrar de mi mente mis ideas enfermizas para no estropearlo todo, as' cuidé de no proponerle cosas obscenas. Sé que ella era feliz conmigo. Nuestra relación duró cuatro años, todo un record para ella. Pero una noche me habló de que era consciente de su falta de apetito sexual, y de cómo sus amigas del colegio le dec'an que era una estrecha. Yo le quité importancia al asunto y le dije que hab'a conocido a otras mujeres como ella, y que me parec'a normal. Le hablé de mi sexualidad y le confesé que fantaseaba con casi cualquier cosa perversa que a un hombre se le pueda pasar por la mente, pero no me atrev' a darle detalles ni a reconocer que me gustar'a ponerlas en práctica. No le hablé de lo mucho que me atraen los pies de una mujer ni de mis aventuras con prostitutas ni de mi curiosidad por el sadomaso, ni las horas que he pasado viendo pornograf'a, y mucho menos de mi fantas'a de verla a ella tocando a otro hombre. Su deseo era descubrir el modo de excitarse más. Ella le achacaba el problema al hecho de que no se sent'a guapa. Yo estaba convencido de que su problema era hormonal, y que simplemente no ten'a remedio. Sin embargo sucedió en dos ocasiones que para mi sorpresa se excitó más de la cuenta mientras le met'a mano de noche en lugares un poco comprometidos, llegando a ruborizarme con sus gemidos incontrolados y la posibilidad de que alguien nos viera. En varias ocasiones hablamos de ello. Ella no reconoc'a que sintiera un morbo especial por hacer cosas en lugares públicos, y no quer'a reconocer que en aquellas ocasiones se hab'a excitado más de lo normal. La animé para que experimentase con cosas nuevas en busca de aquello que pudiera excitarla en mayor medida, y a que intentara superar su vergüenza. Esas conversaciones fueron el detonante de una cadena de insinuaciones por mi parte, y de nuevo volv' a las andadas. Poco a poco fui compartiendo mis fantas'as con ella, y en su interior fue conociendo mis deseos. Pero nunca tuvo la iniciativa de complacerme en semejantes perversiones, pues me dijo claramente que ello podr'a alimentar un vicio peligroso. Tuve la suficiente cordura como para no insistir y mis proposiciones nunca llegaron a estropear nuestra relación. Una vez accedió a visitar un club liberal de la capital acordando que ir'amos sólo en calidad de curiosos, y as' fue. Vimos las instalaciones, nos gustó el ambiente, tomamos unas copas e incluso nos decidimos a hacer el amor en zonas comunes como si fuera la cosa más normal del mundo. Recorrimos todos los rincones y observamos a otras parejas disfrutando del sexo. Mostré interés por un cuarto equipado para el martirio con potro, cruz de San Andrés, columpio, fustas, etc. Al final nos marchamos de all' con la sensación de haber estado en un lugar naturista, sin haber sentido ningún morbo extraordinario. Me hubiera gustado que mi novia tomara la iniciativa de hacer algo más atrevido esa noche. Un tiempo después tuve que trasladarme a otra ciudad por trabajo, y por la misma obligación ella no pudo venirse a vivir conmigo. La distancia hizo que discutiésemos porque ella hac'a más que yo por vernos. No hicimos planes para casarnos o viajar o irnos a vivir juntos, y un d'a cualquiera dejamos de hablarnos por enfado. La idea de que ella pudiera encontrar a otro hombre comenzó a ser el ingrediente picante de mis momentos de autosatisfacción. La imaginaba con algún extraño en la cama haciendo todas esas cosas que hab'a aprendido conmigo. Ya fantaseaba con esa idea mientras estuvimos juntos, pero ahora que era más probable que as' sucediera me excitaba aún más pensar en ello. Después de tiempo sin hablar le envié un detalle por su cumpleaños, y fue entonces cuando descubr' que me guardaba mucho rencor. Se hab'a enojado por mi aparente indiferencia y me reprochó en una carta que le hiciera daño enviándole cosas después de haberla ignorado. Y desde entonces no volvimos a comunicarnos. El invierno siguiente viajé a la capital también por motivos de trabajo donde me alojé durante una semana. Con el objeto de satisfacer un viejo morbo frustrado, la noche del sábado pagué el servicio de una acompañante para visitar durante tres horas el mismo club liberal al que una vez acud' con mi novia. El ambiente era aún más concurrido que la vez anterior. Nos sentamos a tomar una copa y charlar rodeados de muchas parejas, re'mos, entramos en confianza y pactamos lo que intentar'amos practicar en presencia de otros. Mi verdadero deseo era el de participar en alguna org'a con otras parejas, aunque mi acompañante era un poco reacia a sobrepasar ciertos l'mites si no incrementaba sus honorarios. Pero sin duda la experiencia reina sucedió inesperadamente como si me arrollara un tren en el momento que me giré y descubr' que a mis espaldas estaba mi novia sentada en otra mesa charlando con gente. Deb' quedarme muy pálido. ¿Pero cómo era posible? Debió haberme visto y sent' una enorme vergüenza por haberme pillado en aquel lugar con una profesional. Mi ex novia jamás ir'a a un sitio de esa clase por su propia cuenta, as' que supuse que hab'a sido idea del grupo con el que hab'a salido. Tuve que explicar mi situación a mi acompañante quien se portó de maravilla y me tranquilizó. Yo no me atrev' a girarme más por si acaso aún no me hubiera visto y as' poder marcharme salvando mi reputación. Para averiguar si me hab'a visto le ped' a mi cómplice que la observara a ver si notaba algo. Después de un buen rato de nervios me contó que mi novia charlaba tranquilamente con sus colegas totalmente ajena a nuestra presencia. Le pregunté si alguno de los chicos daba signos de tener relación afectiva con ella, y al parecer no hab'a indicios de ello. ¿Qué demonios hac'a en aquel lugar? Conociéndola era imposible que frecuentara un sitio de esa clase, y por tanto conclu' por lo observado que estaba de visita, tan solo para tomarse unas copas en un lugar atrevido con sus nuevos amigos. ¡Qué inoportuna casualidad! Ahora mi nueva preocupación era que entre la gente hubiera otros amigos en común que pudieran delatarme. No quise levantarme para no llamar la atención de nadie. Permanec' encogido de hombros y de espaldas a ellos hasta que por fin mi novia se levantó y se fue, probablemente al baño. En ese momento aprovechamos para cambiarnos de sitio y nos escondimos en un reservado. Le expliqué a mi acompañante que era improbable que mi novia pasara a las zonas de sexo, aquellas donde estaba prohibido entrar vestido y donde hab'a que dejar las pertenencias en una taquilla. La joven, Yeni se hac'a llamar, opinó que no ten'a por qué temer que mi ex novia me descubriese puesto que a ella tampoco le convendr'a delatarse contando que me hab'a visto en aquel lugar. Yo le dije que no era lo mismo. Muchos jóvenes que viven en la capital al igual que mi novia al menos una vez habrán visitado el club de parejas por simple curiosidad en las noches de copas, mientras que en mi caso mi presencia no pod'a significar otra cosa que el estar buscando vicio. Si ella hubiera venido acompañada de un solo chico las cosas ser'an diferentes, es más, la tortilla se dar'a la vuelta y ser'a yo quien estar'a deseoso de espiarla. Un buen rato después salimos de nuestro escondite y comprobamos que mi novia y su grupo ya se hab'an ido. Suspiré y me convenc' a m' mismo de que finalmente no me hab'a descubierto, y me pregunté si aquella casualidad hab'a sido algún presagio. Aquel susto podr'a servirme para no volver a arriesgar mi reputación en sitios públicos, o quizá para no volver a malgastar dinero en favores sexuales. En fin, lo que mejor me ven'a en ese momento para curarme del susto era un buen orgasmo y marcharme al hostal para darme una ducha caliente y dormir tranquilo. Pasamos a la zona desnuda y guardamos nuestra ropa en la taquilla, nos enrollamos las toallas facilitadas, yo a la cintura y ella a la altura del pecho trabando un par de preservativos. En la muñeca llevé las llaves con una banda elástica. Nos paseamos por los distintos rincones contemplando cómo follaba la gente. Estaba abarrotado, y los jadeos en el ambiente parec'an contagiarse como la risa. Finalmente entramos en la salita equipada para el "bondage" y sadomaso. Quer'a montármelo all' pero no hab'a nadie, y lo m'nimo que esperaba experimentar era que hubiera otra gente mirándome. Le dije a Yeni que antes de buscar un hueco en las camas redondas quer'a probar alguno de los aparatos de esclavo y ser atado. Me ató de pies y manos a una cruz de madera en la pared donde comenzó a excitarme con caricias hasta zafarme la toalla que cayó al suelo, y entonces comenzó a masturbarme. Le dije que parase porque no iba a aguantar mucho más y quer'a reservarme. Me soltó y me animó a que probase el columpio para penetrarme con un arnés, pero me negué porque me daba vergüenza que nadie más hiciera cosas parecidas. Además me daba asco el surtido de consoladores y otros utensilios colgados en la pared, incluso aunque tomara la precaución de forrarlos con un preservativo. Le ped' que me atase en el potro y que me masturbara con el pene hacia abajo, como si ordeñara una vaca. Me acosté boca abajo sobre la superficie acolchada y dejé colgar mis extremidades para que de nuevo las atara a las patas de madera mediante aquellos brazaletes de cuero negro. Yeni tomó la iniciativa de imitar los clásicos del mundo sadomaso, as' que se sirvió de los utensilios que hab'an expuestos en la pared. Tomó una mordaza de bola y me la abrochó a la nuca con firmeza, juguete que era incómodo de llevar porque me obligaba a mantener la boca muy abierta y no pod'a tragar. Con una fusta comenzó a darme unos leves azotes en las nalgas mientras pude ver cómo fue entrando un grupo de curiosos. Poco pod'a expresarle a Yeni con la bola en la boca. No alcé la vista para no sentir vergüenza sino que me concentré en lo m'o y me dejé llevar. Mientras recib'a azotes me sent' rid'culo, y más al ver en el suelo frente a m' varios pares de pies observándome. Espero que se contagien y hagan algo, pensé yo, porque como a alguno le de la risa me cortará la libido para toda la noche. Yeni dejó la fusta y comenzó a ordeñarme. Qué sensación más intensa, tanto que se me pasó la timidez de inmediato y me sumerg' en el placer. Es más, me quedé mirando los pies de los que me observaban y me excité más aún. Me fijé en los pies femeninos pues me encantan, y me llamaron la atención unos que me eran familiares, se parec'an a los pies de mi novia. Hice un esfuerzo con el cuello y alcé la mirada para ver más de aquel cuerpo con la toalla enrollada a la altura del pecho. ¡Y s' que era ella! ¡Dios m'o! Y Yeni estirándome el pene ajena a mi situación embarazosa. Me empapé en sudor por la vergüenza que sent'. Cuando el grupo decidió dispersarse por el cuarto para enfrascarse en sus propios juegos, mi novia permaneció delante de m' con un hombre de f'sico aceptable al que no ten'a nada que envidiar y se sentaron en unas banquetas que hab'a junto a la pared. Me miraban como una pareja que ve una pel'cula porno en la intimidad del sofá de su casa. Fijé la vista en el suelo y no me atrev' a mirarla a la cara en ningún momento. Yeni debió pensar que me hab'a ruborizado con la presencia de curiosos, y no parec'a haberse percatado de que una de las chicas que hab'a entrado era la misma que evitamos en el bar puesto que no hizo por soltarme y prosiguió con sus caricias y azotes. Qué ardor se produce en el estómago cuando ves a los pies de tu novia junto a los de un extraño, y más cuando sus piernas se giran hacia él en actitud provocadora expresando un lenguaje erótico corporal que cala hasta la médula. Se estaban metiendo mano. En ese momento se abrió el cielo para m', porque ahora yo también me convert'a en espectador y me avergonzar'a menos. Le acarició el pene que abultaba bajo la toalla mientras con la boca le chupó un pezón. Se besaron con lengua muy lentamente y después ella me miró con ojos embelesados. Actuaba como si no me conociera. Jamás la hab'a visto poner esa expresión de embriaguez conmigo. ¿Sobreactuaba para darme celos? Sus toallas se abrieron solas dejando sus cuerpos enteramente desnudos y se masturbaron mutuamente de forma apasionada. Pero por muy tiernos que quisieran ser el uno con el otro, la escena era más bien grotesca porque la mano de mi novia se hac'a pequeña sobre aquella enorme polla, y sus meneos no atinaban a recorrer su longitud sin torcerla hacia un lado y hacia otro. Ahora s' hab'a motivo para sentir humillación y envidia, pero a la vez para ponerse a cien. Para manejar bien aquella tranca hac'a falta un cursillo. Mientras tanto yo segu'a a merced de las artes de Yeni quien de haberme masturbado con rapidez me hubiera llevado al orgasmo irremediablemente de lo sobreexcitado que estaba. Mi novia se disparató y comenzó a pasarse de la raya, se puso de pie y se apresuró a traer de la mano a su macho hasta justo delante de mi cara, y all' se arrodilló y me obligó a ver cómo le hac'a una mamada. Se la chupó con ruido y abundante saliva exagerando sus mañas, para fastidiarme dir'a yo. Yo ya no ten'a reparo en mirar con el mismo descaro que ella. Cuando se cansó se puso de pie frente a m' y se inclinó hacia delante apoyando sus manos sobre mis hombros, y le pidió que la follara por detrás. No sent'a ningún respeto hacia m' ni hacia Yeni. Se lo pidió tres veces como una desesperada. Frunció el seño y se quejó de dolor cuando el portento empezó a abrirse paso detrás de sus nalgas, pero en nada comenzó gemir como loca con las embestidas, y con ella otras personas de alrededor que se contagiaban. Sus gemidos subieron de tono hasta convertirse en gritos y su aliento cálido refrescaba el sudor de mi frente como expulsado a presión por el pistón que bombeaba a través de su émbolo vaginal. Sus tetas se balanceaban de atrás hacia delante como si fueran a golpearme en la cara. Hija de puta, repet'a continuamente para mis adentros. Quer'a tener el orgasmo de mi vida justo en aquel instante. Dónde estás Yeni, pensé, mastúrbame rápido antes de que esto acabe, por Dios te lo ruego. La irreconocible mujer que ten'a delante se desprendió del semental y se apresuró a pedir prestado otro hombre al que se trajo de mano, uno bien corpulento aunque menos dotado. Y delante de m' le ofreció su trasero a él también para que la penetrase al tiempo que chupó otra vez la gran polla sazonada con su propio humor vaginal. Aquello supongo que me dio la condecoración de astado de primera categor'a. Me tuvo as' durante buen rato, más claro no me lo pudo dejar. Bien la conoc'a yo, y sab'a que ella jamás pudo alcanzar orgasmos vaginales pues que necesitaba del est'mulo del cl'toris para poder llegar al cl'max, as' que pod'a tenerme as' hasta el aburrimiento. ¿Pero dónde coño se hab'a metido Yeni? Sent' ansiedad al ver que estaba solo a merced de la suerte. ¿Se habr'a ido al baño? Cuando mi novia se cansó de estar en aquella postura se separó y se propuso humillarme de por vida. Escogió un consolador de los que hab'a colgados en la pared, y por la facilidad con que se desarrollaron los hechos que paso a describir supongo que también cogió algún lubricante. Se vino a mi parte trasera y palpó con la yema de sus dedos mi zona virgen en busca del orificio de un solo sentido. Con un dedo arruinó la poca virtud que me quedaba y despertó en m' una sensación incre'blemente intensa. Me hizo resoplar por la comisura de los labios y babear el suelo, medio ahogado por la bola que ten'a de mordaza bien encajada en la boca. Mis ojos intentaron abandonar las órbitas cuando sacó su dedo y lo sustituyó por la polla de goma. Fue placentero, pero a la vez doloroso cuando me penetraba con más rapidez. Grité, lo juro, grité con total convicción, pues de verdad sent' que me hac'a daño. Sacó el juguete de mi culo y me relajé abatido sobre el potro. Vi cómo sus pies descalzos corr'an gráciles hacia la pared para dejar el consolador en su sitio, y al alzar la vista pude ver cómo volv'a espléndidamente desnuda con otro mayor en las manos. La muy cabrona me lo pasó por delante de los ojos para que pudiera ver lo que me iba a meter por el culo. Dije que no moviendo la cabeza de un lado a otro seriamente preocupado, pero de nada sirvió. A la primera no logró vencer mi esf'nter y me hac'a daño, as' que corrió de nuevo a por el otro más pequeño. Me penetró como al principio, y cuando le pareció oportuno lo sacó para meterme el segundo que esta vez s' que entró. Fue para morirse de un infarto. Quise disfrutar pero el dolor me superaba. El sudor goteaba de mi nariz y mi saliva ca'a en hilillos de mi mordaza. Después del minuto más largo de mi vida me sacó el consolador, pero antes de que relajara el culo su amigo corpulento me cogió por las caderas y se abrió paso con su carne auténtica infligiéndome un dolor peor aún y más adentro, parecido al dolor de tripa en el bajo vientre. Balbuceé y ahogué mis gritos con la mordaza como un poseso. Mi novia se acercó de nuevo a verme la cara con su amigo del pollón, segu'a notablemente excitada, se le'a en su rostro. Le hizo una paja delante de mi cara hasta que lo dejó bien armado, y entonces me liberó de la mordaza dejando escapar mis quejidos al compás de las embestidas y un hilo de saliva. Mi mand'bula dormida dol'a y no respond'a, y mi novia que empuñaba la verga ella misma la llevó hasta mi boca para ahogarme con un glande turgente de un sabor extraño. Segu' babeando para no tragar ninguna secreción. Mi novia me agarró fuertemente del pelo con una mano y siguió haciéndole una paja con la otra como si intentara hacerme tragar la inminente corrida, pero el orgasmo no llegó en aquel momento, fue peor que eso. El hombre sintió placer y comenzó a follarme por la boca. Estaba siendo abusado por dos hombres a la vez. Mis quejidos guturales sobre la punta de su polla debieron causarle gusto y se propasó embistiéndome, pues su glande de vez en cuando llegaba hasta mis am'gdalas y me produc'a arcadas. Me estaba costando respirar, era angustioso, horrible, cre' que me iba a ahogar, y el hijo de puta aprovechaba mis arcadas para metérmela mas adentro aún. Sent' miedo y aún as' no me atrev' a protestar. Mi novia se apartó y cogió un taburete para sentarse a contemplar la escena mientras se masturbaba como pose'da. Yo la intu'a más que verla, porque los ojos se me llenaban de lágrimas por las arcadas y mi mente se concentraba en controlar la respiración. La mal nacida estaba fuera de s' viendo cómo me follaban dos t'os. La gente atra'da por la llamativa escena se agolpó alrededor. Dos hombres ayudaron a mi novia a mantenerse en equilibrio sobre el taburete mientras se masturbaba tensa. Aunque no pod'a verla bien la imagino como cuando lo hac'amos juntos. Tensaba todos los músculos del cuerpo y pon'a los ojos en blanco mientras se frotaba con furia con un tacto y ritmo que yo jamás supe imitar del todo bien para complacerla. As' de tensa sol'a ponerse cuando su orgasmo que tanto le costaba alcanzar estaba cerca. Pude ver que los que la sosten'an le chupaban cada uno un pezón, la estaban ayudando. El largo y profundo lamento que gimió fue la sinfon'a más bella que jamás he o'do, nos contagió a todos. El corpulento me embistió tan fuerte que rodaba el potro cent'metro a cent'metro hacia delante hasta que se corrió en mis entrañas tirando de mis caderas hacia s'. Merec'a que le cortara el cuello por no tomar precauciones. El bien dotado con el puño me tiró del pelo y mantuvo mi cara levantada mientras se masturbaba ansiosamente. Unas manos femeninas lo abrazaban desde su espalda y lo ayudaron a correrse estimulando sus pezones con la yema de los dedos. Sent' el calor y el sonido de los impactos de sus fuertes y numerosos chorros de semen en mi cara y en mi lengua. Uno me llegó al ojo y me ardió bastante. Era evidente que la pandilla se conoc'a y estaban de acuerdo con mi novia. De hecho dos más vinieron a correrse en mi cara ante su mirada ya risueña y satisfecha, y puede que hasta compadecida. Yo no dije ni media. Ninguno me tocó, simplemente se lo montaban con sus parejas y ven'an a eyacular sobre m'. Se marcharon todos a la vez, y una de las chicas me dijo dulcemente al o'do que no me moviera, que en seguida volver'a con una toalla para limpiarme. Cuando volvió me liberó de las correas y me ayudó. Tuve que moverme lentamente porque ten'a los miembros demasiado dormidos como para mantenerme en pie. Qué tal, me preguntó, ¿Te gustó? Le dije que lo pasé mal porque me ahogaba, pero que hab'a sido la experiencia más excitante de mi vida. ¿Eres amiga de Lourdes? Me dijo que ella y su pareja hab'an conocido al grupo en el club y que se reun'an all' de vez en cuando. Le pregunté si sab'a que yo hab'a sido novio de Lourdes, y me contestó que s', que mi ex me hab'a visto cuando estaban tomando copas y que en seguida les puso al corriente de la situación. Le pregunté si sab'a a dónde hab'a ido la amiga que me acompañaba. Me preguntó si era mi novia y yo le dije que no. Yeni se hab'a marchado, quizá porque realmente hab'a reconocido a mi novia en el momento que se tomó la libertad de humillarme con toda frescura. Quizá dedujera que yo hab'a encontrado un pasatiempos más excitante y decidió dejarme solo. Quizá no quiso ser part'cipe de la org'a y no era el momento de darme explicaciones. Quizá el tiempo se agotaba y decidió marcharse. Te pido un inmenso favor, le dije, estoy loco por tener mi orgasmo, y para m' lo más grande ser'a que Lourdes me lo proporcionara. Se sonrió. Le dije que no quer'a inmiscuirme en su vida, que la esperar'a atado en la cruz si era preciso, y nada más. Se lo diré, me dijo. Yo mismo me ataré, y si accede, ven tú antes, por favor, y átame la mano que me quede libre. Esperé en la cruz unos diez minutos hasta que no pude aguantar más la postura. Esperé otro tanto sentado y finalmente la busqué por todos los rincones. Jamás la he vuelto a ver. El ambiente decayó, y yo me fui al hostal con el culo dolorido para ducharme y masturbarme pensando en Lourdes. Meses después me hice la prueba del sida para descartar que hubiera contra'do la enfermedad, estaba limpio. Desde entonces ya sólo me excita lo escabroso. Siento un deseo irrefrenable de que mi pareja me sea infiel, tanto si es de manera consentida como si no. Pero es imposible que eso suceda y que me pueda beneficiar de ello. Es imposible encontar a una mujer que comprenda y comparta estas inclinaciones, y sólo puedo arruinar toda posibilidad de por fin sentar cabeza y cómo no, formar mi propia familia.